20 Diciembre de 1943: Batalla de Ortona

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Un soldado canadiense asoma por uno de los múltiples boquetes practicados para acceder a las casas y desalojar a los alemanes

Mapa de la batalla de Ortona. Avance canadiense

Un soldado canadiense del Loyal Edmonton Regiment combatiendo en Ortona

El Mayor General Christopher Vokes, a la derecha, junto al Brigadier Robert W. Moncel

Generalmajor Richard Heidrich (derecha), comandante de la 1. Fallschirmjäger-Division, junto al Oberst Sebastian Ludwig Heilmann, comandante del Fallschirmjäger-Regiment .3 en las inmediaciones de Monte Cassino

Un ejemplo de posición defensiva alemana en la intersección de una calle y un callejón

"A principios de diciembre de 1943, la 1.ª División de Infantería Canadiense y la 1.ª Brigada Blindada Canadiense comenzaron la batalla más salvaje de la Campaña Italiana. En el barro y la lluvia, las tropas atacaron desde el río Moro hasta Ortona. Luego, casa por casa y habitación por habitación se libró una feroz batalla contra los decididos defensores alemanes. Con un coraje extraordinario, ganaron los canadienses y aseguraron la ciudad justo después de Navidad". Así reza una placa colocada en el año 2000 en la piazza Plebiscito de la localidad de Ortona (Italia), donde a finales de 1943 se libró uno de los combates más fieros de la Segunda Guerra Mundial, pese a sus modestas dimensiones. Ortona es un municipio de la provincia de Chieti, en la región de Los Abruzos. Está asomada al mar Adriático, a una veintena de kilómetros al sur de Pescara.
Sicilia (Operación Husky), en julio de 1943, constituyó el primer escalón en la campaña italiana y cuando las operaciones saltaron al continente, en las operaciones Avalanche, Baytown y Slapstick, el régimen italiano colapsó. En el mismo mes de julio, Mussolini fue destituido por orden del rey Víctor Manuel III, que a continuación firmó un armisticio con los Aliados. Pero mes y medio después un comando de las Waffen SS liberó al Duce, que pasó a presidir una República Social Italiana. En realidad, más allá de su sede en la región alpina de Saló carecía de poder efectivo ante los alemanes, que fueron los que se hicieron con el control del país de facto y se dispusieron a frenar a los Aliados.
El avance de éstos por la península hacia el norte (estadounidenses por el litoral oeste, británicos por el este), no resultó fácil debido a que los germanos aprovecharon la difícil orografía para tomar posiciones. Así, tanto los Apeninos como los Abruzzos eran auténticas barreras naturales que favorecieron la creación de un conjunto de líneas defensivas que por la zona peninsular central se extendían de costa a costa, entre el Tirreno y el Adriático: de sur a norte se sucedían la Volturno, la Bárbara, la Gustav, la César y la Interruptor (en el norte se establecieron más). Había otras dos de menor tamaño, la Bernhardt (o Reinhard) y la Hitler (rebautizada Senger en 1944), siendo la primera de ellas el escenario de la célebre Batalla de Montecassino, pero ambas eran complementos de la parte occidental de la Gustav, cuyo extremo este terminaba precisamente en Ortona, aprovechando otro obstáculo que proporcionaba la naturaleza, el río Sangro, del que discurría paralela en ese tramo. Entre las tres formaban la llamada Línea de Invierno, armada con búnkeres, cañones, nidos de ametralladoras, alambradas y campos minados. A ello se sumaba el Heeresgruppe C, una agrupación de tropas a cuyo mando estaba el Generaloberst Heinrich von Vietinghoff, que había tomado parte en las invasiones de Polonia, Grecia, Yugoslavia y Unión Soviética, y al que se destinó a Italia ese verano desde su comandancia de Francia. A las órdenes del Generalfeldmarschall Albert Kesserling, recibió la orden de retrasar cuanto pudiera el avance del enemigo. Para defender la parte oriental de la línea designó al General der Fallschirmtruppe Richard Heidrich, que había combatido en Polonia, Creta y en Leningrado. Heidrich se haría un nombre sobre todo por Montecassino, pero antes tuvo que enfrentarse en Ortona al Mayor General Christopher Vokes, un oficial miembro de una familia irlandesa de tradición militar (aunque emigró a Canadá con sus padres cuando era niño) que acababa de ser ascendido para relevar por enfermedad en el mando de la 1ª División de Infantería canadiense, al Mayor General Guy Simonds. Vokes procedía del Estado Mayor, donde hizo una carrera fulgurante, y se le valoraba por el equilibrio que lograba entre la parte técnica (planificación y dirección operativas) y la humana (empatía y motivación hacia sus hombres).
Las líneas Volturno y Bárbara cayeron a lo largo del mes de octubre y principios de noviembre de 1943. La ofensiva contra la Gustav, a cargo del Octavo Ejército Británico (formado por cuatro divisiones de infantería, una británica, una canadiense, una india y una neozelandesa, más dos brigadas acorazadas) y dirigida en conjunto por el general Sir Harold Alexander, empezó el 23 de noviembre. Antes de que acabase el mes, la 78ª División de Infantería del Mayor General Vyvyan Evelegh ya había conseguido cruzar el río Sangro, de manera que el siguiente objetivo era otro cauce fluvial menor, el Moro, que estaba a 6,5 km. Fue en ese momento cuando Evelegh, que había sufrido siete mil bajas en seis meses, entregó el testigo a Vokes.
El ataque se retomó el 5 de diciembre y, según el plan diseñado por Montgomery, en la costa debían tomarse Ortona y Pescara (ésta considerada el mejor camino hacia Roma), mientras el objetivo de los neozelandeses, algo más al interior, era Orsogna. Los indios debían permanecer en reserva, como apoyo.
Enfrente tenían la 1. Fallschirmjäger-Division, la 90. Panzer-Grenadier-Division, la 26. Panzer-Division y la 65. Infanterie-Division, apoyadas por unidades menores y por el LXXVI. Panzerkorps. Vokes logró llegar al Moro el 9 de diciembre, pero luego se vio frenado, al igual que los neozelandeses, razón por la que se ordenó intervenir a la división india, cuyos ingenieros tendieron un puente. Sin embargo, los Panzergrenadier, resistieron al recibir de refuerzo a los Fallschirmjäger (entre los cuales estaba el Oberleutnant Harold Quandt, hijo del primer matrimonio de Magda Goebbels, que también combatiría en Montecassino). Mientras, el 23 de diciembre Montgomery dejaba Italia para centrarse en la Operación Overlord (siendo suplido por el Teniente General Sir Oliver Leese), el Brigadier Howard Graham, de la 1ª Brigada de Infantería de la 1ª División Canadiense se las arreglaba para superar las inclemencias metereológicas (las lluvias convirtieron el terreno en un barrizal) y alcanzar las inmediaciones de Ortona. Allí le relevó el Brigadier Bert Hoffmeister, de la 2ª Brigada, para efectuar el asalto. No iba a ser cosa fácil, ya que los veteranos ingenieros y paracaidistas alemanes habían demolido buena parte del casco antiguo para formar barricadas en las estrechas calles, y situar ametralladoras, ocultar sus carros de combate y sembrar minas u otras trampas explosivas. Un mortal laberinto que obligaría a los canadienses a combatir de una forma un tanto atípica.
Todo empezó el día 20, con el ataque frontal del Loyal Edmonton Regiment y los Seafort Highlanders of Canada, a los que se sumó la 3ª Brigada de Infantería con un movimiento de flanqueo. Al día siguiente entraron en el casco urbano, pero allí les esperaba un infierno que a menudo se define como una versión de Stalingrado a menor escala. Y es que, aunque los Aliados estaban auxiliados por los carros del 12e Régiment blindé du Canada, los alemanes disponían de cañones antitanques ocultos que los frenaron, obligando a las tropas a luchar casa por casa y aplicar una inusual táctica de guerra urbana en la que, renunciando a los combates por las calles, los soldados tenían que abrir boquetes en las paredes para acceder a los inmuebles y, pasando de habitación en habitación, desalojar a los defensores. Era lo que se bautizó como mouse-holing (ratonera). Así, los canadienses utilizaban sus PIAT (armas anticarro) para practicar esas aberturas y lanzar granadas al interior, para a continuación entrar y barrer las estancias y escaleras con fuego de ametralladora (incluso llegando al cuerpo a cuerpo). A menudo debían repetir la operación con los tabiques, pasando a los cuartos contiguos. Era una forma de pasar de un inmueble a otro sin exponerse a recibir un disparo en las calles. No faltaron ocasiones en que se dinamitaba toda la casa para que se derrumbase sobre el enemigo, algo que practicaron ambos bandos.
Los días 24 y 26 de diciembre, los alemanes llevaron a cabo contraataques que causaron unas 650 bajas a las fuerzas canadienses en la ciudad, pero al estar carentes de suministros y ante el peligro de ser rebasados de flanco y embolsados por la 3ª Brigada, los defensores juzgaron preferible abandonar Ortona en la jornada siguiente. Por tanto, Vokes se apoderó de la ciudad tras poco más de una semana de batalla, el 28 de diciembre, aunque a costa de una sangría humana y material.
El centro histórico ortonés quedó prácticamente derruido y apenas se salvaron la catedral, el hospital y algún sitio más, gracias a que la retirada alemana hizo innecesaria su prevista destrucción. No obstante, lo peor fue el coste humano de lo que se conoció como "Diciembre sangriento".
Los canadienses registraron un número de bajas que superó los 500 muertos, 1.375 si se cuentan las acciones previas en el río Moro y 964 heridos, lo que suponía la cuarta parte de las bajas sufridas en toda la campaña italiana, a las que había que sumar cerca de 5.000 evacuados por enfermedad y/o agotamiento. Parece ser que Vokes lloró al conocer esas cifras, lo que no evitó que sus hombres le apodasen el "Carnicero" y que recibiera duras críticas por su poco imaginativo sistema de sacrificar batallón tras batallón (cosa que seguiría haciendo en la continuación de la marcha hacia Pescara).
El impacto que la batalla tuvo en el desarrollo de la guerra no fue demasiado importante, en comparación con otras de más renombre, salvo por el hecho de que los alemanes tomaron buena nota de su táctica y la repitieron en Montecassino. De hecho, los análisis sobre el valor estratégico de Ortona difieren bastante según el bando. Los Aliados, por ejemplo, la consideraron valiosa por ser uno de los pocos puertos de aguas profundas utilizables en el Adriático para abastecer al Octavo Ejército, acortando las líneas de suministro existentes en el momento, que se extendían hasta Bari y Tarento. Para los alemanes, en cambio, su valor era limitado debido a que habían dinamitado las instalaciones portuarias y no podían usarse, por lo que no merecía la pena el derramamiento de sangre que supuso. Además, siempre consideraron el de Ortona un enfrentamiento menor (dos batallones por cada lado) que defendieron por cumplir con su deber y amplificado por los Aliados; así pareció manifestarlo Vokes con la petulante declaración de que había aplastado y dado una lección al adversario, olvidando que éste le infligió bastantes más bajas que las recibidas.
En cualquier caso, con mayor o menor razón pero por su parecido con el desarrollo de lo ocurrido, luchando casa por casa, la batalla ha pasado a la historia con el sobrenombre de Stalingrado de Italia.


Líneas de defensa alemanas en el centro de Italia

El soldado Ralph Forrester de los Seaforth Highlanders de Canadá, 1.ª División Canadiense, coloca flores en la tumba de su hermano, quien murió en combate en Ortona, 16 de enero de 1944

Un jeep ambulancia del Cuerpo Médico del Real Ejército Canadiense (RCAMC) trae a dos soldados canadienses heridos en el frente del río Moro, al sur de San Leonardo di Ortona, Italia, 10 de diciembre de 1943

Highlanders de Canadá en el entorno del río Moro

Soldados indios del Octavo Ejército Británico cerca de Ortona

Desde que comenzó la guerra en Europa fueron trasladados a Gran Bretaña 500.000 soldados canadienses, los que fueron intensivamente entrenados hasta 1942. Mientras eso ocurría, como complemento del entrenamiento, parte de esas tropas canadienses participaron en dos batallas importantes que terminaron en un total fracaso.
El 10 de julio de 1943, los canadienses formaron parte de la invasión de Sicilia que cayó en 38 días. Desde setiembre de ese año, marcharon 200 km por la bota italiana y sufrieron 2.310 bajas de las cuales 562 resultaron fatales. El 8 de setiembre Italia capituló, pero los alemanes tomaron las posiciones defensivas. Iniciada la invasión del continente, el 8º Ejército Británico tomó la ruta de la costa este de la bota italiana, mientras por el oeste avanzaba el 5º Ejército de EEUU. El día 23 de noviembre cruzaron el río Sangro. En diciembre de 1943 los canadienses se encontraban en el pueblo de Campobasso localizado en el banco sur del Río Moro frente a la Línea Bernhard-Gustav alemana, que era la columna vertebral de la defensa de Italia por las fuerzas alemanas que estaban conformadas por el 5º y 8º Ejércitos al mando del Mariscal Kesselring
Más al norte, el pueblo de Ortona está ubicado sobre una meseta de 70 metros de altura en la costa de la provincia de Chieti, Región Abruzzo, sobre el Adriático. La importancia estratégica de Ortona era la profundidad de su puerto, uno de los pocos en la costa este de Italia con esas características y que era imprescindible para el abastecimiento por mar de las fuerzas británicas. Primero fueron tropas neozelandesas las encargadas de ocupar esa población. Pero, la división neozelandesa compuesta por dos brigadas de infantería y una brigada blindada fue insuficiente para quebrantar las defensas alemanas. Pronto se llegó a un punto en que ni los defensores cedían, ni los atacantes avanzaban. Después de perder 1.200 hombres, incluyendo más de un tercio de la división, a los neozelandeses sólo les quedaba suspender el ataque.
En su lugar fue enviada la 1ª División Canadiense al mando del Mayor General Christopher Vokes. Las fuerzas de Vokes, nacido en Irlanda, se encontraban al máximo de su capacidad y ansiosas de lograr una victoria. Vokes había reemplazado a Guy Simonds en el mes de noviembre y era un comandante que sabía como tratar a los soldados. Este enérgico oficial solía utilizar, en muy alta voz, un vocabulario que cualquier soldado era capaz de comprender. Solía desplegar una gran energía y nadie dudó que el éxito de la 2ª Brigada de Infantería Canadiense en Sicilia fue mérito de Vokes.
Durante los ocho días de lucha en Ortona, los canadienses tuvieron 1.375 muertos y su artillería lanzó 3.000 toneladas de proyectiles sin lograr quebrantar la resistencia de los paracaidistas alemanes hasta que éstos se retiraron. En total las fuerzas canadienses perdieron en Ortona, la cuarta parte del total de muertos durante toda la campaña de Italia. La lucha fue tan dura, que pronto los canadienses llamaron a Ortona "la pequeña Stalingrado" y al igual que en el Frente del Este, la destrucción del pueblo fue de tal magnitud que aún hoy en día se ven las huellas de la feroz lucha. Durante los combates la población civil se mantuvo escondida en los sótanos de sus casas y en edificios públicos, sufriendo las consecuencias de la lucha sin cuartel.
Después de la retirada alemana, el día 28 de diciembre las fuerzas canadienses tenían ya el control de Ortona. Las bajas para el mes de diciembre fueron de 2.400 hombres lo que obligó a la 1ª División Canadiense a tomarse un largo descanso para reponerse de las heridas.




FUENTES:
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Alfonso Anllo Luque

Fuentes: "Ortona. Canada’s epic World War II battle", de Mark Zuehlke https://www.facebook.com/photo?fbid=5635667646482287&set=pcb.1253268951890919
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Claudio A Aguirre
Fuentes:




























Pedro Pablo Romero Soriano PS

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