Adolf Hitler anuncia la invasión a Polonia en el teatro Ópera Kroll (el edificio del Reichstag se quemó en el incendio del Reichstag del 27 de febrero de 1933). Hitler afirma que las hostilidades son una acción defensiva. Afirma, además: "Si algo me ocurriera en esta lucha, entonces mi sucesor será Göring, miembro del partido". No pide una declaración de guerra, pero nadie duda de que la guerra ha comenzado.
Hitler tiene la esperanza, alentado por el ministro de Relaciones Exteriores alemán Ribbentrop, de que Gran Bretaña y Francia no intervendrán. El diplomático sueco no oficial Birger Dahlerus, a instancias de Hermann Göring, telefonea al subsecretario permanente del Ministerio de Relaciones Exteriores británico en Londres, Sir Alexander Cadogan, temprano en la mañana. Quiere negociar algún tipo de entendimiento. Cadogan le dice que no es posible entablar conversaciones a menos que Alemania se retire de Polonia. Alrededor del mediodía, Dahlerus acude a la embajada británica en Berlín con la misma propuesta y le dicen lo mismo.
En agudo contraste con agosto de 1914, cuando hubo frenéticas celebraciones tras el estallido de la Primera Guerra Mundial en Alemania y Austria-Hungría, hay pocas o ninguna manifestación pública en Alemania. Los equipos especializados están ocupados asegurando varios tesoros artísticos y edificios contra ataques aéreos. En algún momento de esa mañana, el secretario de Relaciones Exteriores, Lord Halifax, convoca al encargado de negocios alemán Theo Kordt a Whitehall. Halifax afirma que está al tanto de la invasión de Polonia y que se trata de una "situación muy grave". Luego despide a Kordt.
Esa noche, los embajadores británico y francés se reúnen con Ribbentrop en Berlín. Leen notas que informan al gobierno alemán que debe retirar sus tropas de Polonia o sus países cumplirán con las obligaciones del tratado para salir en defensa de Polonia. Ribbentrop responde que informará a Hitler de esta información, pero que Polonia había atacado a Alemania.
Carristas alemanes observan desde sus panzer, los restos de un regimiento de artillería polaco
“El 5 de setiembre, Hitler visitó inesperadamente nuestros cuerpos acorazados. Me reuní con él cerca de Plevno, en la carretera Tuchel-Schwetz; subí a su automóvil y marchamos a lo largo del eje de avance. Pasamos delante de los restos de la artillería polaca y después, siguiendo de cerca a nuestras tropas, llegamos a Graudenz, donde mandó parar y contempló durante breve tiempo los puentes destruidos sobre el Vístula. A la vista de un regimiento de artillería aniquilado, Hitler me preguntó: ¿Ha sido nuestra aviación quien ha hecho ese destrozo?” y cuando le respondí: No, nuestros cuerpos acorazados”, se quedó simplemente estupefacto”.
Heinz Guderian (Recuerdos de un soldado).
FUENTE:
https://www.facebook.com/photo/?fbid=390315842532265&set=gm.1237655910036809
https://www.facebook.com/photo/?fbid=390315842532265&set=gm.1237655910036809
(Pál Maléter)
Pedro Pablo Romero Soriano PS