Bismarck visto en 1940, antes de completar sus pruebas en el mar
El acorazado alemán Bismarck fue uno de los más famosos buques capitales que combatió en la Segunda Guerra Mundial y ello fue producto de una bien ganada reputación en combate.
Al momento de entrar en servicio se convirtió en una amenaza para la hegemonía británica de los mares; como escribe Sir Winston Churchill en sus Memorias, Inglaterra no podía permitir que ese buque consiguiera salir al océano Atlántico y atacara al tráfico mercante aliado, porque constituiría una amenaza mortal a su subsistencia, que dependía de las mercaderías y materias primas que le llegaban a través del Atlántico.
Si el Bismarck conseguía escapar al cerco de la Royal Navy y se perdía en la inmensidad de ese océano, habría que paralizar totalmente el tráfico mercante desde y hacia las islas británicas, hasta darle caza a ese temible corsario.
Nunca en la Historia se repitió una movilización de fuerzas navales de semejante tamaño contra un solo buque; esto da una idea de lo que el Bismarck era capaz de hacer si ganaba el mar abierto y confirma la hipótesis de que de haberlo logrado podría haber alterado el curso entero de la Segunda Guerra Mundial; hay autores que atribuyen al Bismarck la pérdida de la isla de Creta, ya que al momento de producirse la invasión de la misma, encabezada por los paracaidistas alemanes, las grandes unidades de superficie británicas se encontraban en el Atlántico dando caza al acorazado teutón.
Previo al fatídico día de su hundimiento el acorazado alemán Bismarck navegaba hacia aguas de Dinamarca hasta que los navíos ingleses Hood y el Prínce of Wales lo ubicaron.
La Batalla del Estrecho de Dinamarca en mayo de 1941 fue una victoria para el Bismarck que destacó perfectamente cuán efectivo podía ser este acorazado. Durante esta batalla, el Bismarck hirió de muerte al Hood que terminó por hundirse.
La Batalla del Estrecho de Dinamarca en mayo de 1941 fue una victoria para el Bismarck que destacó perfectamente cuán efectivo podía ser este acorazado. Durante esta batalla, el Bismarck hirió de muerte al Hood que terminó por hundirse.
HMS Hood en 1940
El Hood había sido uno de los buques de guerra más grandes de la Royal Navy hasta que el Bismarck lo había eclipsado, y ahora el acorazado de Alemania lo había hundido. Además de esto, el Prince of Wales también fue golpeado; pero logró mantenerse a flote y se retiró.
Después de esta batalla, la Royal Navy envió refuerzos, ardían en deseos de venganza. Se envió un portaaviones para localizar el Bismarck, y lo avistaron pronto dirigiéndose con rumbo al golfo de Vizcaya.
Los aviones de la Royal Navy regresaron al portaaviones para emprender el ataque, en medio de un mar tormentoso. Esta vez, dieron en el blanco y descendieron sobre el navío alemán en un ataque feroz que deshabilitó las defensas antiaéreas del Bismarck. Los marineros alemanes no tuvieron tiempo de reaccionar y se quedaron con una enorme brecha en el casco de Bismarck. La explosión deshabilitó la maquinaria de dirección de Bismarck, lo que hizo que se desplazara solo en círculos.
El Bismarck era como un pato maniatado a merced de los ingleses.
Por precaución, los británicos navegaron cerca del Bismarck hasta la mañana en espera de que mejoren las condiciones climáticas. El Bismarck quedó indefenso y pasó la noche rodeado del enemigo al acecho.
Al amanecer del 27 de mayo de 1941, tres buques de guerra británicos rodearon a distancia al acorazado discapacitado y abrieron fuego durante los siguientes 90 minutos. A las 10:40 am, el Bismarck recibió el golpe final del HMS Rodney y se deslizó bajo la superficie del océano. Cientos de marineros alemanes estaban a merced del agua gélida del océano mientras flotaban sin protección. De los 2.200 tripulantes del acorazado alemán apenas sobrevivieron.
Construido entre 1936 y 1939 en los astilleros Blohm & Voss de Hamburgo, el Bismarck fue bautizado en honor al canciller que lideró la unificación de los reinos alemanes en 1871. En agosto de 1940 entró en servicio de la Marina Alemana y fue enviado al Mar Báltico a proceder con sus pruebas de navegación y armamento. A pesar de desplazar más de 50.000 toneladas con carga máxima, sus tres turbinas producían 150 mil caballos que empujaban al buque a una velocidad de 30 nudos.
El casco fue botado el 14 de febrero de 1939 con grandes fastos y bautizado por la nieta del canciller Otto von Bismarck, de quien recibió el acorazado su nombre. Tras la botadura continuaron los trabajos de acondicionamiento, en el transcurso de los cuales su roda de proa recta original fue sustituida por una «proa Atlántica» más redondeada, similar a la de los acorazados clase Scharnhorst. El Bismarck fue puesto en servicio en la flota el 24 de agosto de 1940 para iniciar sus pruebas de mar,que se desarrollaron en las aguas del mar Báltico. El capitán de navío Ernst Lindemann tomó el mando de la nave en el momento de su entrada en servicio.
Después del éxito logrado por los buques de superficie en aguas del Atlántico durante el invierno de 1940-41, el Alto Mando naval alemán decidió montar una operación mucho más ambiciosa. La idea era mandar al Atlántico un poderoso grupo de combate formado por los acorazados Bismarck, Tirpitz, Scharnhorst y Gneisenau para atacar el tráfico marítimo aliado. Estos dos últimos acorazados se encontraban en Brest, en la Francia ocupada, desde el 22 de marzo, después de realizar una exitosa campaña de dos meses en el Atlántico Norte al mando del comandante general de la Escuadra, almirante Günther Lütjens, en la que hundieron o capturaron a 22 barcos mercantes totalizando 116.000 toneladas. El Bismarck a punto de terminar su periodo de adiestramiento en el Báltico pronto estaría listo para hacerse a la mar en lo que sería su primer crucero de guerra. Sin embargo, al Tirpitz que acababa de ser entregado a la Kriegsmarine el 25 febrero todavía le quedaban varios meses de adiestramiento, y era improbable que estuviese listo para esa primavera. Además resultó que el Scharnhorst debía entrar en dique seco y someterse a reparaciones en sus máquinas lo que inmovilizaría al buque por lo menos hasta junio.
El 2 de abril, el mismo día que el Bismarck embarcaba los dos últimos hidroaviones Arado 196, el Alto Mando dejó clara la estrategia a seguir en su orden de operaciones (B.Nr. 1. Skl. I Op. 410/41 Gkdos Chefs.). Descartados el Tirpitz y el Scharnhorst, el Bismarck y el nuevo crucero pesado Prinz Eugen serían enviados al Atlántico Norte a finales de abril, bajo el mando del comandante general de la Escuadra. A estos dos buques se les uniría más tarde en alta mar el Gneisenau saliendo desde Brest. La misión de los buques alemanes era la de atacar a los convoyes aliados que operaban en el Atlántico Norte por encima de la línea del Ecuador. No obstante, tras la experiencia sufrida por el Scharnhorst y el Gneisenau en su anterior salida, ahora los convoyes enemigos iban fuertemente protegidos por cruceros o acorazados británicos. Así que llegado el caso, el poderoso Bismarck sería el encargado de hacer frente al buque de escolta, mientras que los otros buques procederían sin problemas al ataque del convoy.
La salida del Bismarck.
A las 10:00 de la mañana del 18 de mayo de 1941 en Gotenhafen, el almirante Lütjens pasó revista a la dotación del Prinz Eugen. Más tarde se celebró una conferencia a bordo del Bismarck, en la que el almirante expuso los planes de la operación a los dos comandantes de buque, capitanes de navío Ernst Lindemann y Helmuth Brinkmann. Se decidió que si el tiempo era favorable, la agrupación no se detendría en el Korsfjord (Krossfjord en la actualidad) y navegaría directamente hacia el norte, para tomar combustible del Weissenburg antes de entrar en el estrecho de Dinamarca entre Islandia y Groenlandia.
Al mediodía, el Bismarck abrió del muelle bajo los acordes de Muß i’ denn tocada por la banda de la escuadra, y fondeó en la rada de Gotenhafen para tomar provisiones y combustible. La Operación Rheinübung se había puesto en marcha. Sobre la 2130 zarpó el Prinz Eugen, y en la madrugada del 19 de mayo, a las 02:00, el Bismarck dejó Gotenhafen. Ambos buques navegaron por separado hasta la isla de Rügen, donde se encontraron al mediodía del 19 de mayo. Entonces Lindemann informó a la dotación por los altavoces que iban al Atlántico Norte a hacer la guerra al tráfico británico por un periodo de varios meses. Después, el Bismarck y el Prinz Eugen siguieron juntos hacia el oeste escoltados por los destructores Z23 (capitán de fragata Friedrich Böhme) y Z16 Friedrich Eckoldt (capitán de fragata Alfred Schemmel). Al anochecer se unió a la agrupación el destructor Z10 Hans Lody (capitán de fragata Werner Pfeiffer) con el jefe de la 6ª Flotilla de destructores capitán de fragata Alfred Schulze-Hinrichs a bordo. Durante la noche del 19 al 20 de mayo, los buques alemanes pasaron por el Gran Belt que se había cerrado al tráfico marítimo, y al mediodía del día siguiente ya estaban en el Kattegat.
La batalla del estrecho de Dinamarca (un duelo de titanes).
La batalla del estrecho de Dinamarca, también conocida como La batalla de Islandia, fue un combate naval de poco más de un cuarto de hora. Un duelo de titanes en el que los buques de guerra más grandes de la tierra (el Bismarck y el Hood) se vieron obligados a medir sus fuerzas dando como resultado el hundimiento de uno de ellos.
Al amanecer del 24 de mayo, el tiempo mejoró y la visibilidad aumentó. La agrupación alemana mantenía un rumbo de 220º y se desplazaba a 28 nudos, cuando a las 05:15, los hidrófonos del Prinz Eugen detectaron el ruido de buques por babor. A las 05:37, los alemanes avistaron lo que creyeron que era un crucero ligero a unas 19 millas (38.480 yardas – 35.190 metros) por babor. A las 05:43, otra unidad sin identificar fue avistada por babor, y seguidamente en el Bismarck y el Prinz Eugen se tocó zafarrancho de combate. A bordo del Bismarck, la identificación de los buques enemigos era dudosa, y eran ahora tomados por cruceros pesados. No obstante, al irse reduciendo las distancias pronto surgió el temor de que fuesen acorazados. Sus sospechas se verían confirmadas en apenas unos minutos. Los buques británicos (el crucero de batalla Hood y el acorazado Prince of Wales como veremos a continuación) marchaban aproados contra la agrupación alemana a 28 nudos con un rumbo de 280º. Probablemente, el vicealmirante Holland, en el Hood, consciente de la vulnerabilidad de su crucero de batalla en un combate a larga distancia, trataba de aproximarse rápidamente antes de abrir fuego. A Lütjens no le quedó otro remedio que aceptar el combate.
Debido a la gran similitud de las siluetas de los buques alemanes, a las 05:49, Holland ordenó concentrar el fuego sobre el buque alemán que marchaba en cabeza (el Prinz Eugen) creyendo que era el Bismarck. En ese momento los buques británicos cayeron 20º a estribor en un nuevo rumbo de 300º para acelerar todavía más la aproximación. A las 05:52, justo antes de abrir fuego, Holland identificó por fin al Bismarck y ordenó cambiar de blanco sobre el buque de la derecha, pero por alguna razón el Hood continuó apuntando al buque alemán en cabeza. A bordo del Prince of Wales sin embargo, concentraron su tiro correctamente sobre el Bismarck que marchaba detrás del Prinz Eugen. De repente, a las 05:52, y con la distancia ya reducida a unas 12,5 millas (25.328 yardas – 23.150 metros), el Hood abrió fuego, seguido del Prince of Wales apenas 30 segundos después a las 05:53. Ambos buques abrieron fuego con las torres proeles, ya que debido a su desfavorable ángulo de aproximación, las torres de popa todavía no podían orientarse hacia el blanco. La primera salva del Prince of Wales cayó a la derecha a popa del Bismarck, después el cañón número 1 de la torre “A” cuádruple de proa quedó temporalmente fuera de servicio debido a fallos mecánicos y no pudo tirar más. La segunda, tercera y cuarta salvas del Prince of Wales cayeron largas. Las primeras salvas del Hood cayeron cortas respecto al Prinz Eugen.
El Bismarck abre fuego contra el Hood.
Las salvas británicas caían ya peligrosamente cerca, pero los cañones alemanes permanecían todavía en silencio. A bordo del Bismarck, el director de tiro, capitán de corbeta Adalbert Schneider, en el puesto director de cofa, solicitaba una y otra vez permiso para abrir fuego sin recibir respuesta alguna del puente. Por fin, a las 05:55, mientras Holland caía con sus buques 20º a babor (lo que permitió a los alemanes identificar ahora claramente al crucero de batalla Hood y a un acorazado de la clase King George V), el Bismarck y el Prinz Eugen respondieron concentrando su tiro sobre el Hood.1 La primera salva del Bismarck cayó corta. A las 05:56, la quinta salva del Prince of Wales volvió a caer larga, pero la sexta ahorquilló al Bismarck aunque a bordo del acorazado británico no se observó impacto alguno. El tiro inicial de los alemanes había sido excelente, y a las 05:57 el Prinz Eugen ya había alcanzado al Hood a la altura del palo mayor provocándole un gran incendio que se extendió hasta la segunda chimenea. Uno o más proyectiles de 203 mm habían alcanzado municiones de artillería antiaérea situadas en la cubierta alta. No obstante, el Bismarck también había sido alcanzado, y Lütjens ordenó al Prinz Eugen cambiar de blanco y abrir fuego sobre este acorazado, junto con las tres torres de babor de la artillería secundaria del Bismarck que acababa de entrar en acción.
A las 06:00, el Hood y el Prince of Wales volvieron a caer otros 20º a babor para poder por fin utilizar sus torres de popa. Pero a las 06:01, y a una distancia inferior ya a 9 millas (18.236 yardas – 16.668 metros), la quinta salva del Bismarck alcanzó al Hood, atravesó su coraza vertical, y penetró en uno de los pañoles de municiones de las torres de popa haciéndolo saltar por los aires. Los observadores alemanes quedaron impresionados por la enorme explosión. El Hood, el mítico Hood, orgullo de la Royal Navy y durante veinte años el buque de guerra más grande del mundo, se partió por la mitad y se hundió en apenas dos minutos en posición 63º 22´ norte y 32º 17´ oeste. Primero la popa y luego la proa. Ni siquiera hubo tiempo para ordenar el abandono del buque. El vicealmirante Holland con todo su estado mayor, el comandante del Hood capitán de navío Ralph Kerr, todos perecieron, y es que de una dotación de 1.421 hombres sólo se salvaron tres que fueron recogidos horas después por el destructor Electra (capitán de fragata Cecil Wakeford May) y desembarcados más tarde en Reykjavik.
06:01 horas. El Hood vuela por los aires visto desde el Prinz Eugen.
Una vez hundido el Hood, el Bismarck cayó a estribor y concentró su fuego sobre el Prince of Wales que ahora se encontraba en clara desventaja. El acorazado británico había tenido que maniobrar para evitar colisionar con los restos del Hood, lo que le acercó más a los alemanes. A las 06:02, el Bismarck alcanzó al Prince of Wales en el puente, matando a todos los presentes menos al comandante, capitán de navío John Catterall Leach y otro hombre. El alcance había caído hasta los 14.000 metros, cuando a las 06:03, el Prince of Wales lanzó una cortina de humo y se retiró del combate después de encajar tres impactos más del Bismarck y otros tres del Prinz Eugen. El Prince of Wales disparó tres salvas más con la torre “Y” cuádruple de popa mientras se retiraba. Pero tirando bajo fuego local, ya que el director de tiro no tenía visibilidad debido a la cortina de humo, no logró impacto alguno. A las 06:09, cuando la distancia alcanzó los 22.000 metros, los alemanes cesaron de disparar y terminó la batalla. Para los británicos debió de resultar increíble, los alemanes mantenían el rumbo en lugar de perseguir al averiado Prince of Wales.
La pérdida del venerable HMS Hood fue devastadora para la moral inglesa, más aún, el temor a que el Bismarck causara aún más daño a la marina obligó al Almirantazgo a montar un dispositivo especial para acabar con la amenaza alemana en los mares. El Suffolk y el Norfolk se mantuvieron al acecho, acompañados por el dañado Prince of Wales. A todo esto, el Bismarck no había salido de la batalla ileso. Un proyectil había perforado dos tanques de petróleo, causando no un daño mayor, pero si la pérdida del combustible, pero, a pesar del consejo de varios de los oficiales de volver a puerto para llevar a cabo las reparaciones necesarias, Lütjens insistió en proseguir la misión. El único cambio fue que ordenó al Prinz Eugen marchar en solitario para, según él, dividir a los barcos británicos en su búsqueda, pero estos no cayeron en la trampa y decidieron concentrar todos sus efectivos en el Bismarck.
Lütjens no sabía que el acorazado King George V y el portaaviones Victorious estaban a menos de 200 millas de su posición. El día 24 por la noche, un escuadrón de nueve torpedo-bombarderos Swordfish del Victorious encontraron al Bismarck y le atacaron con ocho torpedos, pero sólo uno dio en el blanco sin causar mayores daños. Pero el ataque sí tuvo consecuencias, pues dentó la confianza de Lütjens para luchar en solitario y decidió dirigirse al puerto francés de St. Nazaire. Durante la noche, el Suffolk perdió contacto con el Bismarck y el almirantazgo pensó que el barco alemán navegaría hacia el oeste, hacia las rutas de los convoyes, cuando el Bismarck estaba haciendo lo contrario. Durante los próximos dos días la confusión reinó tanto en el cuartel general de la Marina como en el Almirantazgo, que debido al uso incorrecto de los mapas y el mal tiempo, había enviado al King George V a la posición incorrecta. Finalmente, el 26 el mayo por la mañana un Catalina encontró al Bismarck a poco menos de mil millas de El Ferrol, en España, y comunicó su posición al Almirantazgo, y al capitán del portaaviones Ark Royal, que se acercaba desde Gibraltar.
A las 14:30 los primeros Swordfish del Ark Royal despegaban de su cubierta, en condiciones climáticas adversas, y empeorando. Dos horas después, el líder observó una gran mancha en su radar y ordenó a sus 14 aviones lanzarse sobre el buque que, sin embargo, resultó ser el Sheffield. Afortunadamente el Sheffield no sufrió daños considerables, pero se había perdido una oportunidad más de hundir el Bismarck. Los Swordfish repostaron en el Victorious y se lanzaron nuevamente en la búsqueda del acorazado alemán. A las 19:40 se encontraron nuevamente con el Sheffield, pero esta vez estaban avisados y su tripulación les dirigió directamente hacia el Aviones Swordfish volando sobre el HMS Ark RoyalBismarck, 12 millas al sureste. A oscuras y con el mar picado, los Swordfish lanzaron 14 torpedos, con dos impactos confirmados y uno posible. Uno de esos torpedos golpeó la hélice de estribor, bloqueando el mecanismo de dirección y el timón. Un avión inglés enviado a observar el daño informó que el Bismarck navegaba en círculos a menos de ocho nudos. El acorazado más potente de Alemania quedó incapacitado, sólo el manto de la noche le daría un descanso temporal, pero Lindenmann y Lütjens sabían que sin control, el Bismarck tenía pocas esperanzas. Durante la noche el acoso no cesó. El Norfolk y el King George V no tardaron en llegar, y antes del amanecer se les unió el también acorazado Rodney, que fue el primero en abrir fuego a las 8:47, a una distancia de 20 kilómetros, y un minuto después, el King George V hizo lo mismo. El Bismarck respondió al ataque dos minutos después, pero sólo con sus dos cañones de popa, “Anton” y “Bruno”, ante la imposibilidad de girar el buque a placer. A las 8:54, el Norfolk añadió sus cuatro torretas al ataque.
El Bismarck recibió el primer impacto a las 9:02, cuando varios proyectiles destruyeron el castillo, el palo de trinquete y el telémetro de proa, el mecanismo de cálculo de tiro de “Anton” y “Bruno”, dejándolas fuera de combate. El control de fuego fue transferido al telémetro de popa, desde donde el oficial de artillería logró disparar cuatro proyectiles contra el King George V, ninguno de los cuales dio en el blanco. A las 9:13 también ese telémetro fue destruido, y los cañones “Dora” y “Cesar” tuvieron que ser disparados localmente, pero sin un rango de fuego adecuado. Mientras tanto, el Rodney disparó seis torpedos contra el Bismarck, pero todos fallaron. A las 9:21, el cañón “Dora” quedó destruido cuando uno de sus propios proyectiles estalló dentro del barril. Diez minutos después, “Cesar” disparaba su última bala antes de ser destruido por la masiva avalancha de fuego inglés.
Inutilizada la capacidad de fuego de largo alcance del Bismarck, el Rodney se acercó a una distancia de 4,5 kilómetros, y continuó su ataque. Desde las 9:40 y hasta las 10:16, el buque al Mando del Almirante Tovey no paró de disparar al Bismarck, con un total de 380 proyectiles de 40 cm, sólo desde este barco. Tan espesa era la cortina de fuego que caía sobre el Bismarck que un escuadrón de Swordfish que llegó del Ark Royal a las 10:15 prefirió mantenerse al margen. El Norfolk lanzó cuatro torpedos más y al menos uno golpeó al Bismarck bajo la línea de flotación y, a las 10:20, el Dorsetshire se unió a la batalla lanzando dos torpedos más que también dieron en el blanco, pero el acorazado aguantaba, aunque ya inclinado hacia babor. Finalmente, no fueron los proyectiles ni los torpedos del enemigo los que terminaron la tarea, sino los mismos marinos del Bismarck quienes colocaron cargas explosivas para terminar con su martirio. El orgullo de la flota alemana volcó y se hundió a las 10:39, casi dos horas después de haberse iniciado el combate.
De los aproximadamente 800 marinos del Bismarck que pudieron abandonar el barco antes de hundirse, sólo 116 fueron rescatados, 86 por el Dorsetshire y 25 por el también británico Maori, pero pronto abandonaron por el temor a la presencia de submarinos. Uno de estos U-Boots encontró dos sobrevivientes unas horas después, y un barco meteorólogo alemán rescató a dos más al día siguiente. El día 30, el Crucero español Canarias recogió los únicos dos cadáveres, a los que procedió a otorgar un funeral naval, en el fondo del océano. Al final, de una dotación de más 2.200 hombres sólo se salvaron 115 de los que 110 fueron hechos prisioneros.
Otto Ernst Lindemann (Altenkirchen, 28 de marzo de 1894 – Océano Atlántico Norte, 27 de mayo de 1941) fue un capitán de navío alemán, famoso por ser el primer y único comandante del malogrado acorazado Bismarck durante la Segunda Guerra Mundial.
Lindemann ingresó en la Marina Imperial alemana en 1913 y tras una formación básica sirvió en varios buques de guerra durante la Primera Guerra Mundial como oficial de telegrafía. A bordo del SMS Bayern participó en la Operación Albión en octubre de 1917. Después del conflicto ocupó diversos cargos de oficial y puestos de entrenamiento de artillería. Un año después del estallido de la Segunda Guerra Mundial, en 1940, fue nombrado comandante del que entonces era el mayor buque de guerra del mundo y orgullo de la Kriegsmarine alemana, el acorazado Bismarck
HMS Hood.
Al mando del vicealmirante Lancelot Ernest Holland, el Hood y el Prince of Wales abrieron fuego con sus torres delanteras a una distancia de 22 km, empeñando desde larga distancia el combate, lo que se tradujo en la inmediata respuesta de los alemanes. Esto fue un error táctico fatal de parte de los ingleses, justamente porque atrajo antes de tiempo la respuesta alemana que Lutjens retenía y los fatales tiros en caída vertical. Holland intentó rápidamente cerrar distancias a la máxima velocidad para evitar los mortales tiros en caída vertical. El avance se hacía disparando las torres delanteras; se avanzaba a la mayor velocidad posible debido a la conocida debilidad del “Hood”.
A las 5:58, un tiro rasante del Bismark sin explotar golpeó la plataforma de observación ubicada en el tope del mástil principal causando bajas. En torno a las 5:59 horas, un tiro del crucero Prinz Eugen impactó en los depósitos de municiones de cubierta, produciendo incendios en la cubierta de botes. A las 6:00, a 7 min de comenzado el combate y cuando ya viraba para poder emplazar las torres de popa para hacer una salva artillera completa y oponer su blindaje lateral, una salva (la sexta) del Bismarck le alcanzó en algún lugar al lado del mástil de popa, penetrando profundamente hasta la barbeta, e hizo estallar los depósitos de cordita de las torres traseras. Una llamarada blanca brillante más alta que el mástil surgió por unos instantes, y a continuación el gran navío explotó violentamente, expulsando las torres traseras y centenares de restos, partiéndose en dos. La popa se hundió rápidamente y la parte delantera lo hizo más lentamente, lo que pudo facilitar el disparo de las torres de proa como una postrer despedida antes de hundirse y que sobrevivieran algunos marinos. Estos últimos disparos tuvieron lugar a consecuencia de la explosión espontánea de las cargas de propulsión. Finalmente, sólo se salvaron tres marineros, Ted Briggs, William Dundas y Bill Tilburn, todos estaban en el mástil puente.
HMS Royal Oak
El Fairey Swordfish (pez espada) era un biplano torpedero construido por Fairey Aviation y usado por el Arma Aérea de la Marina británica durante la Segunda Guerra Mundial. Aunque aparentemente obsoleto, echó a pique más tonelaje enemigo que cualquier otro torpedero aliado
La persecución y hundimiento del Bismarck fue uno de los episodios más palpitantes de la batalla del Atlántico. Había mucho en juego, pues la capacidad destructora del acorazado alemán era tal que ponía en riesgo el sistema de convoyes del que dependían las Islas Británicas para su supervivencia. Ambos bandos cometieron errores, pero la superioridad numérica de la Royal Marine fue la ventaja definitiva. Enviar al Bismarck casi en solitario y sin esperar al Tirpitz, al Scharnhorst y al Gneisenau, con los que la Kriegsmarine podría haber inclinado la balanza, fue el más grave de los errores. Nunca sabremos cuál hubiese sido el resultado de un enfrentamiento más igualado, pero si sabemos que más de 2.000 marinos perdieron la vida en el intento. 27 de Mayo de 1941: Hundimiento del Bismarck.
FUENTES y Bibliografía:
https://www.facebook.com/photo?fbid=4962906787136816&set=gm.1373327763136289
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Apocalipsis: la Segunda Guerra Mundial™
Álvaro Núñez de Pazos
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Pedro Pablo Romero Soriano PS