El Frente Oriental: auge y caída de la Wehrmacht en la URSS

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El 22 de junio de 1941 se ponía en marcha la “Operación Barbarroja”, nombre con el que se designó la invasión. Los alemanes establecieron tres objetivos fundamentales que fueron asumidos por tres cuerpos de ejército. El del Norte, que buscaba la conquista de Leningrado (actual San Petersburgo), el del Centro, que apuntaba hacia Moscú (la capital), y el del Sur, cuyo objetivo era Kiev (capital de Ucrania).
Las operaciones deberían haberse concluido antes del invierno, pues los ejércitos alemanes (3 millones de hombres) estaban preparados tan solo para una guerra de unas pocas semanas. El Alto mando alemán preveía que los ejércitos rusos, tomados por sorpresa, fácilmente se desmoronarían.
Stalin asistió con sorpresa a la inesperada invasión y tardó algún tiempo en reaccionar. Los grupos de ejército alemanes avanzaron sin grandes obstáculos por las estepas rusas con su habitual celeridad. Causaron enormes pérdidas al Ejército soviético y capturaron cientos de miles de prisioneros. Para frenar el avance germano, Stalin ordenó consumar una estrategia de “tierra quemada”.
Con ello lograría dificultar a los alemanes su abastecimiento durante el invierno. Numerosas fábricas fueron desmanteladas y trasladadas enteras más allá de la cordillera de los Urales, en la zona asiática de Rusia. Allí se volvieron a poner en funcionamiento para contribuir a la contraofensiva, prevista para el invierno.
El 8 de septiembre de 1941 los alemanes pusieron cerco a Leningrado, éste se prolongaría durante 900 días, hasta 1944. El día 16 de ese mes, sus ejércitos envolvieron la región de Kiev y, en el mes de diciembre, se apostaron frente a las puertas de Moscú.
Pero la llegada del invierno detuvo el avance alemán. Las temperaturas descendieron por debajo de los 40 grados bajo cero y, las tropas germanas, preparadas tan solo para una corta campaña, sin el abastecimiento y los uniformes adecuados, comenzaron a resentirse. Fue el momento elegido por Stalin para lanzar su contraofensiva.
La campaña en el Frente oriental, que se había planeado llevar a cabo un año antes, supuso la verdadera generalización del conflicto. El fracaso de sus planes para concluirla en pocos meses llevó al Ejército alemán a enfrascarse en una penosa guerra de desgaste, al tiempo que luchaba en dos frentes, algo que sus generales habían intentado evitar.
El ataque alemán contra la URSS se desplegó desde el océano Glacial Ártico hasta el mar Negro. Durante el resto del verano y hasta finales de 1941, las tropas alemanas avanzaron por el interior del país y llegaron a las puertas de Leningrado y Moscú y a Ucrania. Puesto que el Ejército Rojo se tambaleaba ante los ataques alemanes, Stalin inició el traslado de las plantas industriales y sus obreros, que estaban al alcance del enemigo, más allá de los montes Urales. Gran parte de lo que no pudo ser trasladado fue destruido, siguiendo una política de tierra quemada.
Durante algún tiempo pareció que el rápido ataque alemán iba a triunfar, puesto que millones de soldados soviéticos fueron cercados y aniquilados o capturados.
En los Países Bálticos, Bielorrusia y Ucrania los invasores encontraron una amistosa recepción por parte de quienes habían sufrido el estalinismo. Sin embargo, las atrocidades cometidas por los alemanes en su avance multiplicaron la resistencia soviética. El avance hacia Leningrado quedó detenido en septiembre de 1941, pero la ciudad estuvo sitiada hasta enero de 1944.
Las bajas producidas durante el asedio superaron la cifra de 1.250.000 personas. En los primeros días de 1942, Moscú se vió liberada definitivamente del cerco germano.
A partir de 1944, la Wehrmacht carecía de suficientes soldados veteranos para cubrir sus filas, sus mejores tropas habían sido destruidas en batalla contra las tropas soviéticas en tres años de cruenta lucha, quedando ante ellas en una clara situación de inferioridad numérica, la Wehrmacht, ya debilitada por las pérdidas en combate contra el violento contraataque de la Unión Soviética no pudo rechazar ni contener el avance del rodillo soviético debiendo efectuar un rápido repliegue. Había cambiado el signo de la guerra.
Stalin, que permaneció en Moscú mientras se producía el ataque alemán, apeló al nacionalismo ruso, instando a salvar a la “Madre Rusia”. De hecho, la URSS fué el país que más bajas sufrió durante la contienda.

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En 1939, la propaganda se había esforzado mucho en dar la impresión de que la Wehrmacht era el ejército más moderno y mecanizado del mundo.

Nada más lejos de la realidad, como lo demostró ya la campaña sobre Polonia: apenas 15 divisiones de las 54 utilizadas contaban con alguna mecanización; el resto dependía de grandes cantidades de caballos y de hombres que marchaban a pie, del mismo modo que lo habían echo los ejércitos prusianos y alemanes durante cientos de años.
Ningún ejercito del mundo dependió tanto de los caballos como la Wehrmacht. La foto pareciera de hace cientos de años, pero de hecho se trata del verano de 1941, durante la invasión a la URSS.






FUENTES y  Bibliografía:

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Alexander Porras
































Pedro Pablo Romero Soriano PS

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