Dos soldados soviéticos no identificados compartiendo la revista del técnico de aviación estadounidense Cpl. Thomas Klopack, en el aeródromo de la 169ª Base Aérea de Propósitos Especiales de Poltava, en Ucrania, durante la Operación Frantic, el 22 de junio de 1944
Una misión conjunta de bombardeo soviético-estadounidense sobre Alemania llevada a cabo en 1944 que tenía por objeto mejorar las relaciones entre los dos países, acabó causando graves pérdidas y contribuyó en gran medida al inicio de la Guerra Fría.
Desde el día en que entró en la Segunda Guerra Mundial en diciembre de 1941, Estados Unidos planeó usar los campos de aviación soviéticos para bombardear masivamente Alemania, pero durante años se encontró con una obstinada resistencia soviética a tal idea.
No fue hasta febrero de 1944 que Stalin aprobó los planes para que un pequeño número de bombarderos estadounidenses operaran desde bases aéreas soviéticas. Así nació la Operación Frantic, que daba a los estadounidenses la oportunidad de bombardear objetivos estratégicamente importantes en Alemania a los que no podían llegar desde campos de aviación de Inglaterra e Italia.
La RAF se negó a unirse a la operación, debido a la profunda desconfianza de Winston Churchill hacia los soviéticos. Sin embargo, los líderes estadounidenses vieron una oportunidad perfecta para mejorar las relaciones con la URSS.
Los bombarderos yanquis utilizaron una técnica de “bombardeo lanzadera” durante la Operación Frantic, en la que los aviones despegaban de los campos de aviación soviéticos, pero después de atacar los objetivos enemigos aterrizaban en aeródromos de la Italia ocupada por los Aliados. En su siguiente misión, los aparatos despegaban de Italia, bombardeaban sus objetivos y aterrizaban en bases soviéticas.
“El bombardeo lanzadera” fue diseñado para engañar a los pilotos de la Luftwaffe, que normalmente intentaban interceptar a los bombarderos aliados de camino a casa. Empleando esta técnica, los alemanes nunca podían saber hacia qué dirección se dirigirían los bombarderos después de llevar a cabo su misión.
Se eligieron tres aeródromos cerca de Poltava, en Ucrania oriental, para el despliegue de las “fortalezas voladoras” B-17 y los bombarderos pesados B-24, además de los cazas de escolta P-51 y P-38.
Varios miles de especialistas estadounidenses y grandes cantidades de carga y munición fueron transportados a Poltava durante la primavera de 1944. Los estadounidenses fueron calurosamente recibidos por los lugareños. Incluso una banda de jazz de Poltava tocó en su honor.
“Fueron recibidos con alegría. Estábamos atacando a nuestro enemigo común. Fue un acontecimiento feliz para la causa”, recordó Vladímir Stankévich, que trabajó como traductor en el aeródromo.
La Operación Frantic fue iniciada oficialmente el 2 de junio, cuando 200 bombarderos y militares estadounidenses despegaron de Italia, bombardearon una estación de ferrocarril en Hungría y aterrizaron por primera vez en los campos de aviación soviéticos.
Los pilotos conocieron entonces a sus futuros colegas, los mecánicos soviéticos. Además disfrutaron de paseos por Poltava, hablaron con los lugareños y filmaron todo con sus cámaras de cine. A pesar de las diferencias de idioma y de las fuertes recomendaciones de la contrainteligencia soviética SMERSH (Muerte a los espías, por sus siglas en ruso) de no entablar contactos estrechos con los estadounidenses, los pilotos establecieron relaciones de confianza con el personal soviético.
Ocurrieron algunos incidentes cómicos. El teniente Fried, por ejemplo, intentó entrar en el ayuntamiento de Poltava sin disponer de ningún pase que le diese acceso. Después de ser detenido, Fried declaró: “Fui allí para ver con mis propios ojos cómo y dónde trabajaba su Partido Comunista”.
Los bombardeos regulares de objetivos estratégicos clave en Alemania, Polonia, Hungría y Rumania se prolongaron durante un mes hasta que la operación se vio afectada por una catástrofe.
Al sufrir fuertes ataques en sus fábricas militares y en los principales cruces ferroviarios, los alemanes no tardaron en responder. El 21 de junio, un He-111 siguió en secreto a los bombarderos estadounidenses cuando regresaban a los campos de aviación soviéticos e identificaron su lugar de despliegue.
“El último bombardero americano traía un avión de reconocimiento alemán tras de sí. El alemán hizo sólo un círculo sobre el aeródromo y desapareció. Nuestros cazas intentaron interceptarlo, pero fracasaron”, recordó el mecánico Yuri Dubrovin.
La noche siguiente, bombarderos alemanes y húngaros atacaron el aeródromo cerca de Poltava. Ni los cazas soviéticos ni los artilleros antiaéreos locales pudieron detenerlos. De hecho, los disparos desde tierra proporcionaron un punto de orientación perfecto para los aviones agresores.
“Sólo quería una cosa: morir. Fue un verdadero infierno”, recordaría la paramédica Marina Kovaliova.
Los norteamericanos sufrieron pérdidas colosales, siendo destruidos 47 de los 73 aviones presentes en el aeródromo. También se acabó con grandes almacenes de munición y carga de Estados Unidos. “Esta fue nuestra mayor pérdida sufrida en un solo aeródromo durante toda la guerra”, declaró el comandante de un B-17, John Pesch.
FUENTE:
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(Claudio A Aguirre)
Pedro Pablo Romero Soriano PS