Chester Nimitz

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Foto coloreada de Chester Nimitz por Johnny Sirlande para Historic photo restored in Color

Era el 17 de diciembre de 1941 y el almirante Chester Nimitz, designado Comandante en Jefe de la Flota del Pacífico por el presidente Franklin D. Roosevelt, asumía el comando en la cubierta superior del submarino USS Grayling. La ceremonia de cambio de mando normalmente se habría realizado a bordo de un acorazado, pero todos los acorazados de Pearl Harbor, Hawai, se habían hundido o dañado durante el ataque lanzado diez días antes. Aparte Nimitz era submarinista, no creo que le haya importado demasiado.
Había realmente un espíritu de desesperación, abatimiento y derrota; uno hubiese pensado que los japoneses ya habían ganado la guerra, considerando además los rotundos éxitos de las fuerzas niponas en el Pacífico Sur.
El día de Navidad de 1941, el almirante Nimitz realizó una recorrida a través de la destrucción que los japoneses habían causado en Pearl. Grandes acorazados hundidos y embarcaciones de la armada abarrotaban las aguas por todas partes.
Cuando la embarcación regresó al muelle, el joven timonel preguntó: "Bueno, señor, ¿qué piensa después de ver toda esta destrucción?" La respuesta del almirante Nimitz sorprendió a todos los presentes: "Los japoneses cometieron tres de los errores más grandes que podría cometer una fuerza de ataque, o Dios estaba cuidando a los Estados Unidos.”
Conmocionado y sorprendido, el joven timonel preguntó: "¿Qué significa eso señor?" Nimitz explicó:
“Error número uno: los japoneses atacaron el domingo por la mañana. Nueve de cada diez tripulantes de esos barcos estaban en tierra con permiso. Si esos mismos barcos hubieran sido atraídos al mar y hundidos, hubiésemos perdido 38.000 hombres en lugar de 3.800.
Error número dos: cuando los japoneses vieron todos esos acorazados alineados, se dejaron llevar por la tentación de hundirlos y no bombardearon nuestros diques secos ni una sola vez. Si hubieran destruido nuestros diques secos, hubiésemos tenido que remolcar cada uno de esos barcos al continente para que sean reparados. Hoy los barcos están en aguas poco profundas y pueden reflotarse. Un remolcador puede llevarlos a los diques secos, y podemos hacer que los reparen y que estén en el mar antes de que hubiesen llegado al continente. Y ya tengo tripulaciones en tierra ansiosas por tripular esos barcos.
Error número tres: cada gota de combustible en el teatro de operaciones del Pacífico está en los tanques de almacenamiento en tierra, a cinco millas de distancia sobre esa colina. Un avión de ataque podría haber ametrallado esos tanques y destruido nuestro suministro de combustible.
Por eso digo que los japoneses cometieron tres de los errores más grandes que podía cometer una fuerza de ataque, o que Dios se estaba cuidando a los Estados Unidos.”
El presidente Roosevelt había elegido al hombre adecuado para el trabajo adecuado. Se necesitaba desesperadamente un líder que pudiera ver luz en medio de las nubes del abatimiento, la desesperación y la derrota.

Autor: Fortis Leader para Fortis Leader - The Pacific & Asia



 El almirante Chester Nimitz se encontraba viajando desde Washington hacia Oahu para tomar el comando de la Flota del Pacífico. En Pearl Harbor había realmente un espíritu de desesperación, abatimiento y derrota; uno hubiese pensado que los japoneses ya habían ganado la guerra, considerando además los rotundos éxitos de las fuerzas niponas en el Pacífico Sur sobre los que hablamos estas últimas semanas.
El día de Navidad de 1941, el almirante Nimitz -que todavía no había tomado el comando- realizó una recorrida a través de la destrucción que los japoneses habían causado en el puerto militar hawaiano y sus alrededores. Grandes acorazados hundidos y embarcaciones de la armada abarrotaban las aguas por todas partes.
Cuando la embarcación regresó al muelle, uno de los presentes preguntó: "Bueno, señor, ¿qué piensa después de ver toda esta destrucción?" La respuesta del almirante Nimitz sorprendió a todos los que allí estaban: "Los japoneses cometieron tres de los errores más grandes que podría cometer una fuerza de ataque, o Dios estaba cuidando a los Estados Unidos.”

“Pardon me, sir?”

“Error número uno: los japoneses atacaron el domingo por la mañana. Nueve de cada diez tripulantes de esos barcos estaban en tierra con permiso. Si esos mismos barcos hubieran sido atraídos al mar y hundidos, hubiésemos perdido 38.000 hombres en lugar de 3.800.

Error número dos: cuando los japoneses vieron todos esos acorazados alineados, se dejaron llevar por la tentación de hundirlos y no bombardearon nuestros diques secos. Si hubieran destruido nuestros diques secos, hubiésemos tenido que remolcar cada uno de esos barcos al continente para que sean reparados. Hoy los barcos están en aguas poco profundas y pueden reflotarse. Un remolcador puede llevarlos a los diques secos, y podemos hacer que los reparen y que estén en el mar antes de que hubiesen llegado al continente. Y ya tengo tripulaciones en tierra ansiosas por tripular esos barcos.

Error número tres: cada gota de combustible en el teatro de operaciones del Pacífico está en los tanques de almacenamiento en tierra, a cinco millas de distancia sobre esa colina. Un avión de ataque podría haber ametrallado esos tanques y destruido nuestro suministro de combustible.
Por eso digo que los japoneses cometieron tres de los errores más grandes que podía cometer una fuerza de ataque, o que Dios se estaba cuidando a los Estados Unidos.”
Se había elegido al hombre adecuado para el trabajo adecuado. Se necesitaba desesperadamente un líder que pudiera ver luz en medio de las nubes del abatimiento, la desesperación y la derrota.


Autor: Fortis Leader para Fortis Leader - The Pacific & Asia



FUENTES:
https://www.facebook.com/fortisleaderpacific/photos/a.115526410728720/226912716256755/

Fortis Leader - The Pacific & Asia

Fuente (con notas propias): “Nimitz, reflections on Pearl Harbor”, de William A. Edwing.
Imagen restaurada y coloreada por FGF Colourised
https://www.facebook.com/fortisleaderpacific/photos/a.115526410728720/124284029852958/

Fuente (con notas propias): “Nimitz, reflections on Pearl Harbor”, de William A. Edwing.






















Pedro Pablo Romero Soriano PS

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