Hermosa composición artística de los nueve tripulantes de los submarinos enanos tipo Kō-hyōteki, fallecidos durante el ataque a Pearl Harbor. Eran cinco submarinos tripulados por dos marinos cada uno y sólo uno de ellos sobrevivió, convirtiéndose en el primer prisionero de guerra capturado por los estadounidenses, el alférez Kazuo Sakamaki.
Horas antes de que enjambres de aviones enemigos descendieran de la nada en un ataque contra el puerto militar y base naval de Oahu, los cinco submarinos enanos japoneses (poco más de 20 metros de largo) ya estaban al acecho bajo la superficie del océano para unirse al asalto. Con dos hombres y dos torpedos que tenían el doble de carga explosiva que los que llevan los bombarderos japoneses, estos submarinos a batería podían navegar a 19 nudos y operar en las aguas de Pearl Harbor, que eran poco profundas para los submarinos convencionales.
Los japoneses planearon originalmente que la "Operación Hawai" fuera únicamente un ataque aéreo, pero la modificaron para probar en combate los submarinos enanos recientemente desarrollados, que debían emerger después del inicio del ataque aéreo y disparar sus torpedos contra la flota estadounidense.
Robert M. Citino, historiador principal del Museo Nacional de la Segunda Guerra Mundial, dijo que "Hay una tendencia entre el personal militar a hacer sus planes más complicados de lo que deben ser, y la marina japonesa, en particular, tendió a planificar demasiado sus operaciones". “Los pilotos que iban a llevar a cabo la incursión tenían terror de que si uno de los submarinos enanos era hundido o capturado, perdieran el factor sorpresa."
Lanzados desde un submarino convencional a 7 millas de Pearl Harbor, los hombres dentro de los sumergibles sabían que su misión era prácticamente suicida. Y no mucho después del lanzamiento del quinto submarino enano, los temores de los aviadores navales se cumplieron: el dragaminas USS Condor informó sobre el avistamiento de un periscopio al destructor USS Ward, quien lo detectó y abrió fuego, destruyéndolo
Los informes se filtraron lentamente hasta las autoridades superiores. El almirante Husband E. Kimmel, comandante de la Flota del Pacífico de los EE.UU. todavía se estaba vistiendo en sus habitaciones esperando la confirmación del informe cuando el zumbido de los bombarderos en picado japoneses rompió repentinamente la soledad del domingo por la mañana. El comando del Ejército y los aeródromos en Oahu tampoco recibieron noticias sobre el submarino enemigo al inicio del ataque que se cobraría la vida de más de 2.400 estadounidenses.
La razón: había habido falsas alarmas de submarinos alrededor de Pearl Harbor en las últimas semanas, por lo que no todos estaban seguros de lo que realmente había sucedido.
Mientras que cuatro de los submarinos enanos terminaron descansando en el lecho marino, ya sea alcanzados por barcos estadounidenses o por fallas mecánicas, el quinto tuvo un giroscopio defectuoso y encalló en un coral. Un disparo fallido del destructor estadounidense USS Helm lo liberó pero dejó a la tripulación inconsciente. Cuando el alférez Sakamaki recobró el conocimiento, su nave se había desviado hacia el este de Oahu. Su compañero se ahogó al abandonar la nave y Sakamaki, encontrado nuevamente inconsciente, fue tomado prisionero.
Para consternación de los pilotos que atacaron Pearl Harbor, el Ejército japonés atribuyó falsamente a uno de los submarinos enanos el haber dado el golpe fatal al USS Arizona. Los nueve submarinistas japoneses que perecieron se convirtieron en héroes en Japón y recibieron dobles ascensos póstumos, mientras que Sakamaki solo se ganó el desprecio de muchos de sus compatriotas por no tomar la honorable ruta del suicidio.
Autor:Fortis Leader - The Pacific & Asia
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