Los días 27 y 28 de marzo de 1945, 16 líderes del ejército territorial polaco que habían entablado relaciones con las unidades soviéticas fueron arrestados y conducidos a Moscú, el más relevante Leopold Okulicki, y encerrados en la prisión de Lubianka. Las detenciones causaron gran consternación en Washington y fueron vistas y entendidas como el primer incumplimiento serio de Yalta (Henry Kissinger consideró este hecho como el primer acto de lo que se conocería como la Guerra Fría). Sin embargo, aunque el incidente era serio y generó una gran indignación, no era tan diferente de muchos otros problemas que habían surgido dentro de la Gran Alianza, durante los años de la guerra.
El 20 de abril, Viacheslav Mólotov viajaba hacia los Estados Unidos para atender a la Conferencia de San Francisco en la que se adoptaría la Carta de las Naciones Unidas. En principio no iba a asistir, pero Stalin accedió como gesto de deferencia con el fallecido presidente norteamericano y su proyecto. Los norteamericanos pusieron a su disposición un avión y le alojaron en la casa Blair, al lado de la Casa Blanca. El 22 de abril a las 20:30 después de cenar, Truman y Mólotov se encontraron por primera vez. Fue una charla corta en la que abordaron diversos temas, entre ellos Polonia. El comisario soviético obviamente defendió las posiciones de su gobierno.
El Presidente norteamericano se reunió con sus asesores el 23 abril a las 14:00 horas en lo que sería la primera gran reunión que abordaba las relaciones con la URSS. Asistieron el secretario Stimson, el embajador Harriman, el general Marshall, Sttetinius, Bohlen y el general Deane. El incidente se había producido en Polonia, pero la discusión se centró en si los soviéticos estaban cumpliendo o no los acuerdos de Yalta. Harry. S. Truman justo había recibido el día anterior un informe de Edward Stettinius Jr. indicando lo contrario. Durante el análisis de las relaciones norteamericano – soviéticas Harry Truman con sus colaboradores comentó que si los rusos no cooperaban “se podían ir al infierno”. El historiador norteamericano Gar Alperovitz lo utiliza como un indicador de la nueva política norteamericana pero el caso es que este tipo de exabruptos eran muy típicos de Truman en contextos informales.
El Secretario de Guerra estaba en desventaja ya que él no había estado en Yalta. Estaba de acuerdo con Harriman y Deane en que los rusos habían causado algunos problemas y debían mejorar sus formas. Por otra parte, habían cumplido todas sus promesas en la guerra y habían comenzado ofensivas en momentos donde los norteamericanos las necesitaban. En cuanto a las elecciones libres estas solo tenían lugar en países como el Reino Unido o los Estados Unidos. James Forrestal por su parte no estaba de acuerdo con que la detención era un incidente aislado, sino que era algo sistémico, los soviéticos querían dominar completamente la Europa del Este. El almirante Leahy estaba de acuerdo con Forrestal, pero entendía que los acuerdos de Yalta podían ser interpretados de dos maneras posibles. Los representantes del Departamento de Estado, Sttetinius y Bohlen, apoyaron las tesis de Harriman y Forrestal. Stimson en su diario sostiene que solo recibió apoyo del general Marshall quien recordó al Presidente que el Ejército Rojo iba a jugar un papel importante a la hora de derrotar a los japoneses. Sin embargo, las discrepancias no eran tan grandes. Averell Harriman o el propio Stimson era partidarios de adoptar cierta posición de firmeza ya que la alianza no corría peligro. El general Marshall no veía apropiado el momento, pero tampoco veía con malos ojos una posición más firme. Truman acabó la reunión afirmando que seguiría el consejo de la mayoría.
Mólotov retornó a la Casa Blanca por la tarde, a las 17:30. La conversación tuvo lugar en el despacho oval, el Presidente quien se encontraba acompañado por Sttetinius y Harriman. Bohlen y Paulov hicieron, como de costumbre de traductores. En un estilo absolutamente diferente del practicado por Roosevelt, exigió al embajador soviético que cumpliera los compromisos adquiridos en Yalta sobre todo en el caso de Polonia. Mólotov, de forma muy característica en él, insistió en que su gobierno los estaba cumpliendo estrictamente. Después de una conversación larga Truman pidió a Mólotov que transmitiera a Stalin su petición para que permitiera a 3 o 4 polacos no comunistas, incluyendo Mikolajczyk, entrar en el gobierno polaco. En sus memorias, escritas años más tarde con ayuda de Dean Acheson y en plena Guerra Fría, el Presidente adornó considerablemente esta conversación para mostrar que había sido firme con la URSS desde el principio. El Presidente relata que Mólotov le contestó “nunca me hablado así en mi vida” a lo que le contestó “cumplan sus acuerdos y no le hablarán de esa forma”.
El incidente se utilizó para mostrar que Truman siempre, y desde el principio, había tenido una actitud firme ante el comunismo. Tanto aquellos que lo defienden, por su confrontación contra el comunismo, como aquellos que lo critican, por su intransigencia, han aceptado esta versión de los hechos.
Sin embargo, parece que la narración de la entrevista es bastante exagerada y Truman utilizó palabras menos gruesas. Geoffrey Roberts, analizando los archivos soviéticos, concluye que Truman exageró bastante su contundencia. Charles E. Bohlen niega que la tensa discusión final tuviera lugar, simplemente dice que el Presidente habló con claridad y despidió a Mólotov con palabras cortantes. Miscamble afirma que existe una continuidad en lo que respecta a la estrategia, y un cambio evidente en lo que respecta a las tácticas. El New York Times recoge la entrevista, indica que el problema polaco no había sido resuelto e indica que la atmósfera estaba inusualmente tensa y que los participantes estaban incluso estaban menos comunicativos de lo habitual.
El 20 de abril, Viacheslav Mólotov viajaba hacia los Estados Unidos para atender a la Conferencia de San Francisco en la que se adoptaría la Carta de las Naciones Unidas. En principio no iba a asistir, pero Stalin accedió como gesto de deferencia con el fallecido presidente norteamericano y su proyecto. Los norteamericanos pusieron a su disposición un avión y le alojaron en la casa Blair, al lado de la Casa Blanca. El 22 de abril a las 20:30 después de cenar, Truman y Mólotov se encontraron por primera vez. Fue una charla corta en la que abordaron diversos temas, entre ellos Polonia. El comisario soviético obviamente defendió las posiciones de su gobierno.
El Presidente norteamericano se reunió con sus asesores el 23 abril a las 14:00 horas en lo que sería la primera gran reunión que abordaba las relaciones con la URSS. Asistieron el secretario Stimson, el embajador Harriman, el general Marshall, Sttetinius, Bohlen y el general Deane. El incidente se había producido en Polonia, pero la discusión se centró en si los soviéticos estaban cumpliendo o no los acuerdos de Yalta. Harry. S. Truman justo había recibido el día anterior un informe de Edward Stettinius Jr. indicando lo contrario. Durante el análisis de las relaciones norteamericano – soviéticas Harry Truman con sus colaboradores comentó que si los rusos no cooperaban “se podían ir al infierno”. El historiador norteamericano Gar Alperovitz lo utiliza como un indicador de la nueva política norteamericana pero el caso es que este tipo de exabruptos eran muy típicos de Truman en contextos informales.
El Secretario de Guerra estaba en desventaja ya que él no había estado en Yalta. Estaba de acuerdo con Harriman y Deane en que los rusos habían causado algunos problemas y debían mejorar sus formas. Por otra parte, habían cumplido todas sus promesas en la guerra y habían comenzado ofensivas en momentos donde los norteamericanos las necesitaban. En cuanto a las elecciones libres estas solo tenían lugar en países como el Reino Unido o los Estados Unidos. James Forrestal por su parte no estaba de acuerdo con que la detención era un incidente aislado, sino que era algo sistémico, los soviéticos querían dominar completamente la Europa del Este. El almirante Leahy estaba de acuerdo con Forrestal, pero entendía que los acuerdos de Yalta podían ser interpretados de dos maneras posibles. Los representantes del Departamento de Estado, Sttetinius y Bohlen, apoyaron las tesis de Harriman y Forrestal. Stimson en su diario sostiene que solo recibió apoyo del general Marshall quien recordó al Presidente que el Ejército Rojo iba a jugar un papel importante a la hora de derrotar a los japoneses. Sin embargo, las discrepancias no eran tan grandes. Averell Harriman o el propio Stimson era partidarios de adoptar cierta posición de firmeza ya que la alianza no corría peligro. El general Marshall no veía apropiado el momento, pero tampoco veía con malos ojos una posición más firme. Truman acabó la reunión afirmando que seguiría el consejo de la mayoría.
Mólotov retornó a la Casa Blanca por la tarde, a las 17:30. La conversación tuvo lugar en el despacho oval, el Presidente quien se encontraba acompañado por Sttetinius y Harriman. Bohlen y Paulov hicieron, como de costumbre de traductores. En un estilo absolutamente diferente del practicado por Roosevelt, exigió al embajador soviético que cumpliera los compromisos adquiridos en Yalta sobre todo en el caso de Polonia. Mólotov, de forma muy característica en él, insistió en que su gobierno los estaba cumpliendo estrictamente. Después de una conversación larga Truman pidió a Mólotov que transmitiera a Stalin su petición para que permitiera a 3 o 4 polacos no comunistas, incluyendo Mikolajczyk, entrar en el gobierno polaco. En sus memorias, escritas años más tarde con ayuda de Dean Acheson y en plena Guerra Fría, el Presidente adornó considerablemente esta conversación para mostrar que había sido firme con la URSS desde el principio. El Presidente relata que Mólotov le contestó “nunca me hablado así en mi vida” a lo que le contestó “cumplan sus acuerdos y no le hablarán de esa forma”.
El incidente se utilizó para mostrar que Truman siempre, y desde el principio, había tenido una actitud firme ante el comunismo. Tanto aquellos que lo defienden, por su confrontación contra el comunismo, como aquellos que lo critican, por su intransigencia, han aceptado esta versión de los hechos.
Sin embargo, parece que la narración de la entrevista es bastante exagerada y Truman utilizó palabras menos gruesas. Geoffrey Roberts, analizando los archivos soviéticos, concluye que Truman exageró bastante su contundencia. Charles E. Bohlen niega que la tensa discusión final tuviera lugar, simplemente dice que el Presidente habló con claridad y despidió a Mólotov con palabras cortantes. Miscamble afirma que existe una continuidad en lo que respecta a la estrategia, y un cambio evidente en lo que respecta a las tácticas. El New York Times recoge la entrevista, indica que el problema polaco no había sido resuelto e indica que la atmósfera estaba inusualmente tensa y que los participantes estaban incluso estaban menos comunicativos de lo habitual.
FUENTES:
https://www.facebook.com/cronicampsgm/photos/a.100906571299955/731105171613422/
(Crónica Militar y Política de la Segunda Guerra Mundial)
"Los Cien Últimos Días": John Toland
"Harry S. Truman, El Arma Atómica y la Gestión de la Paz": Gerardo Andrés Moreno
Pedro Pablo Romero Soriano PS