Eben Emael 1940

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Fallschirmjäger en maniobras, con un planeador DFS 230

Hombres del Luftlande-Sturm-Regiment 1 disfrutando de unos cigarrillos en el cuartel de la Luftwaffe en Cologne-Dellbrück después de la batalla de Fort Eben-Emael, el 12 de mayo de 1940. Coloreado por Julius Jääskeläinen



La Batalla de Fort Eben-Emael fue una batalla entre las fuerzas belgas y alemanas que tuvo lugar entre el 10 de mayo y el 11 de mayo de 1940, y fue parte de la Batalla de Bélgica y Fall Gelb, la invasión alemana de los Países Bajos y Francia. Una fuerza de asalto de Fallschirmjäger tenía la tarea de asaltar y capturar el que se consideraba la fortaleza más fuerte del mundo en ese momento, una fortaleza belga cuya posición estratégica y fuertes emplazamientos de artillería dominaban varios puentes importantes sobre el Canal Albert. . Estos llevaban caminos que conducían al corazón de Bélgica y eran lo que las fuerzas alemanas tenían la intención de utilizar para avanzar. Cuando algunas de las fuerzas aerotransportadas alemanas asaltaron la fortaleza e inutilizaron la guarnición y las piezas de artillería en su interior, otras capturaron simultáneamente tres puentes sobre el Canal.
La batalla fue una victoria estratégica para las fuerzas alemanas, con las tropas aerotransportadas aterrizando en la parte superior de la fortaleza con planeadores y utilizando explosivos y lanzallamas para desactivar las defensas exteriores de la fortaleza. El Fallschirmjäger luego entró en la fortaleza, matando a algunos defensores y conteniendo al resto en las secciones inferiores de la fortaleza.


Simultáneamente, el resto de la fuerza de asalto alemana había aterrizado cerca de los tres puentes sobre el Canal, destruyó varios fortines y posiciones defensivas y derrotó a las fuerzas belgas que custodiaban los puentes, capturándolos y poniéndolos bajo control alemán. Las tropas aerotransportadas lograron mantener los puentes hasta la llegada de las fuerzas terrestres alemanas, que luego ayudaron a las tropas aerotransportadas a asaltar la fortaleza por segunda vez y forzar la rendición de los miembros restantes de la guarnición.


Fallschirmjäger después de la batalla por el fuerte Eben-Emael.
En el medio, vemos a Karl Polzin, del Sturmgruppe "Granit". Justamente Polzin tuvo una muerte trágica y extraña, a manos de un compañero de armas, después de la batalla de Creta


Dos Fallschirmjäger luego de la captura de la fortaleza Eben-Emael en Bélgica, mayo de 1940

11 de mayo de 1940.
Los soldados belgas se rinden a los paracaidistas alemanes después de la batalla de Fort Eben-Emael, Lieja, Bélgica. La toma del fuerte fue considerada un gran logro para los alemanes, ya que se consideraba la fortaleza más invencible del mundo. Fue conquistada en pocas horas.


Inaugurado en 1935, el fuerte era la principal esperanza del Ejército belga para contener una posible invasión del país por parte de los ejércitos alemanes.
Student, planifica el asalto con 85 hombres, los cuales deberán aterrizar con planeadores DFS-230 sobre la fortaleza y atacarla con un arma secreta, consistente en cargas huecas de 50 Kgs (Hohllandung) para perforar los blindajes de las torres de artillería y de la ventilación y poder lanzar explosivos dentro de la fortificación.
El 10 de mayo de 1940, los Fallschirmjäger atacaron el fuerte con subfusiles, ametralladoras de asalto ligeras, lanzallamas y cargas huecas con un salto con planeadores descendiendo por sorpresa en la cúpula del fuerte belga.
La misión de los paracaidistas consistía en tomar el fuerte y proteger 3 puentes cercanos para que el grueso de las divisiones alemanas durante la invasión de los Países Bajos pudieran penetrar en el territorio sin retrasos, solamente 1 de los 3 puentes conseguirían dinamitar las tropas belgas.
Después de 2 días de dura batalla el 11 de mayo de 1940 los paracaidistas reforzados por unidades de infantería de la Wehrmacht que ya habían llegado en las inmediaciones del fuerte una vez empezada la invasión lograron que la guarnición del fuerte se rindiera.

Los vencedores de Eben-Emael. Fallschirmjáger de Sturmabteilung Koch, al mando de paracaidistas alemanes

Durante la Segunda Guerra Mundial, la Luftwaffe promovió varias unidades de Fallschirmjäger. A diferencia de las prácticas de la Commonwealth y Estados Unidos, esas infanterías formaban parte de la Fuerza Aérea más que del ejército regular. Comenzando con una pequeña colección de batallones de Fallschirmjäger al principio de la guerra, la Luftwaffe acumuló tres regimientos formando una unidad del tamaño de una división de Fallschirmjäger, más grupos de apoyo y activos, conocida como la 7.ª División del Aire.
Más adelante en la guerra, los activos de la 7.ª División Paracaidista fueron reorganizados y utilizados como el núcleo de una nueva serie de divisiones de infantería de élite de la Luftwaffe, numerada en una serie que comenzaba por la 1.ª División Fallschirmjäger. Estas formaciones estaban organizadas y equipadas como las divisiones de infantería motorizada, y desempeñaron a menudo un papel de "unidades de ataque" en el frente occidental. Sus componentes se encontraban frecuentemente en el campo de batalla como grupos de combate ad hoc separados de una división u organizados a partir de los activos disponibles mezclados. De acuerdo con la práctica alemana estándar, estos grupos de combate se denominaban según el nombre de su comandante, como el Grupo Erdmann en Francia o la Brigada de Paracaidistas Ramcke en el norte de África.
A mediados de 1944, las tropas de Fallschirmjäger dejaron de ser entrenadas como paracaidistas debido a las realidades de la situación estratégica, pero conservaron de forma honorífica el nombre. Cerca del fin de la guerra, las nuevas divisiones de Fallschirmjäger comprendían una docena, con la reducción conjunta en la calidad en las unidades de la serie de mayor número. Alrededor de 54 449 paracaidistas murieron en combate y unos 8.000 están considerados desaparecidos en combate.
Los Fallschirmjäger participaron en muchas batallas famosas, incluyendo la captura del Fuerte Eben-Emael, los lanzamientos en Noruega en 1940 y la defensa de Carentan durante la Batalla de Normandía en 1944. Su lanzamiento más famoso fue en la Batalla de Creta en 1941, donde la 7.ª División entera fue desplegada junto con otros activos como la 22.ª División Aerotransportada. La operación fue un éxito al conseguir ocupar Creta, pero con un alto número de bajas entre los Fallschirmjäger, convenciendo a Hitler de que los lanzamientos masivos no eran factibles. De igual manera, los Aliados llegarían a una conclusión similar al final de la guerra, resultando que cada lanzamiento en gran escala tenía un mayor número de bajas.
Durante la Batalla de Monte Cassino, la 1.ª División Fallschirmjäger operó como infantería ordinaria. Cuando los Aliados bombardearon el monasterio de Monte Cassino, dejaron la fortaleza hecha escombros. Esto permitió a los Fallschirmjäger resistir durante meses los asaltos y bombardeos pesados. Fueron apodados como los diablos verdes por las fuerzas aliadas por su tenaz defensa, aunque finalmente fueron forzados a dejar la posición.

Lo que no supieron los defensores belgas es que la fuerza que los atacó, ni siquiera fue de 85 hombres sino de 70, pues hubo dos percances. El avión que remolcaba al planeador del jefe del Destacamento, el teniente Witzig tuvo un desperfecto mecánico y sólo logró llegar al fuerte a las 8:30 am, después de pedir un Ju-52 para remolcarlo al objetivo. El planeador del suboficial Brendenbeck tuvo otro percance al ser soltado demasiado pronto, pero logró aterrizar en Dueren. Llegó al fuerte a paso redoblado por tierra, siendo por tanto el segundo destacamento de este suboficial los primeros soldados alemanes en cruzar la frontera.
Al final serían capturados aproximadamente 1.200 soldados belgas.


Adolf Hitler con un grupo de oficiales paracaidistas premiados del batallón de asalto Koch de la Séptima División Aérea. Los oficiales fueron galardonados con las Cruces de los Caballeros por la captura exitosa del estratégico fuerte belga Eben-Emael en mayo de 1940




El 10 de mayo de 1940, un grupo de planeadores alemanes hizo explotar todos los cañones de la mayor fortaleza belga, Eben Emael, y así consiguió allanar el camino para la invasión de Francia.
En noviembre de 1939, comenzó el entrenamiento para 85 paracaidistas cuidadosamente escogidos, que recibieron el nombre en clave de Grupo Granito y fueron divididos en 11 secciones distintas. Los hombres se trasladaron a Checoslovaquia, donde, dentro de los muros de la llamada Línea Benes –la fortificación fronteriza iniciada por los checos antes de la ocupación–, los alemanes habían construido una copia exacta de Eben-Emael. Allí los pilotos pasaron seis meses practicando una y otra vez la aproximación a la fortaleza y los detalles del aterrizaje hasta tener la mecánica del ataque perfectamente controlada.
Al mismo tiempo, los investigadores alemanes probaban un nuevo tipo de arma: los proyectiles de carga hueca. El programa era tan secreto que los soldados del Grupo Granito no podían utilizar los nuevos explosivos y tenían que ejercitarse con modelos simulados. El entrenamiento continuó hasta que el grupo fue capaz de aterrizar dentro del recinto del fuerte, que tenía una extensión de un kilómetro cuadrado, y alcanzar todos los objetivos en menos de diez minutos.
A comienzos de abril de 1940, los paracaidistas regresaron a Alemania. La invasión de Holanda, Bélgica y Francia, conocida por el nombre en clave de Plan Amarillo, era inminente. El 10 de mayo, a primera hora de la mañana, 11 Stukas partieron de la base aérea de Ostheim, cerca de Colonia. Cada aparato arrastraba un planeador DFS 230 unido por un cable de acero de más de cien metros. Dentro viajaban los soldados del Grupo Granito. Pero, poco después del despegue, las cosas se torcieron. Dos planeadores se enredaron con los cables de arrastre y tuvieron que desengancharse e iniciar un rápido descenso. Por desgracia, el líder del comando, el teniente Rudolf Witzig, iba en uno de ellos.
Después de hacer un aterrizaje de emergencia cerca de Colonia, Witzig saltó a tierra y requisó un coche con el que regresó a toda velocidad hasta el aeródromo de Ostheim, de donde volvió a partir con un nuevo Stuka y otro DFS 230. Cuatro horas más tarde, consiguió reunirse con su grupo, pero para entonces el asalto inicial a Eben-Emael había terminado.



Según lo ordenado, los demás planeadores siguieron su marcha hacia el oeste guiados por las luces que llegaban de tierra. Después de atravesar 73 km, cuando estaban a 27 km de Eben-Emael y a una altitud de 2,6 km, los pilotos de los Stukas soltaron los cables. Los planeadores quedaron suspendidos en el aire sobre Alemania antes de cruzar silenciosamente la frontera belga a 124 km/h.
En la fortaleza, un guardia que observaba desde las defensas antiaéreas se quedó atónito al ver que, a través de la niebla, un avión descendía haciendo círculos. En un instante, se extendió la confusión entre los soldados belgas, que dispararon unas cuantas ráfagas de ametralladora al aire porque no estaban seguros de si los aparatos eran alemanes o británicos. Solo cuando el ala de uno de los planeadores chocó contra una defensa antiaérea e hirió a un hombre comprendieron la realidad de lo que sucedía: Eben-Emael estaba sufriendo un ataque alemán. Unos segundos más tarde, los cuatro guardias se vieron encañonados por dos ametralladoras alemanas, amenaza ante la cual tiraron las armas al suelo y levantaron las manos.
El Grupo 5 había acabado su tarea y, en los diez minutos siguientes, el Grupo Granito comprobaría el efecto de los nuevos explosivos de carga hueca. Tanto los gruesos muros de cemento de Eben-Emael como las poderosas armas del fuerte fueron destrozados con rapidez y eficiencia mediante explosiones controladas. El sargento Niedermeier, primero en detonar una carga, describió el efecto sobre uno de los búnkeres: “El cañón había sido arrancado de cuajo de la base y estaba tirado en una esquina, como una caja de cerillas arrugada. En el muro había una abertura de 60 x 60 cm, lo suficientemente grande como para entrar y salir con facilidad”.



Junto al cañón despedazado yacían soldados belgas muertos y heridos, un panorama que se repetía una y otra vez por todo el fuerte. Los muchos meses de entrenamiento habían dado sus frutos. Los miembros del Grupo Granito habían cumplido con los objetivos fijados con profesionalidad. Ni los potentes cañones de Eben-Emael ni las defensas situadas fuera del fuerte habían podido realizar ni un solo disparo.
Los belgas que sobrevivieron a las explosiones corrieron a esconderse en las galerías subterráneas del fuerte. Aquí se encontraban efectivamente a salvo de los atacantes, pero también se habían quedado encerrados. Las tropas de élite alemanas sitiaron los escasos puestos exteriores sin dificultad y, a lo largo de las 28 horas siguientes, los soldados belgas que resistían permanecieron aislados en el interior de Eben-Emael.
Desde los puestos de observación, los paracaidistas podían ver cómo los tanques, las columnas de camiones y las tropas de la Wehrmacht avanzaban hacia el oeste a través de la frontera, ahora despejada. Y la tarde del 11 de mayo, los comandantes del ejército alemán pudieron enviarle un telegrama a Hitler: “Eben-Emael, que domina los accesos a Bélgica sobre el río Mosa y el canal Alberto, a poca distancia de Maastricht, hacia el oeste, se rindió el sábado por la tarde. Mil hombres han sido hechos prisioneros”.


Plano del Fuerte Eben-Emael

Efecto de una carga hueca sobre la cúpula de observación del Bloque II

Los planeadores, dirigidos por el primer teniente Rudolf Witzig, aterrizaron en el techo de la fortaleza y, en total silencio, sorprendieron a los defensores. Pudieron usar las cargas huecas para destruir o deshabilitar las cúpulas de las armas. También utilizaron un lanzallamas contra ametralladoras. Los belgas destruyeron uno de los puentes clave, impidiendo que fuera usado por los alemanes, pero también impidiendo que una fuerza de alivio ayude a la fortaleza.
Los alemanes perdieron solo a seis de los ingenieros que prepararon el asalto y tuvieron 21 heridos, manteniendo a todos los defensores inmovilizados hasta la llegada del ejército atacante principal. Después del extraordinario éxito en la captura del fuerte, Hitler personalmente condecoró a todos los participantes del asalto.
Eben Emael, considerada la fortaleza más fuerte del mundo, fue el eje de la principal línea de defensa belga y dominó todas las comunicaciones terrestres alrededor del Canal de Alberto. Fue un asalto sensacional y su derrota asestó un duro golpe del cual el Ejército belga no se recuperó

El mismo Adolf Hitler concibió un plan para apoderarse del fuerte Eben Emael colocando hombres sobre él mediante el uso de planeadores y así superar el problema de concentrar una gran disposición de paracaidistas en un objetivo muy reducido. Igualmente utilizando las nuevas ultra secretas bombas de «carga hueca» para penetrar las cúpulas.
El buen espionaje y la planificación superior, combinados con la falta de preparación del lado belga, ayudaron a hacer que la ejecución del plan secreto de Hitler fuera un éxito rápido y abrumador. La captura de Eben Emael implicó el uso por primera ocasión de planeadores para el ataque inicial y el primer uso de dispositivos de carga hueca en la guerra

El Canal Alberto en 1939. A la izquierda el Fuerte Eben-Emael y a la derecha la exclusa de Lanaye 



FUENTES:
https://www.facebook.com/historiasgm/photos/bc.AbonSaNx8IYvJCT8DD6-8VhwGS2zr8TQrwKWBSEsEek5vxBQSh_p6yb24IgnC0vGdkiw9BgmuY80QgcwBzSU5_uFFMReySzLXgZGEMIg3TN8_OGPbhJhJHCe-KGCxQaZcxw8FW52tYOX_UPpOIdAhDhRv4aw_peuIYcn4jeVeYDMsQ/155466025926551/?opaqueCursor=Abrnz9ioutYfoCeDbPvnjh728YNY6iQKe3hoW8K2f45LKs3xOLT9IsD5kbrhFtWY_saJpHSh0SZ9k52QHlJxrTZsnW98FrICQ5ivLRSZCUY7py1RUdFxAh1NB3GLk797UVgXp5h8pkWTSP1Bj0xDQql9mPFanSVns8HOGgHZftuhznU2A-I-ZLOlHSNm9onzQsvSqoKhfvhLPPkMFBbSxYjrLLoBMXqiiLR7gzJ6MxKoLYrs6adPzHzw11i76-Ubv0aj7rP-ujDgvTh-N-JPBBAXJs-CXQgD5GLZU1x3D1ryo4ozN-AekccPchrxEH8_sQ_Wg4rFo39oncnaQLfXh96EdAGpQTnarhHqfvbRAVitiqa-7nKAwpRkp1lE8kEDROvstuJ6ZN_kJHlkX1ZyE3knEWVl-htRBkxyJRePj1xaXRGxe52YzXe8w2j6B5I32SWlYh9QD0Mp8LkQf8apgvB1Alx4sTegZ4lxzpZJhH_i59xL0YDWsJ2ekxLGylrNXfzNhfxbwcv6MQ1wfg_I1bxSt9GB5k2jiXKlpW7UGYxMS_a3LlUjUDNyRNUweSqmqjGnZy0tF7v-Wfo6vR1bDnzk_HNT0_fFpfwcncXZeo5Msi4bzPLu2Mb14__KqhqR55FPVEQ5I26zohmdNHRnpRmv

Historia de la Segunda Guerra Mundial























Pedro Pablo Romero Soriano PS

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