En el medio, vemos a Karl Polzin, del Sturmgruppe "Granit". Justamente Polzin tuvo una muerte trágica y extraña, a manos de un compañero de armas, después de la batalla de Creta
Student, planifica el asalto con 85 hombres, los cuales deberán aterrizar con planeadores DFS-230 sobre la fortaleza y atacarla con un arma secreta, consistente en cargas huecas de 50 Kgs (Hohllandung) para perforar los blindajes de las torres de artillería y de la ventilación y poder lanzar explosivos dentro de la fortificación.
El 10 de mayo de 1940, los Fallschirmjäger atacaron el fuerte con subfusiles, ametralladoras de asalto ligeras, lanzallamas y cargas huecas con un salto con planeadores descendiendo por sorpresa en la cúpula del fuerte belga.
La misión de los paracaidistas consistía en tomar el fuerte y proteger 3 puentes cercanos para que el grueso de las divisiones alemanas durante la invasión de los Países Bajos pudieran penetrar en el territorio sin retrasos, solamente 1 de los 3 puentes conseguirían dinamitar las tropas belgas.
Después de 2 días de dura batalla el 11 de mayo de 1940 los paracaidistas reforzados por unidades de infantería de la Wehrmacht que ya habían llegado en las inmediaciones del fuerte una vez empezada la invasión lograron que la guarnición del fuerte se rindiera.
A mediados de 1944, las tropas de Fallschirmjäger dejaron de ser entrenadas como paracaidistas debido a las realidades de la situación estratégica, pero conservaron de forma honorífica el nombre. Cerca del fin de la guerra, las nuevas divisiones de Fallschirmjäger comprendían una docena, con la reducción conjunta en la calidad en las unidades de la serie de mayor número. Alrededor de 54 449 paracaidistas murieron en combate y unos 8.000 están considerados desaparecidos en combate.
Los Fallschirmjäger participaron en muchas batallas famosas, incluyendo la captura del Fuerte Eben-Emael, los lanzamientos en Noruega en 1940 y la defensa de Carentan durante la Batalla de Normandía en 1944. Su lanzamiento más famoso fue en la Batalla de Creta en 1941, donde la 7.ª División entera fue desplegada junto con otros activos como la 22.ª División Aerotransportada. La operación fue un éxito al conseguir ocupar Creta, pero con un alto número de bajas entre los Fallschirmjäger, convenciendo a Hitler de que los lanzamientos masivos no eran factibles. De igual manera, los Aliados llegarían a una conclusión similar al final de la guerra, resultando que cada lanzamiento en gran escala tenía un mayor número de bajas.
Durante la Batalla de Monte Cassino, la 1.ª División Fallschirmjäger operó como infantería ordinaria. Cuando los Aliados bombardearon el monasterio de Monte Cassino, dejaron la fortaleza hecha escombros. Esto permitió a los Fallschirmjäger resistir durante meses los asaltos y bombardeos pesados. Fueron apodados como los diablos verdes por las fuerzas aliadas por su tenaz defensa, aunque finalmente fueron forzados a dejar la posición.
Al final serían capturados aproximadamente 1.200 soldados belgas.
En noviembre de 1939, comenzó el entrenamiento para 85 paracaidistas cuidadosamente escogidos, que recibieron el nombre en clave de Grupo Granito y fueron divididos en 11 secciones distintas. Los hombres se trasladaron a Checoslovaquia, donde, dentro de los muros de la llamada Línea Benes –la fortificación fronteriza iniciada por los checos antes de la ocupación–, los alemanes habían construido una copia exacta de Eben-Emael. Allí los pilotos pasaron seis meses practicando una y otra vez la aproximación a la fortaleza y los detalles del aterrizaje hasta tener la mecánica del ataque perfectamente controlada.
Al mismo tiempo, los investigadores alemanes probaban un nuevo tipo de arma: los proyectiles de carga hueca. El programa era tan secreto que los soldados del Grupo Granito no podían utilizar los nuevos explosivos y tenían que ejercitarse con modelos simulados. El entrenamiento continuó hasta que el grupo fue capaz de aterrizar dentro del recinto del fuerte, que tenía una extensión de un kilómetro cuadrado, y alcanzar todos los objetivos en menos de diez minutos.
A comienzos de abril de 1940, los paracaidistas regresaron a Alemania. La invasión de Holanda, Bélgica y Francia, conocida por el nombre en clave de Plan Amarillo, era inminente. El 10 de mayo, a primera hora de la mañana, 11 Stukas partieron de la base aérea de Ostheim, cerca de Colonia. Cada aparato arrastraba un planeador DFS 230 unido por un cable de acero de más de cien metros. Dentro viajaban los soldados del Grupo Granito. Pero, poco después del despegue, las cosas se torcieron. Dos planeadores se enredaron con los cables de arrastre y tuvieron que desengancharse e iniciar un rápido descenso. Por desgracia, el líder del comando, el teniente Rudolf Witzig, iba en uno de ellos.
Después de hacer un aterrizaje de emergencia cerca de Colonia, Witzig saltó a tierra y requisó un coche con el que regresó a toda velocidad hasta el aeródromo de Ostheim, de donde volvió a partir con un nuevo Stuka y otro DFS 230. Cuatro horas más tarde, consiguió reunirse con su grupo, pero para entonces el asalto inicial a Eben-Emael había terminado.
En la fortaleza, un guardia que observaba desde las defensas antiaéreas se quedó atónito al ver que, a través de la niebla, un avión descendía haciendo círculos. En un instante, se extendió la confusión entre los soldados belgas, que dispararon unas cuantas ráfagas de ametralladora al aire porque no estaban seguros de si los aparatos eran alemanes o británicos. Solo cuando el ala de uno de los planeadores chocó contra una defensa antiaérea e hirió a un hombre comprendieron la realidad de lo que sucedía: Eben-Emael estaba sufriendo un ataque alemán. Unos segundos más tarde, los cuatro guardias se vieron encañonados por dos ametralladoras alemanas, amenaza ante la cual tiraron las armas al suelo y levantaron las manos.
El Grupo 5 había acabado su tarea y, en los diez minutos siguientes, el Grupo Granito comprobaría el efecto de los nuevos explosivos de carga hueca. Tanto los gruesos muros de cemento de Eben-Emael como las poderosas armas del fuerte fueron destrozados con rapidez y eficiencia mediante explosiones controladas. El sargento Niedermeier, primero en detonar una carga, describió el efecto sobre uno de los búnkeres: “El cañón había sido arrancado de cuajo de la base y estaba tirado en una esquina, como una caja de cerillas arrugada. En el muro había una abertura de 60 x 60 cm, lo suficientemente grande como para entrar y salir con facilidad”.
Los belgas que sobrevivieron a las explosiones corrieron a esconderse en las galerías subterráneas del fuerte. Aquí se encontraban efectivamente a salvo de los atacantes, pero también se habían quedado encerrados. Las tropas de élite alemanas sitiaron los escasos puestos exteriores sin dificultad y, a lo largo de las 28 horas siguientes, los soldados belgas que resistían permanecieron aislados en el interior de Eben-Emael.
Desde los puestos de observación, los paracaidistas podían ver cómo los tanques, las columnas de camiones y las tropas de la Wehrmacht avanzaban hacia el oeste a través de la frontera, ahora despejada. Y la tarde del 11 de mayo, los comandantes del ejército alemán pudieron enviarle un telegrama a Hitler: “Eben-Emael, que domina los accesos a Bélgica sobre el río Mosa y el canal Alberto, a poca distancia de Maastricht, hacia el oeste, se rindió el sábado por la tarde. Mil hombres han sido hechos prisioneros”.
Los alemanes perdieron solo a seis de los ingenieros que prepararon el asalto y tuvieron 21 heridos, manteniendo a todos los defensores inmovilizados hasta la llegada del ejército atacante principal. Después del extraordinario éxito en la captura del fuerte, Hitler personalmente condecoró a todos los participantes del asalto.
Eben Emael, considerada la fortaleza más fuerte del mundo, fue el eje de la principal línea de defensa belga y dominó todas las comunicaciones terrestres alrededor del Canal de Alberto. Fue un asalto sensacional y su derrota asestó un duro golpe del cual el Ejército belga no se recuperó
El buen espionaje y la planificación superior, combinados con la falta de preparación del lado belga, ayudaron a hacer que la ejecución del plan secreto de Hitler fuera un éxito rápido y abrumador. La captura de Eben Emael implicó el uso por primera ocasión de planeadores para el ataque inicial y el primer uso de dispositivos de carga hueca en la guerra
FUENTES:
https://www.facebook.com/historiasgm/photos/bc.AbonSaNx8IYvJCT8DD6-8VhwGS2zr8TQrwKWBSEsEek5vxBQSh_p6yb24IgnC0vGdkiw9BgmuY80QgcwBzSU5_uFFMReySzLXgZGEMIg3TN8_OGPbhJhJHCe-KGCxQaZcxw8FW52tYOX_UPpOIdAhDhRv4aw_peuIYcn4jeVeYDMsQ/155466025926551/?opaqueCursor=Abrnz9ioutYfoCeDbPvnjh728YNY6iQKe3hoW8K2f45LKs3xOLT9IsD5kbrhFtWY_saJpHSh0SZ9k52QHlJxrTZsnW98FrICQ5ivLRSZCUY7py1RUdFxAh1NB3GLk797UVgXp5h8pkWTSP1Bj0xDQql9mPFanSVns8HOGgHZftuhznU2A-I-ZLOlHSNm9onzQsvSqoKhfvhLPPkMFBbSxYjrLLoBMXqiiLR7gzJ6MxKoLYrs6adPzHzw11i76-Ubv0aj7rP-ujDgvTh-N-JPBBAXJs-CXQgD5GLZU1x3D1ryo4ozN-AekccPchrxEH8_sQ_Wg4rFo39oncnaQLfXh96EdAGpQTnarhHqfvbRAVitiqa-7nKAwpRkp1lE8kEDROvstuJ6ZN_kJHlkX1ZyE3knEWVl-htRBkxyJRePj1xaXRGxe52YzXe8w2j6B5I32SWlYh9QD0Mp8LkQf8apgvB1Alx4sTegZ4lxzpZJhH_i59xL0YDWsJ2ekxLGylrNXfzNhfxbwcv6MQ1wfg_I1bxSt9GB5k2jiXKlpW7UGYxMS_a3LlUjUDNyRNUweSqmqjGnZy0tF7v-Wfo6vR1bDnzk_HNT0_fFpfwcncXZeo5Msi4bzPLu2Mb14__KqhqR55FPVEQ5I26zohmdNHRnpRmv