Shoichi Yokoi: El sargento de Guam

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El 25 de enero de 1972, el reticente sargento del Ejército Imperial Japonés Shoichi Yokoi, es exhibido en la estación de policía de Guam, tras haber sido capturado un día como hoy hace 50 años, casi tres décadas después de finalizada la Gran Guerra de Asia Oriental.
El Teniente General USMC Lewis “Chesty” Puller, dijo una vez que "hay una muy delgada línea entre una Cruz de la Marina y un Consejo de Guerra", o lo que es lo mismo, entre el heroísmo y la locura. Conozcan la historia del “Sargento de Guam”, y saquen sus propias conclusiones.
Tras la caída de la isla de Guam en manos de las fuerzas estadounidenses el 10 de agosto de 1944, Shoichi Yokoi, un suboficial del Ejército Imperial, decidió ocultarse en la selva para preservar su honor y no entregar las armas al enemigo. Allí pasó casi tres décadas en completa soledad, hasta que fue encontrado en 1972 por unos cazadores. A su regreso a Japón, Yokoi fue recibido con todos los honores y se convirtió en un héroe nacional.
Shoichi Yokoi nació en 1915 en Aisai, prefectura de Aichi. Después de graduarse en la escuela primaria entró a trabajar como aprendiz de sastre hasta que fue reclutado por el ejército en 1941. Su primer destino fue la 29ª División de Infantería estacionada en Manchukuo. En 1943 fue trasladado al 38º Regimiento de Infantería, que se encontraba destinado en Guam, Islas marianas.
El 10 de julio de 1944, Estados Unidos asaltó Guam como parte de su ofensiva en el Pacífico Sur. Los combates fueron muy duros e intensos. La guarnición japonesa de la isla era de cerca de 22.000 efectivos, de los cuáles sólo sobrevivió un 10%.

Soichi Yokoi fue uno de los sobrevivientes, y su código de honor le impedía rendirse. Ser tomado prisionero sería una vergüenza para él y su familia, por lo que junto a un grupo de diez soldados más se escondieron en la selva. Algunos de ellos desoyeron la última orden del alto mando japonés de entregar las armas y a otros se les había roto la cadena de mando.

El grupo se internó en lo profundo de la selva y para no ser capturados, borraban cuidadosamente sus huellas. Así estuvieron varios meses alimentándose de pequeños animales y alimañas, con el temor constate de ser descubiertos.

Finalmente, la mayoría decidió volver y entregarse, excepto cuatro hombres, incluido el sargento Yokoi. Por razones de seguridad, los cuatro decidieron separarse y Yokoi se instaló en una cueva solitaria, cercana al río Talofofo en donde montó el refugio en el que viviría por casi tres décadas.

Con el paso del tiempo, su ropa militar se fue desintegrando, por lo que tuvo que recurrir a la vegetación para fabricar ropa nueva, sandalias, utensilios de supervivencia, cantimploras y elementos para protegerse del clima. Incluso, llegó a construir un telar con el que se confeccionó ropa con fibras de cocos.
Su dieta consistía en frutas silvestres, ranas, ratas, caracoles, anguilas y camarones capturados con trampas fabricadas por él. Contrajo el tifus y la malaria pero sobrevivió.
A pesar de su soledad, Yokoi visitaba a veces a otros dos de sus compañeros que se habían establecido en otra parte de la isla, hasta que un día los halló muertos debido a las tremendas inundaciones del año 1964. Yokoi estaba definitivamente solo.
Así fueron pasando los años, hasta el día 24 de enero de 1972. Esa noche, Yokoi salió a pescar y revisar las trampas colocadas cuando fue sorprendido por dos cazadores. Yokoi tenía entonces 57 años, asustado y débil físicamente por lo que cayó de rodillas y pidió clemencia a los supuestos soldados enemigos. En su desesperación, pidió a los cazadores que era un hombre de honor y que debían matarlo ahí mismo. Después de calmarlo, los cazadores le explicaron que la guerra había terminado hacía casi treinta años y que Japón había sido derrotado.
Ese mismo año, Soichi Sokoi fue repatriado. Durante su vuelo de regreso y al sobrevolar el monte Fuji, rompió en llanto. Al llegar a Tokio, fue recibido por una multitud de 5.000 personas.

Sus primeras palabras fueron “Es vergonzoso pero he vuelto”, frase que se convirtió en un popular slogan en todo Japón. “Seguí viviendo por el bien del Emperador y creyendo en el Emperador y en el espíritu japonés” dijo después.
Se convirtió en toda una celebridad y hasta llegó a ser comentarista de televisión y dijo sentirse extraño cuando en 1977, se estrenó un documental sobre sus 28 años de vida en Guam.
El caso de Soichi Yokoi hizo que el gobierno japonés iniciase una campaña de búsqueda de soldados perdidos por las islas del Pacífico, misión que los llevó a encontrar con vida a dos soldados más; el teniente Hiroo Onoda, en Filipinas y Teruo Nakamura, en Indonesia.
Soichi Yokoi se volvió a casar pero siempre se sintió un forastero en su patria, muy distinta al país rural que dejó en 1941, pues se había convertido en una potencia mundial industrial y tecnológica. Siempre que pudo, volvió a Guam donde decía encontrarse en paz y donde siempre fue bienvenido.

El sargento Shoichi Yokoi murió el 22 de septiembre de 1997 de un ataque al corazón. Fue enterrado en un cementerio de Nagoya, bajo una lápida que originalmente había sido encargada por su madre en 1955, después de que Yokoi fuera declarado oficialmente muerto.

El “Sargento de Guam” se convirtió en un símbolo nacional japonés y en un ejemplo de perseverancia y fortaleza como un ser humano capaz de sobrevivir en las condiciones más adversas.



Autor:  Fortis 7 para Fortis Leader - The Pacific & Asia


Un marine estadounidense armado con un BAR (Brownie Automatic Rifle), inspecciona una trinchera japonesa durante la Batalla de Guam, 1944

Francotirador norteamericano de la Infantería de Marina, miembro de la 3ª División de Marines, fotografiado en la isla de Guam en 1945



FUENTES:
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Fotografías de la Segunda Guerra Mundial






























 





Pedro Pablo Romero Soriano PS

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