Marcha de la Muerte de Bataan

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De izquierda a derecha: El soldado de primera clase Samuel Stenzler (15 de septiembre de 1893 - 26 de mayo de 1942); el soldado de primera clase Frank Spear (1919 - 9 de julio de 1945) y el capitán James McDonald Gallagher (1915 - 9 de abril de 1942) descansan con las manos atadas durante la Marcha de la Muerte de Bataan al Campo O'Donnell, Capas, Tarlac, Filipinas en una foto capturada por los japoneses.
La figura del extremo derecho es un soldado japonés, al que los tres parecen estar escuchando.
Es probable que Gallagher y posiblemente los otros hombres fueran golpeados poco después de que se tomara esta vista. Ninguno de los tres hombres sobreviviría al cautiverio; todos estaban debilitados por la falta de alimentos, el estrés extremo y el constante movimiento

El 9 de abril de 1942, 72.000 (75.000 o 76.000 según otras fuentes) prisioneros iniciaron una larga marcha desde el extremo sur de la península de Bataán en las Filipinas hacia un campo de concentración nipón. Las horribles condiciones y el cruel tratamiento recibido por los prisioneros durante el largo recorrido se tradujeron en unas 7.000 – 10.000 muertes.
El objetivo de la marcha era trasladar a los 72.000 prisioneros de guerra estadounidenses y filipinos capturados desde Mariveles, localidad ubicada en el extremo sur de la península de Bataán, a Camp O’Donnell, antigua instalación norteamericana, ubicada al norte y que serviría de campo de internamiento. Para ello, los prisioneros tendrían que recorrer a pie los casi 90 km que había entre Mariveles y San Fernando, para viajar desde allí en tren hacia Capas. Desde ahí, los prisioneros deberían caminar de nuevo durante 12 km hasta llegar a Camp O’Donell.

Los prisioneros fueron separados en grupos de aproximadamente un centenar, con varios guardias japoneses asignados, que supervisaban la marcha. Cada grupo debía realizar el recorrido en cinco días. Una caminata de estas características sería para cualquiera larga y ardua, pero imagínate como lo sería para unos prisioneros que estaban muriéndose literalmente de hambre y que tenían que soportar un trato cruel y brutal a lo largo de todo el recorrido. El resultado no es muy difícil imaginar: una auténtica masacre.
Los soldados japoneses creían firmemente en el honor que traía consigo la muerte en combate y cualquiera que se rendía era considerado un ser despreciable. Por lo tanto, a ojos de los soldados nipones, los prisioneros de guerra estadounidenses y filipinos capturados no se merecían el más mínimo respeto.
Los prisioneros, que ya estaban muriéndose de hambre incluso antes de rendirse a los japoneses, recibieron sólo un par de bolas de arroz durante su largo caminar. En numerosas ocasiones, cuando la población local filipina trataba de arrojar comida a la columna de prisioneros, los japoneses disparaban sin piedad y mataban a quien osara ayudar al enemigo.
Por si todo esto fuera poco, las condiciones meteorológicas no ayudaron a aliviar las pésimas condiciones de los prisioneros: el calor era insoportable. Los japoneses se esforzaban por empeorar aún más la situación de los prisioneros, obligándoles a sentarse al sol durante varias horas sin permitirles resguardarse al abrigo de una sombra. Esta tortura era conocida como “cura de sol”.
Tras la Segunda Guerra Mundial, un tribunal militar estadounidense juzgó y condenó al teniente general Homma Masaharu por las atrocidades cometidas durante la Marcha de la Muerte de Bataán. Homma había sido el comandante japonés encargado de la invasión de Filipinas y había ordenado la evacuación de los prisioneros de guerra de Bataán.

Homma aceptó la responsabilidad por los actos cometidos por las tropas a su cargo a pesar de que él mismo nunca había ordenado tales actos de brutalidad. El tribunal emitió un veredicto de culpabilidad. El 3 de abril de 1943, Homma fue fusilado en la ciudad de Los Baños (Filipinas).
Se cerraba así uno de los episodios más crueles de la Segunda Guerra Mundial.

Sin agua ni comida, los prisioneros estaban extremadamente débiles durante su recorrido de 100 km bajo un sol abrasador. Muchos cayeron gravemente enfermos debido a la malnutrición, otros habían sido heridos o sufrían diversas enfermedades que habían contraído en la jungla y conseguían avanzar a duras penas

Tras la Segunda Guerra Mundial, un tribunal militar estadounidense juzgó y condenó al teniente general Homma Masaharu por las atrocidades cometidas durante la Marcha de la Muerte de Bataán. Homma había sido el comandante japonés encargado de la invasión de Filipinas y había ordenado la evacuación de los prisioneros de guerra de Bataán


FUENTES:
https://www.facebook.com/photo/?fbid=342850681180432&set=a.131347705664065

https://www.facebook.com/photo.php?fbid=342853234513510&set=p.342853234513510&type=3

https://www.facebook.com/photo.php?fbid=342852667846900&set=p.342852667846900&type=3

Vientos de Guerra: Segunda Guerra Mundial

https://segundaguerramundial.es/horrores/bataan/
http://worldwar2database.com/gallery/wwii1451
https://es.wikipedia.org/.../Marcha_de_la_Muerte_de_Bata...
[Image colorized by E.S.S.] 
 


















Pedro Pablo Romero Soriano PS

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