Nankíng. El horror

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El 13 de diciembre de 1937, el Ejército Imperial japonés masacró la ciudad china de Nankíng.
El horror fue tal que se ha llegado a decir que si se unieran las manos de los asesinados en esa masacre se podría recorrer la distancia que separa Nankíng de la ciudad de Hangzhou, que está a unos 200 kilómetros de distancia, ó que sus cuerpos podrían llenar 2.500 vagones de tren, que apilados podrían alcanzar la altura de un edificio de 74 plantas, ó que su sangre pesaría 1.200 toneladas.
La falta de resistencia de las tropas y civiles chinos en Nankíng significaba que los soldados japoneses tenían libertad para dividir los objetos de valor de la ciudad a su antojo.
Esto dio lugar al saqueo generalizado, el robo y el asesinato.
Japón desató toda su ira contra la población china en Nankíng en 1937, en el contexto de la guerra de expansión territorial que el Imperio del Sol naciente estaba llevando a cabo en China. Fueron 42 días de horror, en los que se cometieron enormes atrocidades, que Japón intentó silenciar.
Se ha culpado a la Casa Imperial japonesa de tener responsabilidad en la masacre. De hecho, aunque el Ejército japonés disponía de autonomía para tomar decisiones, el emperador Hirohito era el jefe supremo de las fuerzas armadas. Por otra parte, era el ejército el que mantenía en el poder al emperador y tal vez éste prefirió mirar hacía otro lado y no involucrarse. Otras fuentes apuntan a que el silencio imperial podría deberse a la aquiescencia de la Casa Imperial con la estrategia militar japonesa en China. Sea como fuere, la masacre de Nankíng se enmarcó dentro de las políticas con tintes racistas de expansión que Japón impulsó para justificar su imperialismo, algo habitual entre las potencias coloniales. Así, se presentaban a la población china como una "raza inferior" que debía ser gobernada por Japón, y también se inculcaba entre la población nipona la idea de que lo más noble que podía hacerse era morir por el emperador. Así, si la vida de un soldado japonés valía poco, podríamos preguntarnos entonces qué valor tendría la vida de un enemigo al que se consideraba infrahumano.
Se ha culpado a la Casa Imperial japonesa de tener responsabilidad en la masacre. De hecho, aunque el Ejército japonés disponía de autonomía para tomar decisiones, el emperador Hirohito era el Jefe Supremo de las fuerzas armadas. Por otra parte, era el ejército el que mantenía en el poder al emperador y tal vez éste prefirió mirar hacía otro lado y no involucrarse. Otras fuentes apuntan a que el silencio imperial podría deberse a la aquiescencia de la Casa Imperial con la estrategia militar japonesa en China. Sea como fuere, la masacre de Nankíng se enmarcó dentro de las políticas con tintes racistas de expansión que Japón impulsó para justificar su imperialismo, algo habitual entre las potencias coloniales. Así, se presentaban a la población china como una "raza inferior" que debía ser gobernada por Japón, y también se inculcaba entre la población nipona la idea de que lo más noble que podía hacerse era morir por el Emperador. Así, si la vida de un soldado japonés valía poco, podríamos preguntarnos entonces qué valor tendría la vida de un enemigo al que se consideraba infrahumano.


FUENTE:
https://www.facebook.com/photo/?fbid=343522181113282&set=a.131347705664065

Vientos de Guerra: Segunda Guerra Mundial




























Pedro Pablo Romero Soriano PS

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