Las tropas de las dos unidades de las Waffen-SS [las SS-Sturmbrigaden "Dirlewanger" y "RONA"] incluso se atrevían a amenazar a los soldados del ejército que intentaban detener sus carnicerías, mientras ellos se sumergían en una orgía de muerte, tortura, violación y rapiña.
La Operación Zigeunerbaron representó uno de los momentos culminantes de la guerra antipartisana en la zona de Bryansk, pero también anticipó la deriva brutal y caótica de las unidades colaboracionistas al servicio del Tercer Reich. La Brigada Kaminski, convertida para 1943 en una de las fuerzas auxiliares más temidas —no por su eficacia militar, sino por su sadismo sistemático—, siguió actuando en territorio bielorruso, donde reforzó su reputación de saqueadora, criminal y abiertamente indisciplinada. Bajo la autoridad formal de las Waffen-SS, su comportamiento quedó fuera de todo control operativo real, y sus acciones comenzaron a suponer un problema incluso para sus patrocinadores.
En el verano de 1944, ya en un contexto de retirada alemana en el Frente Oriental, la unidad fue movilizada hacia Polonia como parte del dispositivo represivo destinado a aplastar el Levantamiento de Varsovia. En el distrito de Ochota, la brigada protagonizó una de las campañas más atroces de la represión: violaciones en masa, asesinatos arbitrarios de civiles, saqueo desenfrenado y destrucción urbana. Fue precisamente esta espiral de violencia —dirigida no solo contra polacos insurgentes sino también contra la propiedad del Estado alemán— lo que marcó el principio del fin.
A mediados de agosto de 1944, Bronislav Kaminski fue convocado a la ciudad de Lodz, donde agentes del SD y de la Gestapo lo ejecutaron sumariamente por orden de Heinrich Himmler. Oficialmente se informó a sus hombres de que había muerto en una emboscada partisana, pero documentos internos de las SS confirman que su eliminación respondió al saqueo sistemático de bienes del Reich, a la pérdida total de control sobre su tropa y a la desconfianza que Kaminski inspiraba incluso dentro del aparato de seguridad.
La brigada, privada de su líder, se disolvió rápidamente. Algunos restos fueron absorbidos por otras unidades colaboracionistas rusas, como las tropas del general Vlasov, mientras que la mayoría de sus efectivos fue enviada como carne de cañón contra el avance soviético en Alemania oriental, donde la unidad fue destruida casi por completo en combates dispersos entre 1944 y 1945.
Así terminó una de las formaciones más infames de la guerra en el Este: no como una fuerza derrotada en el campo de batalla, sino como una agrupación exterminada por su propia violencia incontrolable, cuyo creador y comandante fue eliminado no por sus crímenes —aprobados y fomentados por el régimen— sino por transgredir la jerarquía del saqueo y desafiar, aunque fuese indirectamente, la autoridad del Reich.
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Pedro Pablo Romero Soriano PS