El final de "Il Duce"

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En la fotografía coloreada, Mussolini pasa revista a la 5ª Brigada Negra Móvil Alpina, 1945

El 25 de julio de 1943, semanas después de la invasión angloestadounidense de Sicilia, los malos resultados en la guerra causaron que dentro del Gran Consejo Fascista se decidiera destituir a Benito Mussolini de todas sus funciones como Duce y que asumiera el gobierno el general Pietro Badoglio, tras varias semanas en que los jerarcas de la Italia fascista conspiraban para evitar una derrota militar ante Estados Unidos o el Reino Unido derrocando a Mussolini. Al día siguiente de la votación del consejo, Mussolini fue arrestado por orden del rey Víctor Manuel III y llevado a diferentes lugares por el gobierno de Badoglio, comenzando en la isla mediterránea de Ponza, luego en la isla de La Maddalena y finalmente en el Hotel Campo Imperatore, un alojamiento para deportes de invierno cercana a la montaña del Gran Sasso d'Italia en los Apeninos de la región de los Abruzos. El gobierno de Badoglio utilizó diferentes estratagemas para impedir que la inteligencia alemana supiera el verdadero lugar de encierro del líder fascista

En la tarde del 27 de abril de 1945, una columna partisana detiene a las afueras de Dongo a la comitiva donde viajaba camuflado Benito Mussolini, Urbano Lazzaro "Bill", un joven partisano, comandaba un destacamento de la 52ª Brigada Garibaldi que vigilaba la carretera a la altura de Dongo, junto al lago de Como, muy cerca de Suiza. Detenido el convoy alemán que se retiraba y a bordo del quinto camión repararon en un hombre que intentaba ocultarse en un rincón, bajo un casco y un capote de soldado. "Camarada borracho, vino", intentó explicar un oficial alemán.
Lazzaro se acercó e intuyó (de acuerdo a su propia versión), se dice que por el tamaño de la cabeza, la identidad del presunto borracho. "Camarada", le llamó Lazzaro, sin reacción del aludido. "Excelencia", probó de nuevo. Cuando gritó "¡Cavaliere Benito Mussolini!", mostró una reacción de sobrecogimiento. "Salté al camión", explicaría más tarde Lazzaro, "En nombre del pueblo italiano, queda detenido". Una vez desarmado (Mussolini llevaba una metralleta y una pistola, armas de las que no intentó siquiera hacer uso), es oficialmente detenido y conducido al ayuntamiento de Dongo. Esa noche en Milán, Sandro Pertini, miembro destacado del Comité de Liberación Nacional (CLN), comunica la noticia por radio. El célebre político no oculta su opinión compartida por sus camaradas de partido: Mussolini debe ser fusilado.
El 28 de abril, los partisanos trasladan al Duce y a Claretta Petacci (la amante) en coche hacia el sur, deteniéndose en la aldea de San Giulino de Mezzegra. La pareja es conducida a una casa de labranza próxima ocupada por los partisanos. Poco después llegan unos comunistas con órdenes de Milán de aplicar a Mussolini y Claretta la justicia sumaria.
Conducido por un Fiat 1100 a las puertas de la Villa Belmonte, lugar de la ejecución, el vehículo se detiene de pronto el "Duce'"acata resignado su destino fatal. Empujados contra una tapia, Claretta y él van a ser fusilados. Las armas fallan en un primer momento, pero finalmente los amantes caen acribillados por la balas. En el momento de la ejecución, mientras que el Duce exigía que el partisano Walter Audisio le disparase al pecho con su metralleta, Claretta intentó proteger a Benito con su cuerpo recibiendo la primera descarga.
Otros quince jerarcas fascistas serían fusilados también en Dongo. Los cuerpos serían expuestos posteriormente en la Piazzale Loreto de Milán. Inicialmente fueron tirados sobre el asfalto, donde la turba se ensañó con los cadáveres, hasta que fueron colgados por los pies en la mar­quesina de una gasolinera de la plaza. Como colofón mencionar que Urbano Lazzaro diría durante postguerra en contraste con la versión oficial de que había sido el partisano Walter Audisio quien apretó el gatillo de la metralleta y acabó con los dos prisioneros, que el autor material de la ejecución fue Luigi Longo, uno de los jefes de la Resistencia y futuro dirigente comunista.

Italia, 28 de abril de 1945.
Mussolini intentaba escapar el 25 de Abril a la tarde, con una columna de jerarcas, en dirección a la Valtellina, llevando consigo dos voluminosas bolsas y haciéndose preceder por un camioncito que, según se dice, contenía documentos de gran importancia.
Después de muchas vueltas, paradas, escaramuzas y desbandes (la mayor parte de los jerarcas fueron capturados en Como, el 26), Mussolini (a quien se había unido la Petacci) logró incorporarse a un grupo de alemanes el 27 por la mañana. Se puso un capote y un casco de la Wehrmacht para no hacerse reconocer, pero durante una inspección en Dongo, alguien lo reconoció o fue denunciado, y fue capturado por un grupo de guerrilleros, quienes después de mucho peregrinar lo alojaron, a él y a la mujer, en una granja de las cercanías de Menaggio.
Eran las 3 y cuarenta de la mañana del 28 y los encerraron en un dormitorio. A las 4 de la tarde, otros guerrilleros los fueron a buscar y los condujeron al lugar de la ejecución, una ruta de campaña en la localidad Giulino de Mezzegra.
La circunstancia de que Mussolini fuera capturado vestido de alemán y a pocos kilómetros de Suiza consolida la tesis de que sólo trataba de salvar su vida. Y evidentemente no se puede ignorar tampoco que, desde hacía un tiempo, era hombre acabado

El 18 de abril, Mussolini se trasladó a Milán donde se había concertado una reunión con la resistencia que se debía celebrar a las tres de la tarde del 25 de abril en el palacio arzobispal. Para ello se contaba con la mediación del cardenal y arzobispo de Milán Ildefonso Schuster. En aquel momento llegó la noticia de que el general de la Waffen-SS Karl Wolff había solicitado el cese de las hostilidades para ese mismo día. Sin apenas haber negociado nada, Mussolini afirmaba rotundo que seguiría, pasara lo que pasara, sentado en la mesa de negociación. Pero al final, mientras la República Social Italiana se desmoronaba, Mussolini decidió huir disfrazado de soldado en un convoy alemán.
En su huida, Mussolini dejó atrás a su esposa, Rachele Guidi, y a sus cinco hijos, en el lago de Como, pero se llevó consigo a su amante Clara Petacci y al hermano de esta, Marcello, que pretendían hacerse pasar por el cónsul español y su esposa. La columna también estaba formada por otros líderes fascistas de Italia como Alessandro Pavolini y Nicola Bombacci.
A las seis y media de la mañana del 27 de abril de 1945, el convoy fue detectado cerca de la localidad de Dongo, un municipio de la provincia de Como, por un grupo de partisanos comunistas de la Brigada Garibaldi dirigidos por Urbano Lazzaro. Tras un intercambio de disparos, y a pesar de que los alemanes disponían de mejor armamento, éstos accedieron a negociar puesto que eran conscientes de que los guerrilleros conocían bien los pasos montañosos y además esperaban la llegada de refuerzos.
Aquella noche, la noticia de la detención de Mussolini llegó a Milán y el encargado de difundirla por radio fue el futuro presidente de la República, Sandro Pertini, el cual anunció que la decisión del Comité de Liberación Nacional (CLN) era que Mussolini debía ser fusilado "como un perro rabioso". Más tarde llegaría un telegrama procedente de la Oficina de Servicios Estratégicos solicitando que los miembros del gobierno de la República de Saló fueran entregados a las fuerzas de las Naciones Unidas según el armisticio firmado en Malta por Dwight D. Eisenhower y Pietro Badoglio el 29 de septiembre de 1943: "Benito Mussolini, sus principales asociados fascistas y todas las personas sospechosas de haber cometido crímenes de guerra o delitos similares, cuyos nombres figuran en las listas que serán comunicadas por las Naciones Unidas y que ahora o en el futuro están en territorio controlado por el comando militar aliado o por el gobierno italiano, serán arrestado de inmediato y entregados a las fuerzas de las Naciones Unidas".
Pero no fue así. El CLN envió un comando a Como para que se ocupase de llevar a término la ejecución de Mussolini ya que el secretario general del Partido Comunista Italiano afirmó que había ordenado la ejecución antes de su captura y que lo había hecho a través de un mensaje de radio el 26 de abril de 1945.
Los partisanos que trasladaban al Duce y a su amante Clara Petacci hicieron una parada en la pequeña localidad de Villa Belmonte. Mussolini y Petacci fueron conducidos hasta una tapia para ser fusilados. En un primer intento las armas fallaron, pero tras el segundo los amantes cayeron acribillados. El 28 de abril, los cadáveres fueron trasladados a Milán en camión. Durante el trayecto no se permitió a nadie acercarse a los cuerpos, hasta que llegaron el día 29 a la plaza Loreto de la capital lombarda. Allí, el cadáver de Mussolini fue brutalmente apedreado, pateado y tiroteado, incluso algunas personas orinaron encima. Su cara quedó totalmente desfigurada y, tras la paliza, para confirmar públicamente la muerte del dictador a la población, el servicio de policía compuesto por partisanos y bomberos colgó los cadáveres de Mussolini, Petacci y otros líderes fascistas cabeza abajo en una gasolinera de la plaza. Este gesto de venganza era consecuencia de la humillación que sufrieron en ese mismo lugar los cuerpos de quince partisanos antifascistas tras ser colgados. Horas más tarde, los líderes locales del CLN decidieron dar por acabada la macabra exhibición y retiraron los cuerpos, que fueron colocados en cajones de madera con paja en su interior y enterrados en tumbas anónimas.
La tumba de Mussolini, que carecía de nombre y estaba identificada sólo por el número 384, fue profanada el 23 de abril de 1946 por un grupo de fascistas que robó el cadáver. Aquel fue el inicio de un insólito viaje a ninguna parte del cuerpo del Duce. Finalmente, el 7 de mayo uno de los ladrones, Domenico Leccisi, entregó los restos al padre Parini del convento milanés de Sant Angelo. El cadáver estaba metido en una diminuta caja ya que durante los constantes traslados se perdieron varios dedos y otros fragmentos del cuerpo. El sacerdote informó rápidamente al arzobispo de Milán, que por aquel entonces seguía siendo el cardenal Ildefonso Schuster, y éste, a su vez, al gobierno. La Iglesia y las autoridades decidieron entonces esconder el cadáver en el convento capuchino de Cerro Maggiore, donde el superior lo ocultó primero bajo un altar y luego, a causa del mal olor, en un armario.


El destino final de los restos de Mussolini. La cripta familiar en el cementerio de San Cassiano, en Predappio

Villa Belmonte, el lugar donde habrían sido ejecutados Mussolini y su amante. La cruz negra sobre el muro y retratos de la pareja recuerdan en la actualidad aquel episodio (Google Street View)

La última foto que se conoce de Mussolini con vida. Está saliendo del edificio de la Prefectura de Milán y lleva consigo un folio con documentos

El partisano Bill (Urbano Lazzaro) señala los disparos que quedaron marcados en el muro de la entrada a Villa Belmonte (Wikipedia)

Los cuerpos de Mussolini, la Petacci y otros dirigentes fascistas, colgados en una gasolinera, en Piazzale Loreto, Milán (foto The Grosby Group)

El cuerpo de Mussolini estuvo oculto varios años dentro de un baúl de madera, en distintas localizaciones

La casa de los De Maria, donde Mussolini pasó sus últimas horas

Los cadáveres de Mussolini y su amante a merced de la multitud, en Piazzale Loreto

La comuna de Milán consignó oficialmente la muerte de Mussolini casi un mes después, el 24 de mayo de 1945

El 28 de abril de 1945, moría Benito Amilcare Andrea Mussolini, ejecutado por partisanos, cumpliendo el mandato emanado del Comité de Liberación Nacional de la Alta Italia (CLNAI). Junto al Duce, fue ajusticiada su amante, Claretta Petacci. La joven había tenido posibilidades de escapar los días previos -el propio Mussolini había hecho arreglos para que ella y sus familiares se pongan a resguardo-, pero decidió acompañar al fundador del fascismo hasta los últimos instantes. Así terminó compartiendo su trágico final.
Esta es la versión oficial de la muerte de Mussolini, la vulgata, como la bautizó Renzo De Felice, el historiador que dedicó su vida a investigar al dictador y su régimen. Ocho décadas después se sigue enseñando de esta manera en las escuelas italianas. Sin embargo, los puntos flojos y las contradicciones de los relatos fundantes de este episodio, las versiones encontradas de los testigos y la falta de documentos hicieron que a lo largo de los años varios investigadores pusieran el foco en el asunto, intentando desentrañar y aclarar lo verdaderamente ocurrido.
Así surgieron nuevas teorías y versiones, algunas plausibles, otras no tanto, muchas con relatos fantasiosos. Con el correr de los años, aparecieron testigos estelares, se habló de supuestas conspiraciones detrás de la muerte de Mussolini y hubo investigadores que incluso arriesgaron sobre la posibilidad de que se haya tratado de un suicidio. Los que propalaron esta última versión recordaban que el Duce ya había pensado en quitarse la vida mientras estuvo prisionero tras la caída de su gobierno, en julio de 1943.
Tras presentarse en la casa de los De María, Valerio, Guido y Pietro llevaron a los prisioneros a un lugar cercano, el portón de acceso de Villa Belmonte, y allí los ultimaron a balazos. Previamente, habrían procurado evitar el acceso de otras personas, para que no haya testigos. La primera pregunta, obvia, que surge de todo esto, es por qué decidieron terminar con la vida del odiado dictador fascista de esta forma, rápida, a escondidas, cuando el resto de los dirigentes fascistas capturados, una quincena, fueron fusilados a la vista de la población, intencionalmente, no lejos de allí, en Dongo. Otro interrogante se relaciona con la muerte de Claretta. ¿Por qué fue ejecutada? ¿Quién lo decidió? Más allá de estos primeros cuestionamientos, hay que repasar cómo surgió esta versión oficial.
Otra teoría asegura que Mussolini y Claretta no murieron delante del portón metálico de Villa Belmonte, sino que fueron ultimados en otro lugar -¿la casa de los De Maria?- y luego llevados al lugar que señalan los libros de historia para fingir un fusilamiento.
El partisano Bill (llamado Urbano Lazzaro), de la 52º Brigada Garibaldi, pasó a la historia por ser el que reconoció a Mussolini cuando intentaba escapar disfrazado de soldado alemán en medio de un convoy alemán. Cincuenta años después, en 1995, Lazzaro citó el testimonio de un compañero que aseguraba que Mussolini y la Petacci llevaban varias horas muertos en la tarde del 28 de abril. Este partisano afirmaba que había sido ultimados la mañana de aquel día.
No era la primera vez que se hablaba del “doble fusilamiento”. En 1956, el partisano Sandrino, uno de los custodios de Mussolini antes de la llegada de Audisio, le dijo al periodista Giorgio Pisanò que el coronel Valerio en realidad “disparó contra dos cadáveres”. Luego de esto, amenazado supuestamente por comunistas, se refugió un tiempo en Suiza. Más tarde firmó un escrito diciendo que le había mentido a Pisanò.
Años después, en 1983, la revista Storia Illustrata recogió el testimonio del propietario de una casa cercana a Villa Belmonte. Se trataba de un ciudadano suizo, Maximilian Mertz, que también dijo haber visto a Valerio “disparando contra dos cadáveres”. Sin embargo, el hijo de Mertz poco tiempo después desmintió que su padre haya dejado una carta con ese relato.
Varios autores sostienen que en el convulsionado norte de Italia del epílogo de la guerra, donde los alemanes estaban en retirada y los partisanos habían comenzado la insurrección, se movían numerosos agentes aliados y rusos. Esto sirvió de caldo de cultivo para nuevas teorías relacionadas con el final de Mussolini. Supuestamente, espías norteamericanos trabajaban contrarreloj buscando a Mussolini para evitar que sea ejecutado por partisanos comunistas y así cumplir con lo firmado en 1943 en el armisticio de Cassibile en nombre de Eisenhower y Badoglio. Allí se había establecido que el Duce debía ser entregado a los Aliados para ser juzgado.
Sin embargo, otra de las potencias vencedoras, Inglaterra, también habría intentado ubicar a Mussolini, pero para ultimarlo. Todo por una supuesta correspondencia secreta entre Churchill y Mussolini que comprometería al primero y que el segundo habría llevado consigo hasta el fin. Debido a esto, los servicios secretos británicos se habrían sumado a algunos partisanos en la caza del Duce y habrían participado de su posterior ejecución. La versión se alimentó con el misterioso viaje que Churchill realizó al lago de Como poco tiempo después de terminar la guerra...¿buscaba los documentos? Al menos así lo creen los que se aferran a esta historia.
Más allá de los testigos y las versiones, muchas de ellas fantasiosas, las inconsistencias del relato oficial dejaron abierta la puerta para que el episodio de la muerte del Duce y de su joven amante siga generando suspicacias ochenta años después. Seguramente los últimos secretos todavía no fueron revelados.


FUENTES:
https://www.facebook.com/historiasgm/photos/a.105107930962361/560459905427159/

Historia de la Segunda Guerra Mundial

Fuentes:





































Pedro Pablo Romero Soriano PS

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