Victoria en Europa ¿A quién le importa?

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En la imagen, soldados de la 77.ª División de Infantería del Ejército de EE.UU. en Okinawa, escuchan la noticia de la rendición de Alemania, mientras combatían en la batalla más brutal librada por las fuerzas armadas estadounidenses durante la Gran Guerra de Asia Oriental


El 8 de mayo de 1945 (9 en la Unión Soviética y el Pacífico), caía finalmente el “Reich de los 1.000 años. Ese día, los Aliados aceptaron la rendición incondicional de Alemania y el Eje era derrotado en el Teatro Europeo.
La gran estrategia de "Europa primero" (o "Alemania primero"), suponía que una vez que Alemania fuese derrotada, el colapso de Italia y la derrota de Japón seguirían. No fue así de lineal, pero los resultados se estaban produciendo tal cual lo esperado.
Los almirantes King, Leahy, Nimitz y los oficiales navales en general, consideraban que la derrota de Japón podría lograrse con el poder naval y aéreo, sin la necesidad de una invasión de las islas de origen japonesas con tropas terrestres. Sin embargo, la falta de respuesta japonesa a la terrible carnicería que había provocado el ataque con bombas incendiarias a Tokio del 9 al 10 de marzo (que, según el general Marshall, "aparentemente no tuvo ningún efecto"), hicieron suponer que la derrota final del Imperio requería la invasión de Japón propiamente dicho y la derrota de sus fuerzas terrestres en su casa.
¿Era un escenario fácil? La respuesta no puede ser sino negativa. El Estado Mayor Conjunto de los EE.UU. advirtió que tomar las islas de origen “podría costarnos medio millón de vidas estadounidenses y muchas veces ese número de heridos”. No importaba, en Yalta (Argonaut), Marshall y King informaron que las fuerzas estadounidenses estaban listas para proceder con las invasiones de Kyushu y Honshu, cuyas fechas dependían del cese de las hostilidades en Europa.
¿Quién sería el comandante? El general Douglas MacArthur, pese a que su jefe –el general Marshall- estaba haciendo todo lo posible para sacárselo de encima y poner al tándem Omar Bradley y George Patton al frente de la invasión. Al fin y al cabo, la dupla había demostrado ser sustancialmente invicta en los campos africanos y europeos.
La campaña iba a ser bestial, quizás la más horrible que hubiese conocido la historia de la humanidad (sin temor a equivocarme). Si las bombas nucleares no estaban listas para la invasión, se usaría gas venenoso, y de ser necesario, las dos cosas. Los planificadores del ejército de los EE.UU. originalmente, y con optimismo, creían que 2.442.000 hombres podrían ser enviados al Pacífico desde Europa y los Estados Unidos, apenas finalizadas las hostilidades. Barcos, medios y logística no les faltaban.
Después de la derrota de Alemania, todas las divisiones de combate en Europa se ubicaron en una de cuatro categorías. Las unidades de Categoría I se mantendrían como parte de las ocupaciones de Alemania, Austria y el noreste de Italia, y las unidades de Categoría II se redistribuirían para la invasión como parte del Octavo Ejército y el Décimo Ejército, ya en el Pacífico, que estaría compuesto principalmente por formaciones del Tercer Ejército de Patton (otra de las razones por las que Marshall quería a Patton al frente).

Las unidades de Categoría III estaban programadas para reorganizarse o ser replegadas a los Estados Unidos y las de de Categoría IV, también serían desplegadas en Japón, previo descanso en Francia, donde se sumarían relevos adicionales.
La guerra sería total. Durante la Segunda Guerra Mundial, los representantes de la Unión Soviética y Japón firman un acuerdo de neutralidad de cinco años. Aunque enemigos tradicionales, el pacto de no agresión permitió a ambas naciones liberar un gran número de tropas que ocupaban territorios en disputa en Manchuria y Mongolia Exterior para ser utilizadas para propósitos más apremiantes.
Durante la conferencia de Yalta a principios de 1945, el “tío Joe”, a instancias de Roosevelt, prometió declarar la guerra a Japón dentro de los tres meses posteriores a la derrota de Alemania.
Para los Marines y GI's en Okinawa, el "VE day" era intrascendente. La foto lo dice todo y cito en tal sentido a Eugene Sledge, en una de sus notas del "Diario de un Marine":
"El 8 de mayo, Alemania se rindió incondicionalmente. Nos dijeron esta noticia trascendental, pero considerando nuestro propio peligro y miseria, a nadie le importó mucho. Estábamos resignados solo al hecho de que los japoneses lucharían hasta la extinción total en Okinawa, y que Japón tendría que ser invadido con las mismas horribles perspectivas."


Autor: Fortis Leader para Fortis Leader - The Pacific & Asia


Un Stahlhelm (Casco) alemán roto yace en un charco con las ruinas del Reichstag visibles al fondo. Berlín, Alemania 1946.
Fotógrafo: © Werner Bischof/Magnum Photos (Swiss, 1916-1954).
(FGF Colourised)



FUENTES:
https://www.facebook.com/fortisleaderpacific/photos/a.115526410728720/315230480758311/

Fortis Leader - The Pacific & Asia

Referencias (con notas personales): Giangreco, D. M. Hell to Pay . Naval Institute Press.



 



























Pedro Pablo Romero Soriano PS

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