Portada del 2 de mayo de 1945 del diario militar estadounidense The Stars and Stripes, con la noticia de la muerte de Hitler
«Hitler estaba sentado en un sofá de tela floreada, con los ojos abiertos, el cuerpo desplomado y la cabeza algo inclinada hacia adelante. La sien izquierda estaba perforada por un orificio del tamaño de una moneda, por el que había salido un hilo de sangre que después le cayó por la mejilla. En el suelo había una pistola Walther del calibre 7.65 mm. Junto a ella se había formado un charco, y la pared posterior estaba cubierta de salpicaduras de sangre. Sentada a su lado, estaba su mujer (Eva Braun, con la que se había casado un día antes) con un vestido azul, con las piernas encogidas y los labios, que habían tomado un color azulado, apretados». Así describe el gran historiador alemán Joachim Fest la escena que se encontraron los colaboradores del líder alemán, cuando entraron a su despacho en El hundimiento, el libro en el que está basada la famosa película interpretada por Bruno Ganz
La escritora Elena Rzhévskaya, quien fuera intérprete asesora del SMERSH en Berlín en 1945, también testimonió en sus memorias autobiográficas denominada-" Memorias de una intérprete en tiempos de guerra"-, lo anteriormente indicado, Hitler se había suicidado y su reconocimiento fue solo por comparación de los testimonios de la asistente dental Käthe Heusermann y los restos de las mandíbulas del líder alemán, el gobierno estalinista le había prohibido cualquier divulgación ya que deseaba que la duda sobre la muerte de Hitler fuera de provecho político.
En la imagen soldados del Ejercito soviético señalan el lugar donde fueron quemados los cadáveres
En la imagen soldados del Ejercito soviético señalan el lugar donde fueron quemados los cadáveres
Hitler y Braun vivieron juntos como marido y mujer en el búnker durante menos de cuarenta horas. A la 01:00 h del 30 de abril, el Generalfeldmarschall Wilhelm Keitel había informado que todas las fuerzas de las que Hitler había dependido para liberar Berlín habían sido rodeadas o forzadas a la defensiva. Alrededor de las 02:30 h, Hitler apareció en el corredor donde unas veinte personas, en su mayoría mujeres, se reunieron para despedirse. Caminó por la fila y estrechó la mano de cada uno de ellos antes de retirarse a sus habitaciones
A última hora de la mañana, con los soviéticos a menos de 500 m del búnker, Hitler se reunió con el General der Artillerie Helmuth Weidling, comandante del Área de Defensa de Berlín, quien le reportó que la guarnición probablemente se quedaría sin municiones esa noche y que los combates en la capital terminarían inevitablemente en las próximas veinticuatro horas. Weidling le pidió nuevamente permiso a Hitler para una evasión, aunque este no respondió y por ello tuvo que regresar a su cuartel general en el Bendlerblock. Alrededor de las 13:00 h recibió la autorización para intentar una escapada esa noche. Hitler, dos secretarias y su cocinera personal Constanze Manziarly almorzaron, para luego despedirse de los miembros del personal del Führerbunker y otros ocupantes, entre los que estaban Bormann, Goebbels y su familia, las secretarias y varios oficiales militares. Alrededor de las 14:30 h, Hitler y Braun entraron en el estudio personal
Una de las últimas fotos de Hitler con vida
Ha salido a la luz la noticia de que la nota de suicidio del dictador va a ser subastada en Alexander Historical Auctions, pudiendo llegar su valor hasta los 90.000 dólares. Se trata de un par de telegramas del final del Tercer Reich, que documentan la última decisión de Hitler de permanecer en Berlín para luchar “la batalla decisiva por Alemania”, según explica la propia casa de subastas.
El segundo telegrama, considerado como el único documento que ha llegado hasta nuestros días que refleja la decisión de Hitler de quedarse en Berlín, data del 24 de abril de 1945 y es la respuesta de Hitler al mariscal de Campo Ferdinand Schorner, que manda el primer telegrama dirigido al “Führer y al Comandante Supremo de las Fuerzas Alemanas” el 23 de abril.
En él, el mariscal pide a Hitler que abandone el búnker en el que se encuentra y salga de Alemania porque, si cae, Alemania también lo haría. “Millones de alemanes esperan la oportunidad de volver a construir Alemania contigo”.
Sin embargo, Hitler tiene clara su posición: “Permaneceré en Berlín para participar, de manera honorable, en una batalla decisiva para Alemania y para dar un buen ejemplo a todos los que quedan”, se lee en el documento que envía Hitler a Schorner.
“Creo que de esta manera estaré prestando a Alemania el mejor servicio. Para el resto de ustedes, se debe hacer todo lo posible para ganar la lucha por Berlín. puede ayudar de manera decisiva, empujando hacia el norte lo antes posible"
El segundo telegrama, considerado como el único documento que ha llegado hasta nuestros días que refleja la decisión de Hitler de quedarse en Berlín, data del 24 de abril de 1945 y es la respuesta de Hitler al mariscal de Campo Ferdinand Schorner, que manda el primer telegrama dirigido al “Führer y al Comandante Supremo de las Fuerzas Alemanas” el 23 de abril.
En él, el mariscal pide a Hitler que abandone el búnker en el que se encuentra y salga de Alemania porque, si cae, Alemania también lo haría. “Millones de alemanes esperan la oportunidad de volver a construir Alemania contigo”.
Sin embargo, Hitler tiene clara su posición: “Permaneceré en Berlín para participar, de manera honorable, en una batalla decisiva para Alemania y para dar un buen ejemplo a todos los que quedan”, se lee en el documento que envía Hitler a Schorner.
“Creo que de esta manera estaré prestando a Alemania el mejor servicio. Para el resto de ustedes, se debe hacer todo lo posible para ganar la lucha por Berlín. puede ayudar de manera decisiva, empujando hacia el norte lo antes posible"
Fotografía hecha por un fotógrafo soviético en la que están, al parecer, los restos de Hitler
Soldado recorre los aposentos del Führer
Un grupo de soldados norteamericanos leen la noticia de la muerte de Hitler. (Cordon Press)
Desde el 16 de enero, Hitler se había establecido en el búnker de la Cancillería, desde donde ejercía la presidencia del Tercer Reich al que amenazaban tanto por el este como por el oeste. Para finales de abril, las fuerzas soviéticas ya habían entrado en Berlín y se dirigían al búnker. Días antes, el 22 de abril, Hitler sufrió un ataque de histeria ante el golpe de realidad de que Alemania no superaría la guerra. Según el testimonio de una enfermera del búnker, Hitler parecía enfermo y su brazo izquierdo temblaba fuertemente.
Al expresar su intención de suicidarse, pidió al médico Werner Haase que le recomendase la mejor opción de suicidio. Haase le recomendó una dosis de cianuro seguido de un disparo en la cabeza.
El acto definitivo para su decisión fue lo que consideró como un intento de traición por parte de Heinrich Himmler de negociar con la Cruz Roja Internacional. Finalmente, la noticia de la ejecución de Mussolini le hizo jurar que no compartiría la misma suerte. El 29 de abril, Hitler decidió casarse con Eva Braun en el interior del propio búnker. Tras un pequeño desayuno con su esposa, el dictador expresó su última voluntad y testamento a su secretaria durante algo más de dos horas.
Al amanecer del 30 de abril, Hitler reunió al equipo médico para despedirse y explicarles cómo proceder después del suicidio de ambos. Tras una silenciosa comida, se despidió de sus secretarias regalándoles una pastilla de cianuro, así como de la familia Goebbels, que le pedía que no se suicidase. A las 15:30 horas, Hitler y Braun se reunieron frente a la sala de mapas y se despidieron de sus ayudantes. Tras cerrar la puerta, se escuchó un único disparo, el de la pistola de Hitler. Eva Braun ni si quiera había llegado a disparar la suya por el rápido efecto del cianuro.
Los cuerpos de ambos fueron sacados de la habitación envueltos en alfombras y llevados hacia el patio de la Cancillería del Reich. Una vez depositados en un agujero de obús, fueron rociados con unos 200 litros de gasolina, obtenidos de los coches que aún se hallaban en los sótanos de la Cancillería. La llegada de los obuses del Ejército Rojo provocó que los jefes nacional-socialistas tratasen de enterrar los cadáveres antes de que los restos se consumieran, aunque debido a las prisas por esconderse solo pudieron hacerlo superficialmente.
Finalmente, el 1 de mayo Karl Dönitz hizo pública la noticia de la muerte de Hitler. Stalin, incrédulo, mandó varias unidades especiales soviéticas para interrogar a los allí capturados y buscar en la Cancillería del Reich, donde el 9 de mayo encontraron intactas las piezas dentales de ambos. Debido al misterio y al secretismo que rodeaba la escena, no fue hasta que se disolvió la Unión Soviética cuando nueva información acerca del paradero de los restos salió a la luz. Según la documentación del Comité para la Seguridad del Estado, los restos habían sido llevados a la ciudad de Magdeburgo, donde los habían enterrado en cajas de madera junto a la familia Goebbels. En 1970, el primer ministro soviético mandó un equipo especial a Magdeburgo para destruir secretamente los cadáveres quemando los restos y arrojando finalmente las cenizas al río Biederitz.
FUENTES:
Fuentes:
Pedro Pablo Romero Soriano PS