La conquista de Palermo en julio de 1943

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Foto en color original. Prisioneros de guerra italianos limpiando la ciudad después de que las fuerzas aliadas ganaran la campaña para invadir Palermo, Sicilia, Italia. (Foto de Ivan Dmitri/Michael Ochs Archives)


Los aliados entraron en Palermo durante la Operación Husky el 22 de julio de 1943, después de que las fuerzas del General George S. Patton conquistaran la ciudad, 
La conquista de Palermo por el Séptimo Ejército estadounidense al mando del general George S. Patton, el 22 de julio de 1943, representó un punto decisivo en la Operación Husky. Esta ofensiva, más allá de su valor estratégico, evidenció una profunda competencia entre mandos aliados y consolidó la figura de Patton como un comandante audaz y eficaz. Veamos  los acontecimientos que llevaron a la toma de Palermo, el desarrollo de la campaña desde el desembarco en Gela hasta la entrada en la capital siciliana, y las implicaciones político-militares de la victoria.

La Operación Husky, lanzada el 10 de julio de 1943, fue la invasión aliada de Sicilia, planificada para asegurar el control del Mediterráneo y preparar la invasión de la península itálica. Uno de los objetivos secundarios de la operación era la conquista de Palermo, ciudad clave por su valor logístico y simbólico. El general George S. Patton, al frente del Séptimo Ejército de los Estados Unidos, condujo una rápida campaña terrestre que culminó con la entrada en Palermo el 22 de julio. Su actuación, aunque no exenta de controversia, fue decisiva en el éxito de los aliados en Sicilia.
En la planificación inicial de Husky, el protagonismo recaía en el Octavo Ejército británico del general Bernard Montgomery, que debía avanzar por el sureste de la isla hacia Messina. El Séptimo Ejército de Patton tenía una función principalmente defensiva: proteger el flanco izquierdo aliado y asegurar las zonas de desembarco. Sin embargo, las dificultades británicas en el avance dieron a Patton una mayor libertad de acción, lo que aprovechó para lanzar una ofensiva audaz hacia el oeste y luego hacia el norte, con el objetivo de tomar Palermo.
Como señala Beevor (2014), "la rivalidad personal entre Montgomery y Patton influyó en el desarrollo de la campaña", empujando al estadounidense a demostrar la eficacia de su ejército frente al prestigio británico (Beevor, La Segunda Guerra Mundial, p. 655).
Tras asegurar los desembarcos en Gela y Licata, Patton dividió sus fuerzas en varias columnas que se dirigieron hacia el norte. Las tropas estadounidenses avanzaron con rapidez aprovechando la debilidad de las defensas italianas, mientras las fuerzas alemanas concentraban su esfuerzo en contener a los británicos en el este. Entre el 17 y el 21 de julio, las unidades del Séptimo Ejército tomaron Agrigento, Sciacca, Corleone y Monreale.
El 18 de julio, el general Lucian Truscott y su 3ª División de Infantería comenzaron la última fase de la ofensiva hacia Palermo. El avance fue acelerado por la rendición masiva de tropas italianas, desmoralizadas por la falta de apoyo aéreo y de municiones. El 22 de julio, la vanguardia estadounidense entró en Palermo casi sin oposición, mientras la población local recibía a las tropas con entusiasmo.
Según César Vidal (2004), "la velocidad de la maniobra de Patton sorprendió tanto a los mandos aliados como al enemigo" (Vidal, La Segunda Guerra Mundial, p. 348). Palermo cayó con escasas bajas, y más de 50.000 soldados italianos fueron hechos prisioneros.
La conquista de Palermo tuvo varias repercusiones inmediatas. En primer lugar, supuso un golpe psicológico para el régimen fascista de Benito Mussolini, que sería destituido por el Gran Consejo Fascista apenas tres días después, el 25 de julio de 1943. En segundo lugar, consolidó el prestigio militar de Patton entre las tropas y en la prensa aliada.
No obstante, la acción también generó tensiones dentro del Alto Mando. Montgomery consideró que Patton se había desviado de los objetivos comunes en busca de gloria personal. Eisenhower, aunque satisfecho con el resultado, advirtió a Patton sobre la necesidad de actuar dentro de la estrategia aliada conjunta.
Como analiza Martín Alonso (2012), "la entrada en Palermo fue tanto una victoria militar como una demostración del liderazgo agresivo de Patton, capaz de convertir una misión defensiva en una ofensiva exitosa" (Alonso, Sicilia 1943: la antesala de la caída del fascismo, p. 89).
La campaña hacia Palermo fue un modelo de guerra de movimiento. Patton utilizó a la perfección la superioridad motorizada estadounidense, el apoyo aéreo táctico y el colapso del frente italiano para tomar una ciudad de gran importancia con mínimo coste.
Las dificultades logísticas, sin embargo, aumentaron a medida que las líneas de suministro se extendían. Además, el foco en Palermo retrasó parcialmente la ofensiva final hacia Messina, permitiendo a los alemanes organizar una retirada ordenada.

La conquista de Palermo fue uno de los logros más significativos de la campaña de Sicilia. Representó no solo una victoria militar, sino un punto de inflexión político para Italia. El general Patton demostró su capacidad como comandante ofensivo, aunque su estilo personalista y competitivo alimentó tensiones dentro del mando aliado. La toma de Palermo simbolizó la ruptura del poder fascista y el comienzo del colapso del Eje en el Mediterráneo.
Aun asi, Sicilia fue una batalla muy polémica, tanto en su desarrollo como en el resultado final. Por un lado los Aliados consiguieron una victoria completa porque en el ámbito táctico pudieron conquistar la isla y en el político provocaron la caída del fascismo. No obstante tardaron mucho más de lo previsto, casi un mes y medio, a costa de unas bajas elevadísimas y por si fuera poco no consiguieron evitar el reembarque de la mayor parte de las fuerzas alemanas que se retiraron hacia Italia casi intactas.
Los Aliados sufrieron 54.918 bajas con 6.697 muertos (2.811 estadounidenses, 2.376 británicos, 562 canadienses y 860 marineros de diversas nacionalidades), 3.330 prisioneros, 22.900 heridos y 22.000 enfermos; además de resultar hundidos 15 navíos (1 destructor, 1 dragaminas, 1 cañonero, 2 lanchas torpederas y 10 cargueros) y ser derribados unos 200 aviones.

El Eje sufrió 177.216 bajas entre 9.003 muertos (4.678 alemanes y 4.325 italianos), 46.000 heridos (32.500 italianos y 13.500 alemanes) y 122.213 prisioneros (116.681 italianos y 5.532 alemanes); además de perder un material de 170 tanques, 217 cañones y 126 aviones.

Terminada la campaña de Sicilia, a los Aliados todavía les quedaba un largo camino por delante. Aquella fue la primera gran batalla de la lucha por Italia, pero todavía quedaban muchas otras. Pocos eran capaces de imaginarlo en aquel momento, pero la campaña por la nación italiana se prolongaría dos años más durante todo el resto de la Segunda Guerra Mundial hasta 1945. Una aventura que como ya había presagiado Sicilia, terminó en un auténtico baño de sangre por ambos bandos.



FUENTES:
Historia de la Segunda Guerra Mundial 
Fuentes utilizadas y libros recomendados;
-Beevor, Antony. La Segunda Guerra Mundial. Barcelona: Crítica, 2014.
-Vidal, César. La Segunda Guerra Mundial. Madrid: Planeta, 2004.
-Alonso, Martín. Sicilia 1943: la antesala de la caída del fascismo. Madrid: Almena Ediciones, 2012.
-Morison, Samuel Eliot. La lucha por el Mediterráneo. Madrid: San Martín, 1981 (traducción al español del original en inglés).
-Patton, George S. La guerra como yo la viví. Madrid: Editorial Inédita, 2007.


 























Pedro Pablo Romero Soriano PS 

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