En la fotografía coloreada: Sargento John H. Parks # 35254924 (natural de Mill Creek, Indiana) Comandante de tanque del 3° Pelotón, compañía “B”, 37° Batallón de Tanques. 4a. División Blindada, registrado como desaparecido en combate en Flatzbourhof, Luxemburgo, el 23 de diciembre de 1944, solo 13 días después de que se tomara esta foto. Parks tenía 25 años
Batalla de las Ardenas, 23 de diciembre de 1944, el último combate de un tanquista
Batalla de las Ardenas. La Compañía “B” de John H. Parks salió de Mittersheim (Mosela-Lorraine) a las 8:30 am del 20 de diciembre de 1944 y avanzó todo el día y hasta bien entrada la noche. La marcha se detuvo después de 180 km de recorrido. La compañía pasó el día siguiente realizando el mantenimiento de los vehículos mientras en el cuartel general se formulaba un plan de ataque. La 4a. División Blindada realizaba una misión formidable: abrirse paso hasta las fuerzas estadounidenses rodeadas en Bastogne, Bélgica. El 22 de diciembre, la compañía de John condujo 20 km. hacia el norte y se quedó en reserva mientras otros elementos de la 4a. División comenzaban el avance hacia Bastogne.
Estacionados en un campo, los tanques permanecieron inactivos mientras los copos de nieve se arremolinaban sobre ellos. La temperatura rondaba el punto de congelación mientras la nieve continuaba cayendo. John y su tripulación de cuatro hombres pasaron la noche en su tanque, un Sherman M4 de 75 mm. Antes del amanecer del 23 de diciembre, las tripulaciones de los tanques encendieron sus motores y se abrieron paso a través de la nieve a lo largo de la carretera principal a Bastogne. Tenían órdenes de capturar un pueblo de Luxemburgo llamado Bigonville.
El pelotón de reconocimiento de la Compañía “B” del 37° Batallón de Tanques abrió el camino en jeeps y semiorugas. John y sus compañeros lo siguieron. Tenían sólo siete tanques y un destructor de tanques. Las semiorugas de infantería blindada los seguían. El hielo cubría el camino debajo de la nieve, y las orugas del tanque no se fijaban bien en la superficie resbaladiza. La columna giró hacia una carretera secundaria y se deslizó a través de la frontera hacia Luxemburgo y el pueblo de Perlé, que había caído en manos estadounidenses el día anterior. La ruta más directa a Bigonville discurría por un terreno elevado y abierto. El pelotón de reconocimiento evitó esa ruta y siguió una ruta más protegida que atravesaba un gran bosque. Después de pasar por Perlé, la columna descendió muy lentamente a un valle. Los tanques patinaban fuera de control sobre el hielo. El conductor de John, Russell Holland, colocó una oruga en el arcén de tierra de la carretera para obtener una mejor tracción. La columna llegó al fondo del valle y luego avanzó colina arriba.
La radio del comandante de la compañía crepitó. "¡Enemigo en Azul!" dijo la voz en el otro extremo. Un avión de observación había avistado alemanes al otro lado del bosque en un cruce llamado Flatzbourhof (designado Fase Línea Azul). La compañía de John se adentró en el bosque. La nieve en la carretera mostraba huellas frescas de un tanque alemán. Él y los demás pronto estarían peleando más que con las condiciones climáticas. La niebla de la mañana se había desvanecido y el día brillaba azul y brillante. Cada comandante de tanque se puso de pie, con las mandíbulas apretadas, los ojos como flechas. El camino debajo de ellos, como tantos caminos anteriores, prometía conducir a algún lugar que querrían olvidar.
El comandante de la compañía fue el primero en salir del bosque. Sacó su tanque de la carretera e inspeccionó el terreno por delante. Flatzbourhof constaba de una cafetería, dos granjas sucias, un aserradero y una casa anexa, y una pequeña estación de ferrocarril. El capitán también observó un bosque de abetos del tamaño de un campo de fútbol. El rodal de coníferas ocupaba el punto más alto del terreno. El capitán pronto vislumbró figuras de apariencia fantasmal corriendo con camuflaje blanco, el enemigo estaba cerca.
Jimmie Leach, el comandante de la compañía desplegó sus tanques. Envió el tanque de John a la izquierda de la carretera seguido por los tanques del Sargento Primero Bernard K. Sowers, Sargento Primero John J. Fitzpatrick y Sargento Emil DelVecchio. Y a la derecha, Leach envió al Sherman del primer teniente Robert M. Cook y al sargento primero Max V. Morphew. Los tanques maniobraron a través de campos cubiertos de nieve. Los ojos alemanes los habían visto hacía mucho tiempo, y pronto estos hicieron fuego con armas pequeñas. Las balas esculpían en el casco del tanque de John. Gran parte de los disparos procedía del bloque de abetos. John y su tripulación siguieron adelante. Holland, el conductor rodeó un área pantanosa y avanzó hacia los abetos, pero un terraplén del ferrocarril bloqueaba el camino. No pudieron escalarlo, pero John Parks divisó una solución. Le indicó al conductor que siguiera un camino rural angosto que pasaba sobre el terraplén en un cruce nivelado.
El tanque cruzó pesadamente el cruce y entró en un pastizal. Nadie siguió a John por el terraplén. Los otros tanques se colocaron junto a él y dieron fuego de cobertura mientras John avanzaba solo. Filas de abetos se erguían en filas apretadas y, entre ellos, paracaidistas alemanes se agachaban y disparaban contra el tanque de John Parks. Su tripulación Herman Coffy y Edward Clark, respondieron con proyectiles de alto explosivo. Los disparos enemigos resonaron en la torreta. El tanque de John se acercó más y más a los árboles y de pronto el sargento cayó repentinamente, yendo a parar en el asiento de la torreta y contra la espalda de Coffy. “¿Que pasa contigo?” pensó Coffy. Se volvió y vio un gran agujero sobre el ojo derecho de John. El sargento tenía una mirada en blanco, sus ojos más abiertos que estando en vida. John Parks había muerto.
Coffy reaccionó sin pánico ni pena y se quitó de encima el cuerpo sin vida de su comandante. La sangre y la carnicería se habían vuelto demasiado comunes para provocar emociones, y en el campo de batalla no había tiempo para ello. Coffy tomó el mando del tanque. El conductor puso el vehículo en reversa y retrocedió. En el borde del campo, cerca del cruce del ferrocarril, el tanque se estremeció. Fuego y acero al rojo vivo atravesaron el compartimento de la tripulación. Coffy tuvo la reacción para saltar por la escotilla de la torreta, y Holland saltó por la escotilla del conductor. Ambos hombres esquivaron por poco las balas alemanas. Edward Clark nunca pudo salir.
FUENTES:
Fuentes:
https://warfarehistorynetwork.com/the-face-of-battle/
https://www.etohistory.com/john-parks
https://www.honorstates.org/index.php?id=42250
Pedro Pablo Romero Soriano PS
