Durante la Segunda Guerra Mundial el Ejército de la Unión Soviética adoptó el fusil Tokarev SVT-40 como arma oficial. La historia que acompaña a este fusil no deja de ser un poco contradictoria, mientras que por un lado era muy valorado por las tropas del Eje, nunca gozó, sin embargo, de mucho aprecio por parte de los soldados soviéticos, conviertiéndose en una pieza muy codiciada entre las huestes germanas, quienes veían en el SVT-40 un fusil muy superior a los primeros semiautomáticos alemanes (sobre todo, comparado con el G41).
El soldado alemán con la parka reversible de invierno manejando la MG-34, apoyada junto a ella se adivina la Tokarev SVT-40.