En la fotografía coloreada, tanque ligero 7TP polaco, de torreta simple, recorriendo el área de Teschen, octubre de 1938
En mayo de 1938, Alemania se puso en marcha con sus tropas con el objetivo de anexionarse los Sudetes (territorio de Checoslovaquia de habla germana), cosa que terminó haciendo en septiembre pese a la oposición internacional tras embaucar diplomáticamente al premier británico Neville Chamberlain. Los checos se movilizaron para la defensa pero entonces entró en juego un tercero al acecho: Polonia. El gobierno de Józef Beck no estaba dispuesto a perder la parte del pastel que tanto ambicionaba y que de momento, se hacía realidad. Es así que Polonia se hace con la totalidad de la ciudad de Český Těšín (ciudad fronteriza) y sus alrededores (unos 906 km², unos 25.000 habitantes, el 36% polacos) y dos zonas fronterizas de menor importancia en el norte de Eslovaquia, más concretamente en las regiones de Spiš y Orava. (226 km², 4 280 habitantes, solo 0,3% polacos).
El Ducado de Těšín (Teschen) había pertenecido históricamente a la Corona de Bohemia pero, ya a comienzos del siglo XX, estaba poblado mayoritariamente por polacos. El territorio fue reclamado en la Conferencia de Paz de París por Checoslovaquia por sus minas de carbón, su industria y como nudo de comunicaciones, alegando al mismo tiempo razones históricas (pertenecía a Bohemia desde el siglo XIV), económicas (las únicas minas de carbón de calidad que poseería Checoslovaquia, mientras que Polonia tendría excedentes) y estratégicas (nudo de comunicaciones ferroviario entre las provincias checas y Eslovaquia). Polonia basaba su petición de anexión por la cultura de la mayoría de la población del Ducado. En enero de 1919 los checos trataron sin éxito de apoderarse del Ducado por la fuerza, debilitando su posición en París. Durante la Guerra Polaco-Soviética, los apuros de Polonia permitieron a los checoslovacos hacerse con el control del territorio, que fue asignado por los Aliados, para disgusto de Polonia, que vio la actitud de Checoslovaquia como un chantaje. Esta disputa y alguna otra menor hicieron que las relaciones entre los dos países, aliados ambos de Francia, fuesen de desconfianza. Checoslovaquia dudaba de la estabilidad de la frontera germano-polaca y Polonia de la supervivencia de Checoslovaquia.
Incluso en los años treinta, tras el resurgir del poderío alemán, una amenaza para las dos naciones, la actitud entre Polonia y Checoslovaquia era de hostilidad. Y el 30 de septiembre, aprovechando la situación de tensión entre Alemania y Checoslovaquia, los polacos, emitieron un ultimátum de 24 horas, para desmovilizar a las tropas checas en el área, ultimátum que los checoslovacos tuvieron que acatar el 1 de octubre, lo cual determinó el ingreso de las tropas polacas el 2 de octubre de 1938. Alemania no protestó, tal vez porque así descargaba responsabilidad en otros. Pero esto no acabó allí porque los polacos aún recibieron otras pequeñas cesiones el 1 de noviembre (en Zaolzie y alrededores de Lesnica y Skalité), mientras que los húngaros, que también tenía vela en el entierro, querían su tajada logrando llevarse la región de Rutenia Transcarpática, que consideraban les había sido arrebatada por el Tratado de Trianon (desmembramiento) de 1920.
Bueno y después Polonia no pudo disfrutar mucho de esta época de logros territoriales. Menos de un año después llegaba la invasión germana y por si esto no fuera poco, los soviéticos hicieron presencia para reclamar la parte oriental del país en virtud a los acuerdos secretos del Pacto Ribbentrop Molotov. Mencionar que luego de la Segunda Guerra Mundial, Český Těšín volvió al seno de Checoslovaquia y hoy forma parte de la República Checa.
FUENTES:
https://www.facebook.com/historiasgm/photos/a.105107930962361/474030224070128/
(Historia de la Segunda Guerra Mundial)
“The Slovak–Polish border”, 1918-1947 de Marcel Jesenský
“The great powers and Poland, from Versailles to Yalta” de Jan Karski
Pedro Pablo Romero Soriano PS