Retrato del Almirante Isoroku Yammoto. En esta fotografía tenía 37 años. Era agregado Militar de la Armada Imperial Japonesa en la embajada nipona en Los Estados Unidos
A pesar de ondas de choque creadas en Hawai, Washington y en todo Estados Unidos, el ataque de Yamamoto a Pearl Harbor fue, en el mejor de los casos, un éxito superficial, y en el peor un error colosal. Para un hombre que había vivido en los Estados Unidos, la comprensión de Yamamoto de su enemigo era extrañamente defectuosa. Después de la Primera Guerra Mundial había estudiado en Harvard y pasó dos temporadas como agregado naval japonés en Washington. Como contraalmirante, también participó en la Conferencia Naval de Londres en 1930 y nuevamente en 1934. Era inteligente, hablaba inglés, conocedor de Occidente y muy valorado dentro de la marina japonesa. Su punto de vista sobre la fuerza industrial de Estados Unidos y su famosa aversión por el Ejército japonés en general y Tojo en particular ha llevado a que algunas veces sea retratado como un sabio descuidado.
La leyenda de posguerra de que la Armada japonesa era ilustrada y estaba en contra de la guerra, mientras que solo el Ejército japonés era "culturalmente neandertal" y belicista es simplemente incorrecto. Mientras que el propio Yamamoto, plenamente consciente de la fuerza industrial de Estados Unidos trató de persuadir al príncipe Konoe de que "hiciera todo lo posible para evitar la guerra con Estados Unidos", esto no significaba que Yamamoto estuviera en contra de la guerra o contra la expansión del Imperio japonés. Como sus compatriotas, creía que los estadounidenses eran esencialmente débiles, desanimados por una gran derrota, se les podía persuadir de que aceptaran una tregua y permitir que Japón mantenga su Imperio. Insistió ingenuamente en que el memorándum de los 14 puntos (que declaraba rota las negociaciones llevadas hasta ese momento) debía entregarse media hora antes de su ataque sorpresa a Pearl Harbor con el argumento de que esto no enervaría a Estados Unidos hasta el punto de buscar venganza; lo cual mostró una notable falta de conocimiento, de sentido común.
Si el riesgo del ataque era alto, también existía el riesgo de que los objetivos principales, la flota de portaaviones de los EE.UU. no estuviera en Pearl Harbor cuando el ataque sorpresa tuviera lugar. De hecho, esto es realmente lo que sucedió. Entonces que pasó con el plan de Yamamoto. El puerto era poco profundo y ninguno de los ocho acorazados se hundieron hasta el fondo del océano. La poca profundidad del agua y la proximidad de los acorazados a las instalaciones en tierra salvaron a seis de los ocho acorazados de la destrucción total, prueba de la lógica defectuosa del plan. Solo el USS “Arizona”, que explotó, y el USS “Oklahoma”, que volcó, se perdieron permanentemente para la Flota del Pacífico; el resto fueron rescatados y reconstruidos y sirvieron más tarde en la Campaña del Pacífico. El “West Virginia”, “Tennessee”, “California”, “Maryland” y “Pensilvania” tomaron parte en la Batalla del Golfo de Leyte, donde la flota japonesa recibió efectivamente un golpe de gracia. Como dijo el historiador E. B. Potter, “... si Kimmel se hubiera hecho a la mar y se hubiera enfrentado al enemigo, toda su flota casi con certeza se hubiera hundido, en aguas profundas más allá del salvamento, con una pérdida de 20.000 hombres”. Para Japón, el hundimiento parcial de los acorazados estadounidenses en Pearl Harbor fue una magra ganancia para un esfuerzo tan importante. El hecho de que los portaaviones estadounidenses no estuvieran en la rada del puerto acentuó más el pobre resultado del plan japonés.
La ausencia de los portaaviones estadounidenses tuvo un efecto tangencial en otro importante aspecto del ataque, es decir, el supuesto fracaso en lanzar una tercera oleada en Pearl Harbor por el almirante Nagumo. Es un tema sobre el que hubo mucha controversia tanto en ese momento como posteriormente. De Mitsuo Fuchida, “Yo dirigí el ataque a Pearl Harbor” [publicado en 1954] sugiere que Fuchida se enfrentó a Nagumo por su decisión de suspender una tercera oleada. Aunque Nagumo no quede bien parado, sin embargo, las afirmaciones de Fuchida con respecto a emprender un nuevo ataque no parecen coincidir con otros relatos contemporáneos.
En Occidente, el ataque japonés a Pearl Harbor ha quedado caracterizado en el período de la posguerra como audaz y atrevido. Esto, sin embargo, en retrospectiva, muestra claramente que Yamamoto no llegó hasta el final en su radical revocación del plan de batalla convencional de Japón. Yamamoto nunca planeó más que la ganancia de tiempo. “Seis meses” era su mantra citado a menudo: “En los primeros seis meses a un año de guerra contra los Estados Unidos e Inglaterra tendremos una sucesión ininterrumpida de victorias; también debo decir que, si la guerra se prolongara durante dos o tres años, no tengo confianza en nuestra victoria final”. Al final, la estrategia de Yamamoto lo mejor que logró fue impulsar a los Estados Unidos a su plena capacidad económica y potencial militar. Después del Shinjuwan Kogeki (el ataque a Pearl Harbor), incluso Yamamoto no pudo despertar mucho entusiasmo por la victoria. Poco tiempo después del ataque le escribió a un amigo: “Esta guerra nos dará muchos problemas en el futuro. El hecho de que hayamos tenido un pequeño éxito en Pearl Harbor no es nada”.
FUENTE:
https://www.facebook.com/historiasgm/photos/a.105107930962361/474271467379337/
(Historia de la Segunda Guerra Mundial)
https://www.facebook.com/photo/?fbid=454892862741229&set=gm.1303334963468903
Apocalipsis: la Segunda Guerra Mundial™
(Pál Maléter)
“Hirohito´s War: The Pacific War 1941 – 1945” de Francis Pike (2015)
Pedro Pablo Romero Soriano PS