El proceso de Verona

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(Galeazzo Ciano, conde de Cortellazzo; Livorno, 1903 - Verona, 1944) Dirigente fascista italiano. Era hijo del militar Costanzo Ciano, héroe de la Primera Guerra Mundial y fascista de primera hora. Galeazzo Ciano se licenció en derecho en la Universidad de Roma y, a continuación, aprobó el ingreso en la carrera diplomática, que inició como vicecónsul en Río de Janeiro. En 1930 fue cónsul general en Shangai, y un año más tarde ministro plenipotenciario en China. En 1930 se casó con la hija de Mussolini, Edda; a raíz de este matrimonio se convirtió en uno de los hombres más importantes del régimen fascista: fue ministro de la Prensa (1935-1936) y de Asuntos Exteriores (1936-1943).
Desde este último puesto diseñó la política imperialista que alineó a la Italia fascista con la Alemania nazi y la llevó a entrar en la Segunda Guerra Mundial: intervención en la Guerra Civil española (1936-1939) en apoyo del general golpista Francisco Franco, adhesión al Pacto Antikomintern (el Eje Roma-Berlín-Tokio, 1937), invasión italiana de Albania (1939) y firma del «Pacto de Acero» con Alemania (1939).
No obstante, al estallar la guerra intentó evitarla mediando entre Adolf Hitler y los gobiernos occidentales; y sus reticencias frente a las ambiciones de hegemonía de Alemania se transformaron en discrepancias con Mussolini. Éste le cesó como ministro, nombrándole embajador ante el Vaticano; y Ciano se vengó votando la destitución del Duce en el Gran Consejo Fascista aquel mismo año (1943). La caída de Mussolini provocó la invasión alemana del norte de Italia, donde, tras ser liberado, el Duce quedó al frente de un nuevo régimen fascista, la República de Salò. Galeazzo Ciano fue detenido por los alemanes y entregado a las autoridades fascistas, que lo fusilaron.
Galeazzo Ciano es autor de un Diario que fue publicado póstumamente por voluntad de su viuda entre los años 1946 y 1948 y cuya importancia es objeto de disensión entre los investigadores. Forman este diario las notas que Ciano tomó regularmente desde el 23 de agosto de 1937 hasta el 8 de febrero de 1943 en siete grandes agendas, que fueron parcialmente puestas a salvo por Edda Mussolini cuando escapó a Suiza en enero de 1944

Galeazzo Ciano en la Conferencia de Munich junto a Hitler y a Mussolini

Galeazzo Ciano en el juicio de Verona, 1944, en el centro con un abrigo ligero. A su derecha, Pareschi y De Bono. A su izquierda en el orden Gottardi, Marinelli y Cianetti

Aquí, junto con otros miembros del Gran Consejo - Emilio De Bono, Luciano Gottardi, Giovanni Marinelli y Carlo Pareschi - un pelotón de 30 soldados de camisa negra abre fuego contra los condenados que estaban sentados por detrás, dejando sus cuerpos sin vida en el suelo. Toda la actuación fue filmada por un camarógrafo alemán y captura los últimos momentos de un valiente Ciano que, también sentado por detrás, se dio la vuelta antes de la ejecución y de un Emilio De Bono que comentó sus últimos momentos: "Me engañas un poco, Tengo setenta y ocho" 

Al constituir Mussolini un nuevo gobierno en el norte de Italia, había ya decidido tomar medidas contra los ex-jerarcas del régimen fascista que habían votado su alejamiento del cargo en la sesión del Gran Consejo, de fecha 25 de julio de 1943.
El yerno del Duce, conde Ciano, que se encontraba en Alemania, había regresado a territorio italiano voluntariamente, el día 19 de octubre. Al llegar al aeropuerto de la ciudad de Verona, Ciano fue inmediatamente arrestado por la policía fascista y conducido detenido a la prisión de Scalzi. En el mismo lugar fueron alojados los restantes miembros del Gran Consejo que pudieron ser arrestados: De Bono, Gottardi, Pareschi, Marinelli y Cianetti. Mussolini, al tener conocimiento del arresto del grupo de hombres a los que él consideraba traidores, decidió someterlos a un juicio en la misma ciudad de Verona.
En la mañana del 8 de enero de 1944 se iniciaron las sesiones del Tribunal. El público que asistió a esa farsa jurídica estaba constituido, exclusivamente, por jóvenes pertenecientes al movimiento fascista. Los acusados justificaron su actitud manifestando que su intención no había sido la de derrocar a Mussolini sino la de obligar al rey a tornar en sus manos la conducción del Estado en esa gravísima hora. El fiscal rechazó esos argumentos, señalando que todos los acusados habían tomado parte en una conspiración con el exclusivo fin de salvarse a sí mismos, pidió para ellos la pena de muerte.
Al día siguiente, el presidente del Tribunal dio su veredicto. Con excepción de Cianetti, que fue condenado treinta años de cárcel, los demás, incluyendo a los miembros del Consejo que no habían podido ser detenidos, fueron condenados a la pena máxima. La ejecución se llevó a cabo el día 11 de enero. Un oficial de la SS, alemán, que presenció el fusilamiento, describió así la escena, en un informe enviado a sus superiores: "Poco después de las nueve de la mañana, el jefe de la provincia de Verona se presentó en compañía de funcionarios y agentes de la Questura local, miembros del tribunal especial y un grupo reducido de civiles que me eran desconocidos.
El fiscal había ya revelado a los condenados que el pedido de clemencia había sido rechazado. Las disposiciones finales transcurrieron en medio de una sórdida confusión. Jueces, funcionarios de policía, guardias armados, comenzaron a llenar la prisión. Los condenados fueron arrojados a sus celdas y maniatados. Un lúgubre cortejo, encabezado por Don Chiot (capellán de la prisión) se dirigió al patio. Ciano profería insultos en voz alta y Marinelli se encontraba en un estado total de desmoralización. A solicitud de De Bono, Ciano se calmó y, dirigiéndose al capellán le dijo: «Todos hemos cometido errores y somos todos barridos por la misma tormenta. Dígale a mi familia que muero sin rencor contra nadie...
"Acompañé al jefe de la provincia y su escolta en el vehículo de los prisioneros, al lugar de la ejecución: un campo de tiro en el Fuerte San Procolo, en las afueras de Verona... El pelotón de fusilamiento estaba integrado por un destacamento de la milicia, de veinticinco hombres aproximadamente. La ejecución se realizó de la siguiente manera: Se hizo sentar a los condenados de espaldas, sobre sillas, a horcajadas, con la espalda de la silla mirando hacia adelante, de manera que sus propias espaldas quedaron expuestas al pelotón de fusilamiento. Sus manos fueron atadas al respaldo de las sillas.
En el caso del mariscal De Bono, que se hallaba en el punto más lejano del lugar en el que yo estaba parado, intuí, observando sus movimientos de cabeza, que se negaba a ser atado. Sólo se lo pudo maniatar luego de varios esfuerzos. El único prisionero que causó dificultades fue, nuevamente, Marinelli. Tuvo que ser maniatado por la fuerza por varias personas. Continuó, durante todo el tiempo, gimiendo y lamentándose. Los otros mantuvieron una actitud calma.
"El pelotón de fusilamiento tomó posición en dos filas, a quince pasos atrás de los prisioneros, con sus pequeños rifles italianos cargados y listos. Al recibir la voz de fuego, los hombres dispararon simultáneamente sobre los cinco prisioneros. La primera fila, en posición de rodilla en tierra y la segunda de pie. Justo antes de que se diera la orden de fuego, uno de los condenados, Gottardi o Pareschi. gritó: «¡Viva Italia! ¡Viva el Duce!». Luego de la primera descarga, cuatro de los prisioneros cayeron a tierra, arrastrando sus sillas, mientras que uno permanecía sentado, indemne, a juzgar por su posición. Desde donde yo me encontraba, no pude verificar si se mantenía erecto por simple equilibrio o porque no había sido alcanzado por los proyectiles.
"Los hombres que yacían en el suelo habían sido alcanzados en forma tan imprecisa que permanecían moviéndose y gritando. Luego de una corta y embarazosa pausa, fueron disparados algunos tiros más, desde las filas del pelotón de fusilamiento, contra el hombre que permanecía aun en la silla y los que ya estaban en el suelo. Finalmente se dio la orden de cesar el fuego. Los condenados fueron rematados con disparos de pistola, por el comandante del pelotón y otros milicianos”. La noticia del fusilamiento fue propalada ese mismo día por las radios y precedida por las notas de "Giovirtezza', himno fascista.

A las 9:00 horas de la mañana del 11 de Enero de 1944, Ciano fue conducido por policías de la Cárcel de Verona al campo de tiro del Fuerte San Patroclo. Nada más llegar al terraplén en el que se hacían prácticas de disparo , Ciando se encontró con un pelotón entero de la Milicia Fascista, unos sacerdotes y los otros condenados, entre los que estaban Emilio De Bono, Carlo Pareschi, Luciano Gottardi y Giovanni Marinelli. A cada uno se les hizo sentar sobre una silla con el respaldo entre las piernas y las manos atadas a la espalda.
Acto seguido los curas oficiaron la extremaunción a los cinco mientras los policías colocaban a los reos de espaldas frente al pelotón. Justo a las 9:20, Ciano echó una última mirada hacia sus verdugos cuando un segundo después la Milicia Fascista abrió fuego. Tan mala suerte tuvo Ciano que fue alcanzado por las balas y tirado de la silla en la que estaba maniatado, retorciéndose de dolor en el suelo y dejando un gran charco de sangre. Fueron necesarios otros dos tiros de gracia del capitán de milicia para acabar con su vida.
Con la muerte de su esposo Galeazzo, Edda Mussolini jamás volvió a hablar con su padre al que consideraba el asesino de su marido y responsable de haber dejado huérfanos a sus propios nietos. Solamente cuando el fascismo cayó en 1945 y Benito Mussolini fue ejecutado por los partisanos, Edda finalmente lloró a su progenitor y le perdonó en sus sentimientos. No obstante y como homenaje a su esposo, publicó los textos de Ciano como Ministros de Asuntos Exteriores en Diarios 1937/1938 y Diarios 1939/1943 que vieron la luz entre 1946 y 1949.






FUENTES:
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Apocalipsis: la Segunda Guerra Mundial™
Claudio A Aguirre




























Pedro Pablo Romero Soriano PS

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