Segunda Batalla de Kharkov

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Tropas de las SS Leibstandarte en una aldea Ucraniana

El 12 de mayo de 1942, las fuerzas soviéticas bajo el mando del mariscal Semión Timoshenko lanzaron una ofensiva contra el 6º Ejército alemán, desde un saliente establecido durante la contraofensiva de invierno. Después de los signos iniciales prometedores, la ofensiva soviética fue detenida por el frío.
Errores críticos de varios oficiales del Estado Mayor y de Stalin y a sí mismo, de no calcular con exactitud el potencial de la Wehrmacht y sobrestimando sus fuerzas recién formadas, llevó a un ataque en pinza de las fuerzas alemanas en torno a la retaguardia de las tropas soviéticas que las dejó aisladas de sus fuerzas de choque.
Planteada por el Ejército Rojo como una operación de embolsamiento sobre el Ejército Alemán, serían precisamente las fuerzas del Eje las que protagonizarían una asombrosa pinza que provocaron una de las más graves derrotas militares a la Unión Soviética.
Los alemanes irrumpieron en el saliente y la batalla que siguió fue una abrumadora victoria alemana, con 170.958 muertos, desaparecidos o capturados y 106.232 soldados soviéticos heridos en comparación con solo 20.000 bajas para los alemanes y sus aliados, según el historiador militar David M. Glantz.
Las reservas de los soviéticos parecían inagotables, especialmente si se tenían en cuenta las pérdidas del año anterior: entre Kiev y Moscú, habían perdido 1.300.000 hombres capturados y 9.000 piezas de artillería y 2.000 vehículos blindados perdidos o capturados. Los alemanes estaban reuniendo prisioneros de guerra a un ritmo asombroso.
Kharkov era la quinta ciudad industrial de la Unión Soviética por detrás de Moscú, Leningrado, Stalingrado y Kíev. Ocupada por el Ejército alemán el 24 de Octubre de 1941 tras la conocida como Primera Batalla de Kharkov, para el Ejército Rojo se hizo indispensable recuperar esta plaza tanto por su riqueza productiva como por ser un nudo de comunicaciones estratégico entre Móscú y el resto de Ucrania.
Por esa razón el mariscal Semyón Timoshenko, principal responsable de la defensa al sur de Rusia, presentó el 10 de Abril de 1942 un ambicioso boceto para desencadenar una ofensiva general que pretendía embolsar a grandes unidades enemigas y de paso reconquistar la propia Kharkov.
Para los alemanes, los prisioneros de guerra soviéticos eran prescindibles: consumían las calorías que necesitaban otros y, a diferencia de los prisioneros de guerra occidentales, se consideraban infrahumanos.
Se cuenta que la Leibstandarte SS mató a 4.000 prisioneros de guerra soviéticos en el Óblast de Jersón en represalia en agosto de 1942.
La historia vino originalmente del prolífico autor austríaco de extrema derecha y ex SS-Obersturmbannführer Erich Kernmayr. Escribió en el libro Der große Rausch (1948), que después de que miembros de la Leibstandarte SS encontraron los cuerpos mutilados de SS-Sturmmann Gehrken, Lippke, Steiner y Schwillinsky y SS-Schütze Mehnke y Ploetz junto con 103 soldados Heer masacrados el 18 de agosto de 1942, se recibió una orden de la división comandante Josef Dietrich que no se debe tomar prisioneros durante los tres días posteriores al descubrimiento.
Bloqueados los 200.000 efectivos de los VI, IX y LVII Ejércitos Soviéticos dentro de un anillo por fuerzas del Eje muy superiores, únicamente consiguieron escapar el 27 de Mayo un total de 22.000 soldados y comisarios a través de un pequeño corredor de 1 kilómetros a la altura de Volubuevka. Al día siguiente, el 28 de Mayo, las tropas alemanas y rumanas rompieron el cerco y aniquilaron la bolsa, forzando a los últimos supervivientes soviéticos a capitular.
En definitiva, el fracaso soviético de la ofensiva se puede achacar a las deficiencias en sus mandos, escasa coordinación para la batalla y disposición de las fuerzas.
También la inteligencia soviética cometió errores al hacer una estimación incorrecta de las unidades alemanas presentes en la zona, además de no advertir los movimientos alemanes desarrollados a lo largo de la batalla.
Zhukov resume en sus memorias que el fracaso de esta operación era completamente previsible, ya que la ofensiva fue organizada muy ineptamente, a riesgo de exponer el flanco izquierdo del saliente de Izyum a contraataques alemanes siendo obvios en un mapa. Todavía según Zhukov, la razón principal del fracaso soviético está en los errores cometidos por Stalin, quién subestimó el peligro proveniente de los ejércitos alemanes en el sector del sudoeste y dejó de tomar medidas para concentrar cualquier reserva estratégica sustancial con el fin de rechazar cualquier potencial amenaza alemana. Stalin no hizo caso del consejo de la STAVKA que recomendó organizar una defensa fuerte en el sector del sudoeste, a fin de ser capaz de rechazar cualquier ataque de la Wehrmacht.
La Segunda Batalla de Kharkov fue la última victoria del Ejército Alemán durante una maniobra de embolsamiento de grandes proporciones en la Segunda Guerra Mundial. Curiosamente y a pesar del rotundo éxito conseguido, tal cosa jamás hubiera sido posible en caso de no haber lanzado el Ejército Rojo una ofensiva tan temeraria, la cual debilitó de una forma suicida los flancos y expuso innecesariamente sus salientes, lo que terminó llevando a una más que lógica debacle total que modificó el rumbo de los acontecimientos en el Frente Oriental aquel año 1942.



FUENTES:




Pedro Pablo Romero Soriano PS

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