Choque de titanes

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Soldados alemanes sonríen para la cámara, Operación Barbarroja, Frente Oriental 1941.
Ignorantes de lo que habrían de padecer

La Segunda Guerra Mundial ha sido el conflicto bélico más extraordinario de la historia de la humanidad. Ya sea por el número de combatientes, por los ingentes recursos utilizados, por el alcance global de la contienda o por el coste de vidas, nada puede equipararse al estado de guerra en que se halló el mundo entre 1939 y 1945. Nuestra sociedad es heredera directa de aquellos sucesos, que todavía hoy se dejan sentir.
El nuevo orden mundial nacido de la victoria aliada ha condicionado desde entonces el devenir del planeta, además de hacernos ver (aunque últimamente parezca que lo olvidamos) el peligro de los populismos y de los regímenes totalitarios.
La guerra fue el resultado de una escalada demencial, de una nueva forma de hacer política personificada en Adolf Hitler, quien condujo a la humanidad al borde del abismo.
Han pasado más de setenta años desde el final de la guerra, pero su recuerdo sigue estando muy vivo.
Hasta el inicio de la operación Barbarroja, el ejército soviético era una institución caótica. La humillación sufrida en la Primera Guerra Mundial, la estrepitosa invasión de Finlandia o las purgas estalinistas, que habían mermado de forma ostensible el cuerpo de oficiales, convirtieron al brazo armado del régimen comunista en una fuerza atenazada y poco preparada para hacer frente al desafío del experimentado ejército germano.
Pero....¿Por qué se impuso el Ejército soviético al alemán?. Son varias las teorías que intentan dar respuesta a este gran interrogante. Todas (a las serias nos referimos) tienen algo de cierto y quizás una combinación de ellas sea la respuesta adecuada.
Las fuerzas germanas, aunque poderosas, tuvieron que defender miles de kilómetros cuadrados en un territorio hostil, mal comunicado y en unas condiciones climatológicas adversas. Las reservas alemanas, además, eran exiguas, mientras que las soviéticas fueron muy superiores.
El alto mando ruso podía permitirse enviar a una muerte segura a millones de soldados, sabiendo que una nueva remesa de fervientes patriotas volvería a lanzarse contra el enemigo.
Otro factor a tener en cuenta era que, aún estando el frente occidental más o menos pacificado, la Wehrmacht debía repartir sus tropas en múltiples lugares del planeta; a medida que pasaban los años, los recursos humanos y materiales menguaban y no siempre podían sustituirse.
Por último, y esta es la tesis que defienden Glantz y House para justificar la victoria roja, los generales soviéticos y Stalin, tras un inicio desastroso, supieron sobreponerse a los reveses y reconstruir un ejército más profesional y eficiente; además, de aprender el arte de la guerra a costa de sangre y sudor.
En palabras de los autores, .....“A finales de octubre [de 1941], la Wehrmacht y el Ejército Rojo parecían dos boxeadores sonados, que se mantenían precariamente sobre sus pies pero que perdían rápidamente la facultad de herir al otro de forma decisiva. Como boxeadores profesionales con los ojos hinchados, eran incapaces de ver con suficiente claridad para juzgar la capacidad de aguante”. Y más adelante añaden: “Muchos de estos problemas perduraron hasta el final de la guerra, pero en noviembre de 1942, por primera vez, los soviéticos se tomaron su tiempo para prepararse de forma apropiada para una ofensiva”.....
Concluimos con una recomendación a todos los amantes de la Segunda Guerra Mundial y aquellos que, sin serlo, estén interesados: den una oportunidad a este libro, que su curiosidad se verá saciada. Y no nos resistimos a transcribir una última reflexión de sus autores: “Lentamente, a mediados de mayo de 1945, el sonido de las armas se fue acallando y la guerra en Europa llegó a su fin. Tras haber capturado, con gran coste humano, Bucarest, Belgrado, Varsovia, Budapest, Viena, Berlín y Praga de años de la maltrecha Wehrmacht y sus satélites, los soviéticos reivindicaban de manera indiscutible su parte del pastel del botín de esta victoria sobre Alemania. Sin embargo, a ojos occidentales, las consecuencias políticas privaban a la Unión Soviética de ese derecho. En cuestión de pocos años, los horrores de la guerra se reemplazaron por el totalitarismo y la amenaza de la Guerra Fría. Tales recelos pronto oscurecieron el sufrimiento, las contribuciones y el triunfo sin precedentes de la población soviética”.



FUENTE:
https://www.facebook.com/photo?fbid=350394237092743&set=a.131347705664065

Vientos de Guerra: Segunda Guerra Mundial

David M. Glantz y Jonathan M. House. Del libro.(Choque de titanes. La victoria del Ejército Rojo sobre Hitler)


 















Pedro Pablo Romero Soriano PS

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