De acuerdo al papel que desempeñarían en la venidera campaña del Frente Occidental (Batalla de Francia), el Grupo de Ejércitos “B”, en el ala derecha (Bélgica), debía provocar a las tropas francesas para que se precipitaran en la trampa, a fin de que el Grupo de Ejércitos “A” pudiera ser capaz de penetrar en el flanco desprotegido. El Panzergruppe Kleist, que formaba la punta de lanza de esa espada, estaba compuesto por dos cuerpos de ejército Panzer más un cuerpo de infantería motorizada con un total de 41 140 vehículos, incluyendo 1 222 carros de combate, que suponían la mitad de la fuerza acorazada alemana y en lo que a personal se refiere, 134.370 hombres. Además, durante el avance hacia la costa del Canal de la Mancha recibió el apoyo de numerosas unidades especiales, sobre todo de zapadores y del I. Flakkorps (I. Flugabwehrkrops, cuerpo antiaéreo de la Luftwaffe).
Comandar esta gran fuerza Panzer, de dimensiones nunca vistas, era una tarea de muy dura, que, en realidad, sólo podía llevar a cabo un hombre: Guderian, el experto en Panzer, el mismo que había defendido la idea de emplear los carros de combate de un modo independiente a nivel operacional y que ahora por fin tenía la oportunidad de demostrar la factibilidad de su idea. Sin embargo, sorprendentemente, fue von Kleist al que nombraron comandante del naciente grupo Panzer. Tal y como escribió Guderian, éste “hasta entonces no se había mostrado particularmente bien dispuesto para con la fuerza acorazada”. Esta conducta ambivalente resulta típica del dilema que sufría el generalato alemán que estaba dividido entre una fuerte ala conservadora y un ala progresista minoritaria.
El Panzergruppe Kleist era sólo una formación a medio camino entre un Cuerpo de Ejército y un Ejército; por eso Ewald von Kleist recibió tan solo el rango de Befehlshaber (comandante) y no el de Oberbefehlshaber (comandante en jefe), como era el caso de un verdadero ejército. Además, el grupo fue considerado desde el principio como algo completamente provisional, una simple formación ad hoc destinada a ejecutar un experimento operacional extremadamente arriesgado. De haber fallado el ataque sorpresa sobre el curso del Mosa, el resultado habría sido la disgregación del grupo Panzer tan solo unos pocos días después. El Cuartel General de esta agrupación no fue reforzado como le correspondía, sino que el Estado Mayor del Panzergruppe Kleist se correspondía más bien con el Cuartel General de un cuerpo de ejército. Esto significó que fue un simple coronel quien tuvo que gestionar una tarea organizativa titánica. El Oberst Kurt Zeitzler, Jefe de Estado Mayor del Grupo, tuvo exactamente dos meses para preparar esta gigantesca formación motorizada a fin de que ejecutara una operación para lo que no había reglamentos ni modelos y, por motivos de secreto, ni tan siquiera fue posible practicar el modo de ejecutarla durante las maniobras. Zeitzler resultó ser una figura organizativa de tal calibre que con esta tarea puso la piedra angular de una de las más sorprendentes carreras de la guerra. Justo dos años después del final de la Campaña en el Frente Occidental, se convertía en sucesor de Halder como Jefe de Estado Mayor del Ejército.
FUENTE:
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Historia de la Segunda Guerra Mundial
Fuente: “El Mito de la Blitzkrieg” de Karl Heinz Friesser
Pedro Pablo Romero Soriano PS