La pistola chapada en oro entregada por Hermann Goering en el momento de su rendición
Fue un momento clave al final de la Segunda Guerra Mundial.
El jerarca Hermann Goering, que huía para salvar su vida de su propio bando, entregó su pistola chapada en oro a un soldado aliado y se rindió.
Al teniente Jerome Shapiro se le permitió quedarse con el arma que recibió en una carretera de Austria en mayo de 1945, detuvo a Goering cuando huía de Alemania en su automóvil Mercedes a prueba de balas con bolsas de equipaje atadas al techo.
Después de ser retenido a punta de pistola, el jefe de la Luftwaffe le entregó al teniente Shapiro la pistola Walther PPK junto con una daga ceremonial.
Cuando el teniente Shapiro murió en la década de 1970, su viuda le dio la pistola a un amigo de su difunto esposo que vivía cerca de ellos en Delaware, quien la vendió unos 20 años después a un coleccionista privado.
En el 2012 salió a la luz pública por primera vez después de estar disponible para la venta en una subasta en los EE.UU. Se esperaba que alcanzase las 30.000 libras esterlinas
El teniente Shapiro y un soldado fueron enviados en un jeep para encontrar a Goering, lo que hicieron en Radstadt en Austria.
Goering también tenía consigo un revólver Smith and Wesson descargado que, según se dice, pidió conservar para poder presentarlo en una rendición formal al general Eisenhower.
Sin embargo, tanto la pistola como la daga con mango de marfil fueron entregadas al teniente Shapiro como parte del procedimiento de rendición en Austria.
Hermann Goering fue hecho prisionero por el Ejército americano en Radstadt, Austria, el 8 de mayo de 1945, el mismo día que el mariscal Keitel firmaba la rendición de Alemania en Berlín. Pretendía entrevistarse con el general Eisenhower y ponerse bajo su protección, pensando ingenuamente que se le dispensaría un trato de acuerdo con su rango militar.
Pero Goering, obeso, con dolencias cardiacas y dependiente del éter y la morfina, no era consciente del duro castigo que exigirían los vencedores.
Pese a que formalmente fue el número dos del régimen hasta finales de abril de 1945, hacía meses que estaba marginado de la cúpula del poder nazi, formada por Himmler, Goebbels, Bormann y Speer.
Los suicidios de Hitler, Himmler y Goebbels le permitieron recuperar brevemente su primacía entre los cabecillas juzgados en Nuremberg. A ello le ayudó el régimen de desintoxicación al que fue sometido durante su detención y juicio.
El 16 de octubre, de madrugada, fueron ejecutadas las diez sentencias de muerte. El mariscal Hermann Goering consiguió eludir la horca; a las 22,45 horas del día 15 de octubre se suicidó injiriendo una capsula de cianuro potásico.
Nunca se ha sabido como llegó el veneno a sus manos. Las primeras sospechas recayeron en su viuda o en los guardianes. En 1951, el general alemán Von dem Bach-Zelewski aseguró que fue él quien facilitó el veneno a Goering.
El cadáver del mariscal fue llevado, junto a los cuerpos de los diez dirigentes ahorcados, al campo de Dachau, situado a pocos kilómetros de Munich, e incinerado en uno de los hornos en los que fueron exterminados miles de detenidos. Las cenizas fueron arrojadas a las aguas del río Isar.
Fue un momento clave al final de la Segunda Guerra Mundial.
El jerarca Hermann Goering, que huía para salvar su vida de su propio bando, entregó su pistola chapada en oro a un soldado aliado y se rindió.
Al teniente Jerome Shapiro se le permitió quedarse con el arma que recibió en una carretera de Austria en mayo de 1945, detuvo a Goering cuando huía de Alemania en su automóvil Mercedes a prueba de balas con bolsas de equipaje atadas al techo.
Después de ser retenido a punta de pistola, el jefe de la Luftwaffe le entregó al teniente Shapiro la pistola Walther PPK junto con una daga ceremonial.
Cuando el teniente Shapiro murió en la década de 1970, su viuda le dio la pistola a un amigo de su difunto esposo que vivía cerca de ellos en Delaware, quien la vendió unos 20 años después a un coleccionista privado.
En el 2012 salió a la luz pública por primera vez después de estar disponible para la venta en una subasta en los EE.UU. Se esperaba que alcanzase las 30.000 libras esterlinas
El teniente Shapiro y un soldado fueron enviados en un jeep para encontrar a Goering, lo que hicieron en Radstadt en Austria.
Goering también tenía consigo un revólver Smith and Wesson descargado que, según se dice, pidió conservar para poder presentarlo en una rendición formal al general Eisenhower.
Sin embargo, tanto la pistola como la daga con mango de marfil fueron entregadas al teniente Shapiro como parte del procedimiento de rendición en Austria.
Hermann Goering fue hecho prisionero por el Ejército americano en Radstadt, Austria, el 8 de mayo de 1945, el mismo día que el mariscal Keitel firmaba la rendición de Alemania en Berlín. Pretendía entrevistarse con el general Eisenhower y ponerse bajo su protección, pensando ingenuamente que se le dispensaría un trato de acuerdo con su rango militar.
Pero Goering, obeso, con dolencias cardiacas y dependiente del éter y la morfina, no era consciente del duro castigo que exigirían los vencedores.
Pese a que formalmente fue el número dos del régimen hasta finales de abril de 1945, hacía meses que estaba marginado de la cúpula del poder nazi, formada por Himmler, Goebbels, Bormann y Speer.
Los suicidios de Hitler, Himmler y Goebbels le permitieron recuperar brevemente su primacía entre los cabecillas juzgados en Nuremberg. A ello le ayudó el régimen de desintoxicación al que fue sometido durante su detención y juicio.
El 16 de octubre, de madrugada, fueron ejecutadas las diez sentencias de muerte. El mariscal Hermann Goering consiguió eludir la horca; a las 22,45 horas del día 15 de octubre se suicidó injiriendo una capsula de cianuro potásico.
Nunca se ha sabido como llegó el veneno a sus manos. Las primeras sospechas recayeron en su viuda o en los guardianes. En 1951, el general alemán Von dem Bach-Zelewski aseguró que fue él quien facilitó el veneno a Goering.
El cadáver del mariscal fue llevado, junto a los cuerpos de los diez dirigentes ahorcados, al campo de Dachau, situado a pocos kilómetros de Munich, e incinerado en uno de los hornos en los que fueron exterminados miles de detenidos. Las cenizas fueron arrojadas a las aguas del río Isar.
FUENTE:
https://www.facebook.com/photo?fbid=480120050786827&set=a.131347705664065
Vientos de Guerra: Segunda Guerra Mundial
Pedro Pablo Romero Soriano PS