El bombardeo de la Luftwaffe sobre Wieluń

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Poco después de las 4:30 de la mañana del 1 de septiembre, incluso antes de que el acorazado “Schleswig-Holstein” hubiera abierto fuego sobre Westerplatte, una fuerza de 45 Junkers Ju-87 Stukas volaron en formación sobre los cielos por encima de la ciudad de Tczew. Su tarea principal era desconectar la planta de energía y el cableado para evitar una detonación de las minas, con un raid de distracción. Al mismo tiempo, un tren de mercancías, capturado por tropas alemanas, se acercaría al puente ferroviario del lado este antes de descargar su cargamento humano, hombres que intentarían tomar el control del objetivo.
Sin embargo, a pesar de la audacia de su concepción, la misión fue un fiasco. Antes de llegar a los puentes, el tren fue detenido en Simonsdorf (Szymankowo) por funcionarios de aduanas polacos, que lanzaron una bengala para alertar a la guarnición cercana en Tczew del peligro inminente. Además, como el piloto alemán, Paul-Werner Hozzel, explicó, el manto de niebla irregular sobre el objetivo significaba que los Stukas no podían esperar ser precisos. Aunque arrojaron sus bombas según lo ordenado, observando “el ascenso de las explosiones en forma de hongo” en el terraplén, sólo pudieron temporalmente desactivar las cargas. Una hora más tarde, los polacos volaron los puentes. La apertura de la operación alemana de la guerra había tenido un inicio un poco dificultoso.
Si la incursión en Tczew tenía una justificación estratégica limitada, la de Wieluń, una pequeña ciudad a unos 20 kilómetros de la frontera alemana de Silesia, tenía una lógica diferente. A las 5:40 de esa mañana, al despuntar el alba, un escuadrón de Stukas rompió el silencio. Según el relato del piloto Oskar Dinort, oficial al mando del 2° Sturzkampfgeschwader Immelmann (ala de bombardeo en picado), el ataque siguió a un ejercicio bien practicado: Cerrar la tapa del radiador, reducir el acelerador, volcar a la izquierda, ajustar el ángulo de inmersión a 70 grados, acelerar: 350, …400, …500 km/h.

Cayendo en picado hacia la tierra, con sus sirenas aullando, los Stukas lanzaron sus bombas a unos 700 metros antes de salir de la inmersión, escalar hacia los cielos y repetir el procedimiento. Fue la primera de tres incursiones que la ciudad soportaría ese día. En tierra, los raids causaron caos: un testigo dijo que el “infierno” se había desatado. Sin defensas antiaéreas, y sin presencia militar alguna, Wieluń, una ciudad de unos 16.000 habitantes, estaba enteramente a merced de la Luftwaffe. Su hospital e iglesia fueron arrasados rápidamente y más de 300 otros edificios (70% de la ciudad) fueron destruidos, incluyendo complejos del monasterio, una sinagoga, una iglesia ortodoxa y las plazas del mercado antiguo y nuevo.
Más de 50 toneladas métricas de bombas cayeron, transformando el corazón de Wieluń en un paisaje lunar de humo y escombros. Los Stukas de Walter Sigel iban seleccionando sus objetivos, tales como el Hospital de Todos los Santos que era claramente distinguible: una enorme cruz roja estaba pintada en su techo. Las bombas cayeron por igual. Un cráter del tamaño de medio casa quedó formado en los terrenos del hospital. “Había escombros por todas partes y debajo de los escombros, escuchábamos gemidos”, recordaba el Dr. Zygmunt Patry. Uno de los presentes recordó haber corrido hacia el centro de la ciudad para ver qué había pasado. “Fue destruido”, escribió. “Por todas partes había cuerpos y partes de cuerpos”. No se tuvo seguro de cuántos habían muerto, con las estimaciones que han ido desde unos pocos cientos hasta 1.600. Las tripulaciones de Stuka no sufrieron pérdidas en absoluto: no hubo fuego defensivo polaco. De hecho, como el informe de la Luftwaffe anotaría sobre el ataque, no había “ninguna señal del enemigo” en absoluto.

La pregunta de por qué Wieluń fue atacada ha sido una pregunta recurrente en los historiadores durante mucho tiempo. Podría ser que la incursión simplemente se hiciera por error. Está claro, por ejemplo, que la inteligencia militar alemana creyó erróneamente que las formaciones del Ejército polaco y el cuartel general del estado mayor habían estado estacionadas en la ciudad durante los días anteriores; un agente alemán informó de la presencia del 8° Regimiento de Uhlan. Sin embargo, tales racionalizaciones ignoran la más simple explicación: la Luftwaffe estuvo involucrada en un acto de guerra psicológica: su objetivo primario fue quebrantar el espíritu de los polacos lo antes posible posible sembrando el pánico detrás de las líneas del frente. Cualquiera que sea la razón, una conclusión no se puede negar: la afirmación de Hitler de que sus aviadores restringirían el ataque a objetivos militares era una mentira descarada. Wieluń representó el punto de partida de otros bombardeos de figura similar.

El sombrío destino de Wieluń bien podría haber recaído sobre Varsovia si el clima no hubiera intervenido. Junto con la orientación estratégica de los aeródromos polacos esa mañana, los planes alemanes habían previsto un ataque masivo contra la capital de los polacos. Con el nombre en código de “Operación Wasserkante”, era utilizar las dos flotas aéreas de la Luftwaffe para dañar la ciudad capital. En el caso, sin embargo, la nubosidad baja y la niebla sobre la Polonia central significaron que la operación tuvo que ser pospuesta a favor de acciones más aisladas por parte de la 1ª Flota Aérea alemana, cuyos algunos aviones pagaron el precio de una defensa enérgica.


En ese primer día de la guerra, la Luftwaffe lanzó más de 2.000 incursiones, llevando a cabo ataques en decenas de pueblos y ciudades polacas, incluyendo Varsovia, Cracovia, Ostrów Mazowiecki, Poznań, Katowice, Grodno, Kielce, y Kutno. En Kutno, sus bombarderos en picado atacaron un tren de evacuación, causando numerosas bajas. También atacaron al menos a 30 aeródromos polacos, donde destruyeron unos 180 aviones polacos. Se incluye Małaszewicze, cerca de Terespol, donde 9 de los últimos bombarderos polacos PZL.37, el 10% del total disponible, fueron destruidos en tierra, y Krosno, donde 19 aviones se perdieron cuando un hangar fue bombardeado. En el aeródromo de Rakowice en Cracovia, mientras tanto, dos hangares militares fueron destruido con la pérdida de unos 31 aviones, con 10 hombres muertos en tierra. Al día siguiente, el aeródromo y la academia de la fuerza aérea en Dęblin fue atacado por alrededor de 100 aviones, causando una destrucción significativa sobre el suelo. Ningún avión de la Luftwaffe fue derribado durante el ataque.




FUENTES:
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Historia de la Segunda Guerra Mundial

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Apocalipsis: la Segunda Guerra Mundial™

Pál Maléter 

Fuentes:
“Poland 1939 – The Outbreak of World War II” de Roger Moorhouse (2020)
“Blitzkrieg Unleashed – The German Invasion of Poland 1939” de Richard Hargreaves (2008)

 





















Pedro Pablo Romero Soriano PS

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