Batalla de Moscú

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Finales de 1941. Un vehículo blindado ligero alemán situado a sólo 100 kilómetros de Moscú, la capital de la Unión Soviética

Artilleros antiaéreos en el techo del hotel "Moscú". En el fondo, el Kremlin disfrazado

Los alemanes y sus aliados invadieron la Unión Soviética el 22 de junio de 1941. En la imagen una columna de infantería alemana junto a un tanque 38(t), de fabricación checa

Uno de los errores del Ejército alemán fue que al dividir la ofensiva entre varios objetivos, se disminuía su fuerza

La mala estrategia del Ejército alemán fue una de las causas de su fracaso al intentar invadir Rusia

Civiles moscovitas cavan una zanja antitanque en las afueras de Moscú

Tropas soviéticas en un desfile en la Plaza Roja, Moscú, justo antes de la guerra

Barricadas en Moscú

Instantánea que muestra la retirada alemana desde Moscú en condiciones climatológicas extremas

Transferencia de la columna de tanques. Una delegación de granjeros colectivos de la región de Moscú está entregando a los soldados del Ejército Rojo una columna de tanques " colectivo agricultores de Moscú" . Frente de Voronezh, diciembre de 1942. La imagen muestra los tanques KV-1S pesados

Los archivos centrales del Servicio Federal de Seguridad ruso publicaron oficialmente la Orden Nº 0428 de Stalin del 17 de noviembre de 1941, en la que se ordenaba una actividad partisana masiva: para privar a los soldados alemanes de cualquier posibilidad de refugio ante Moscú, los "comandos de combate" debían crear tierra quemada de 40 a 60 kilómetros de profundidad en la retaguardia del enemigo y a ambos lados de todas las carreteras en una franja de 20 a 30 kilómetros de ancho en cada caso. Textualmente, "para destruir asentamientos dentro del radio de acción indicado, lanzar inmediatamente aviones, usar fuego de artillería y morteros, equipos de exploradores, esquiadores y grupos guerrilleros de sabotaje equipados con cócteles Molotov, granadas y explosivos".
El servicio de seguridad ruso se vio en parte obligado a publicar la versión original de esta orden debido a la continua circulación de versiones manipuladas de la misma

La más conocida, continuamente circulada entre grupos extremistas, señalaba que los partisanos soviéticos debían vestirse con uniformes del ejército alemán y de las SS para cometer atrocidades y así sembrar el odio entre la población soviética hacia los alemanes que a su vez genere un mayor número de civiles soviéticos uniéndose a los grupos partidistas.
Esta llegó incluso a citar de fuente los Archivos Nacionales de Washington; sin embargo, el historiador alemán Christian Hartmann desmintió que en estos archivos se encuentre siquiera algo relacionado a la misma. Esto puede leerse en el artículo académico 'Stalins „Fackelmänner-Befehl" Vom November 1941' que elaboró junto a su colega Jürgen Zarusky. Aquí se lee que si bien el resto de la orden es cierta (incluso se puede citar el ejemplo de la conocidísima partisana soviética Zoya Kosmodemiánskaya que fue capturada en este contexto) y ha sido documentada por fuentes primarias rusas, esa parte en específico relativa a usar uniformes alemanes para cometer crímenes es completamente falsa

La dudosa afirmación de que los soviéticos se aseguraron la victoria en la Segunda Guerra Mundial “lanzando cuerpos a los alemanes” está lejos de la verdad y ciertamente no fue el caso de la batalla de Moscú. Allí, 1,4 millones de soldados del Ejército Rojo tuvieron que contener a casi 2 millones de soldados de la Wehrmacht. En tales circunstancias, el comando soviético no tenía nada que hacer, sino confiar en sus maniobras y elegir el momento adecuado para contraatacar

Cuando las primeras bombas cayeron del cielo sobre la capital soviética, en julio de 1941, los dirigentes soviéticos decidieron no dejar sin respuesta esa acción. En el transcurso de un mes, un escuadrón aéreo especial con base en el archipiélago de Moonsund (actual Estonia), en el mar Báltico, llevo a cabo con éxito una incursión para bombardear la capital alemana.
Aunque no causaron daños graves, el ataque supuso un gran impulso psicológico. Mostró a los enemigos, aliados y al pueblo soviético por igual que el país no se había rendido y seguía luchando

La contraofensiva soviética se hizo posible gracias a la aparición de nuevas divisiones llegadas de Siberia y el Lejano Oriente ruso. Hasta el último minuto, Stalin había mantenido a una parte significativa de sus tropas en la frontera con Manchuria, esperando contener un esperado ataque japonés. Sin embargo, después de que el espía soviético Richard Sorge informara que el Imperio japonés no planeaba iniciar una guerra contra la URSS en 1941, varias docenas de divisiones fueron reasignadas a Moscú, donde inclinaron la balanza a favor de los soviéticos

Justo antes de que comenzara la batalla de Moscú, la Unión Soviética recibió la primera entrega de equipo militar de Gran Bretaña como parte del programa de préstamo y arriendo. En noviembre, los primeros tanques de infantería Matilda y Valentine se unieron a sus homólogos soviéticos de acero en las afueras de la capital. A menudo, las tripulaciones soviéticas tuvieron que aprender a conducir las máquinas extranjeras en el propio frente. Además de tanques, aviones de combate Hawker Hurricane y Curtiss Tomahawk (pilotados por soviéticos) sobrevolaron los cielos de Moscú

A pesar del significado convencional de la expresión, el “general Invierno” (que se refiere al invierno ruso) no siempre estuvo del lado ruso. El frío moderado de noviembre, cuando la Wehrmacht se acercó a Moscú, no creó ningún problema para los alemanes. Al contrario, congeló el suelo y les ayudó en su avance.
“El frío congeló los pantanos, y los tanques alemanes y sus unidades motorizadas (la principal fuerza de ataque enemiga) quedaron más libres para moverse. Lo sufrimos inmediatamente. El comando enemigo comenzó a utilizar los tanques fuera de las carreteras”, recordaría el mariscal Konstantín Rokossovski en sus memorias.
Más tarde, cuando los ejércitos soviéticos pasaron a la contraofensiva en diciembre y enero, el clima se tornó extremadamente frío. Los soldados soviéticos atacantes se congelaban en los campos y se hundían en la nieve profunda, mientras que los alemanes se aferraban a sus posiciones en los asentamientos que habían ocupado en las afueras de Moscú


Cuando Alemania inició la «Operación Barbarroja» con vistas a conquistar la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas durante la Segunda Guerra Mundial, las tropas del Tercer Reich cosecharon grandes victorias militares a lo largo de 1941 que llevaron a sus vanguardias ante las mismas puertas de la capital rusa. A partir de entonces el Ejército alemán desencadenaría su última «Blitzkrieg» contra el Ejército Rojo en un duelo de colosos decisivo que sería recordado como la Batalla de Moscú.
La «Operación Tifón» comenzó el 30 de Septiembre de 1941 mediante una gigantesca ofensiva del Ejército alemán sobre toda la Rusia Centro-Occidental. Precedida por un violento bombardeo de artillería y la aviación, las defensas soviéticas fueron rápidamente disueltas, las posiciones de vanguardia arrolladas por los tanques Panzer y las comunicaciones entre el Ejército Rojo y el Kremlin interrumpidas. Con total facilidad el II Ejército Panzer al mando del general Heinz Guderian, autor original de la «Blitzkrieg», avanzó más de 60 kilómetros en territorio enemigo hasta conquistar el 3 de Octubre el importante bastión de Orel, en donde sus desconcertados habitantes vitorearon a los tanques alemanes pensando que se trataban de soviéticos como consecuencia de la absoluta falta de información.
A comienzos del año 1942 el Frente Oriental entró en una situación de estancamiento entre las dos superpotencias enfrentadas, Alemania y la Unión Soviética. Militarmente el Tercer Reich no fue derrotado en la Batalla de Moscú; aunque el Ejército Rojo obtuvo una importante victoria moral y estratégica al haber evitado la caída de su capital y por tanto la desaparición de su propia patria. La Unión Soviética sufrió 1.280.000 de bajas entre 650.000 muertos y 630.000 prisioneros, además de la pérdida de un material de más de 1.000 tanques. El Eje sufrió 174.694 bajas entre 45.528 muertos (45.478 alemanes y 50 franceses) y 129.166 heridos (128.716 alemanes y 450 franceses); además de la pérdida material de 1.300 tanques, 2.500 cañones y 5.000 vehículos.
La Batalla de Moscú fue un punto de inflexión en la Segunda Guerra Mundial porque jamás hasta la fecha el todopoderoso Ejército alemán había sido batido durante un enfrentamiento por tierra. La obra maestra del general Georgi Zhukov frenó el ímpetu de la «Blitzkrieg» a pesar de las más de 6 millones de bajas encajadas por el Ejército Rojo desde el comienzo de la «Operación Barbarroja» y obligó por primera vez a retroceder al mismo Hitler. Este inesperado acontecimiento que estancó militarmente a Alemania y la URSS, sumado a la entrada de Estados Unidos y Japón en la contienda, modificaría la situación del Frente Oriental que pasaría de ser un escenario de movimientos a convertirse en una guerra total de aniquilación con decenas de millones de muertos.


FUENTES:
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Así fue la Segunda Guerra Mundial™
Claudio A Aguirre
Fuentes:


































Pedro Pablo Romero Soriano PS

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