Durante los primeros días de la invasión alemana en el verano de 1941, los germanos se apoderaron de dos grandes centros industriales: Riga y Minsk. Las grandes zonas industriales de la parte europea de la URSS, amenazadas directamente por la invasión o por los tremendos bombardeos aéreos, eran la totalidad de la Ucrania central y oriental, incluidas Járkov, Dniepropetrovsk, Krivoi Rog, Mariupol, Nikopol y por supuesto todo el Bajo Don y; en segundo término, las áreas industriales de Moscú y Leningrado.
La reubicación forzosa de la industria pesada para impedir su captura por parte de los alemanes pasó entonces a formar parte de las prioridades soviéticas con el inicio de la Operación Barbarroja. En fecha tan temprana como el 24 de junio, el Comité de Defensa del Estado creó el Consejo de la Evacuación, que debía trasladar las factorías afectadas hacia el este, a los Urales y Siberia. La tarea de coordinar esta enorme empresa recayó en manos de Lázar Kaganovic, que fue sustituido el 3 de julio por Nikolái M. Shvernik, que tenía a Alekséi N. Kosygin como segundo. Para prestarles ayuda contaban con Nikolái A. Voznesenski, jefe de la agencia de planificación industrial GOSPLAN. Voznesenski era uno de los pocos funcionarios de rango superior que hablaba a Stalin con franqueza; el 4 de julio obtuvo la aprobación para el primer plan económico de guerra. Alekséi Kosygin, controlaba la evacuación en curso.
No obstante, en la economía centralizada soviética, el GOSPLAN hacía algo más que limitarse a trasladar trabajadores y fábricas. Las materias primas debían ser reunidas, los trabajadores alojados y alimentados y las factorías tenían que ser montadas en poblaciones que triplicaron su población de la noche a la mañana. Las centrales eléctricas continuaron operativas hasta el último momento posible, para facilitar el desmantelamiento de las viejas ubicaciones, y luego se trasladaban para montarse en las nuevas localizaciones.
El problema más acuciante era la necesidad de evacuar las factorías, especialmente en las regiones ucranianas del Bajo Dniéper y el Donbás. Aquí, las tácticas de retardo del Frente Suroeste dieron sus frutos, principalmente con la obtención de tiempo para desmantelar la maquinaria. Los aviones de reconocimiento alemanes obtuvieron desconcertantes imágenes que mostraban largas hileras de plataformas de carga ferroviarias acantonadas en la región. Para trasladar un gran complejo metalúrgico desde Zaporiyia (el complejo de Altos Hornos Zaporozhstal) en el Donbass hasta Magnitogorsk en los Urales se necesitaron 8.000 vagones. El traslado tuvo que realizarse a gran velocidad a pesar de las periódicas incursiones aéreas alemanas sobre las factorías y las líneas ferroviarias.
En el área de Leningrado el avance alemán fue tan rápido que solo se había logrado trasladar 92 plantas antes de que fuera cercada la ciudad, entre ellas algunos talleres de la fábrica Kirov e Izhora. La reubicación de las plantas no comenzó en esta región hasta el 5 de octubre. Por su parte, la evacuación industrial a gran escala de Moscú no dio comienzo hasta el 10 de octubre. Hacia el 12 de octubre de 1941, se habían evacuado 523 firmas y 564.248 obreros con sus familias desde la región de Moscú en 100.334 vagones de tren, un flujo continuo que finalmente creció hasta los dos millones de moscovitas reubicados. Para fines de noviembre se habían evacuado 498 empresas junto con 210.000 operarios especializados. Asimismo, con la llegada del invierno 1941-1942 se fueron tomando medidas para evacuar las áreas amenazadas como Kursk, Vorónezh y las provincias del norte del Cáucaso, de todas las cuales se retiraron lo mismo industrias de tipo medio o ligero que producciones agrícolas susceptibles de beneficiar al Reich.
Los soviéticos afirmaron haber transferido 1910 fábricas, incluyendo 824 de armamentos, a la región del río Volga, Siberia y Asia Central entre julio y diciembre de 1941. Casi 30.000 trenes con 1.5 millones de vagones de carga participaron en el traslado. Debido a la reubicación, la producción soviética tardó casi un año en alcanzar pleno potencial. Aun así, con todos los apremios, la Unión Soviética produjo unos 6.590 tanques en 1941, dos tercios de los cuales eran T-34 y KV-1, comparado con los 5.200 carros de Alemania.
Una vez recuperada, la industria soviética se fue haciendo gradualmente más eficiente. A diferencia de la producción de armas alemana, que cambiaba constantemente los diseños de los carros de combate y de otras armas, con vistas a mejorar su desempeño en el frente, los soviéticos se centraban habitualmente en una producción más eficiente de las mismas armas básicas.
FUENTES:
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Historia de la Segunda Guerra Mundial
Fuentes:
“Choque de Titanes - La Victoria del Ejército Rojo sobre Hitler” de David Glantz y Jonathan House (2017)
“Rusia en la Guerra - 1941-1945” Tomo 1 de Alexander Werth (Ediciones Grijalbo 1968)
Pedro Pablo Romero Soriano PS