Heinz Wilhelm Guderian (Chełmno, Imperio alemán; 17 de junio de 1888 - Schwangau, Alemania Occidental; 14 de mayo de 1954) fue un militar alemán, Coronel General (Generaloberst) de la Wehrmacht y Jefe del Estado Mayor General del Alto Mando del Ejército (OKH), después de la guerra, se convirtió en un exitoso autor de memorias. Pionero y defensor del concepto de la moderna Blitzkrieg (Guerra relámpago), jugó un papel central en el desarrollo del concepto de División Panzer. En 1943 se convirtió en inspector general de las Tropas Blindadas.
Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial dirigió un cuerpo blindado en la invasión de Polonia. Durante la invasión de Francia comandó las unidades blindadas que atacaron a través del bosque de las Ardenas y abrumaron las defensas aliadas en la batalla de Sedan. Lideró el 2.º Panzergruppe durante la operación Barbarroja, la invasión de la Unión Soviética. La campaña terminó en una derrota después de que la operación Tifón fracasara en su objetivo principal de capturar Moscú, después de este fracaso y por desobedecer las órdenes de Hitler de no retroceder fue destituido.
A principios de 1943 Adolf Hitler le nombró para el puesto recién creado de Inspector General de Tropas Blindadas. En este cargo tenía una amplia responsabilidad de reconstruir y entrenar nuevas fuerzas blindadas, pero tuvo un éxito limitado debido al empeoramiento de la economía de guerra de Alemania. Guderian fue nombrado Jefe del Estado Mayor General del Alto Mando del Ejército, inmediatamente después del atentado del 20 de julio de 1944 para asesinar a Hitler y a partir de ese momento, se convirtió en asesor personal de Hitler para el Frente Oriental, momento en que se asoció estrechamente con el régimen.
Guderian fue puesto a cargo del «Tribunal de Honor del Ejército» por Hitler que, a raíz del complot, se utilizó para expulsar a supuestos conspiradores del ejército para que pudieran ser juzgados en el Volksgerichtshof (tribunal del pueblo) y ejecutados. Durante la Operación Barbarroja las tropas bajo su mando llevaron a cabo la Orden de los Comisarios y el Decreto Barbarroja y estuvo implicado en la comisión de represalias después del fallido alzamiento de Varsovia de 1944.
Se rindió a las tropas estadounidenses el 10 de mayo de 1945 y estuvo internado en un campo de prisioneros en Inglaterra hasta 1948, momento en que fue puesto en libertad sin cargos y se retiró para escribir sus memorias tituladas Recuerdos de un soldado (en alemán: Erinnerungen eines Soldaten), publicada en 1950, que se convirtieron rápidamente en un gran éxito de ventas, muy leídas hasta el día de hoy. En sus memorias, promovió varios mitos muy extendidos en la posguerra, incluido el mito de la Wehrmacht inocente y además se describió a sí mismo como el único creador de la fuerza panzer alemana; omitió cualquier mención de su relación con Hitler y el régimen o de los crímenes de guerra cometidos por las tropas bajo su mando durante la invasión de Polonia y de la Unión Soviética. Murió en 1954 y fue enterrado en Goslar.
Las nuevas responsabilidades de Guderian incluían tanto autoridad en la producción de tanques como en la organización, doctrina y entrenamiento del Panzerwaffe incluidas las unidades panzer adscritas a las Waffen-SS y a la Lutfwaffe (en este último caso básicamente la División Hermann Göring). En vistas a un adecuado cumplimiento de sus obligaciones estableció una relación de estrecha colaboración con Albert Speer, a la sazón Ministro de Armamento y Producción de Guerra, principalmente con respecto a la fabricación y el desarrollo de nuevos vehículos de combate blindados. A pesar de sus esfuerzos los fracasos militares de 1943 le impidieron restaurar el poder de combate de las fuerzas blindadas en un grado significativo. También tuvo un éxito limitado a la hora de diseñar nuevos cazacarros mejorados y a la hora de reparar los múltiples errores de diseño encontrados en la tercera generación de tanquesː el Panzer V Panther, el Panzer VI Tiger y el cazacarros pesado Elefant.
En la primavera de 1942 las primeras divisiones panzer en recibir los primeros modelos de Panther descubrieron una serie de errores de diseño, especialmente en el mecanismo de dirección. Todos los 325 Panther que se disponían en ese momento tuvieron que ser nuevamente enviados a fábrica para su reacondicionamiento.
La operación Ciudadela, la última gran operación ofensiva alemana en el este, fue un intento del Ejército alemán de recuperar la iniciativa con el objeto de evitar deserciones entre sus países satélites y levantar la moral de las tropas y de la población civil alemana. A la hora de encontrar algún objetivo limitado, los alemanes se centraron en el saliente de Kursk. Saliente que se había formado después de la ofensiva soviética de febrero y marzo de 1943. Si los alemanes eliminaban este saliente podrían destruir un gran número de tropas soviéticas, acortar el frente y liberar tropas para futuras operaciones. Guderian se opuso a la ofensiva, él deseaba mantenerse a la defensiva durante el resto de 1943 para reconstruir el arma panzer, muy diezmada después de los últimos combates. El 3 de mayo de 1943 Hitler asistió a una reunión en Múnich para discutir los detalles de la ofensiva. En dicha reunión Walter Model, comandante del 9.º Ejército, aconsejó no atacar debido a las elaboradas defensas que los soviéticos habían construido en los principales puntos de ataque alemanes, lo que demostraba a las claras que los soviéticos eran conscientes de la próxima ofensiva alemana. Erich von Manstein, comandante del Grupo de Ejércitos Sur estuvo de acuerdo con Model y también aconsejó no atacar, pero Günther von Kluge, comandante del Grupo de Ejércitos Centro y Kurt Zeitzler, jefe del Estado Mayor General del OKH, aconsejaron continuar con la operación. Zeitzler argumentaba que los nuevos modelos de tanques darían a los alemanes una clara ventaja tecnológica, pero Guderian y Albert Sperr objetaron que los graves problemas técnicos, especialmente los asociados con los Panther, limitarían esa supuesta superioridad tecnológica.
Una semana después de la reunión de Múnich, en una conversación privada con Hitler antes de la ofensiva, Guderian dijo: «¿Por qué estamos atacando en el Este este año?» Hitler respondió: «Tienes razón, cuando pienso en el ataque se me revuelve el estómago». Guderian concluyó: «Entonces tienes la actitud correcta hacia esta situación. Déjalo correr». La batalla de Kursk fue un costoso fracaso que mermó considerablemente, los ya de por sí escasos recursos, de que disponía la Wehrmacht, especialmente graves fueron las pérdidas sufridas por las unidades panzer estimadas entre 760 y 1.200 tanques y cañones de asalto. Las pérdidas soviéticas fueron mayores pero gracias a su superior capacidad industrial y a su mayor población pudo recuperarse en relativamente poco tiempo. Incluso la reciente movilización industrial alemana, alimentada por la mano de obra esclava proporcionada por millones de ciudadanos de los países ocupados y dirigida por hombres tan eficientes y crueles como Guderian, Speer o Fritz Sauckel, apenas era suficiente para parchear las unidades existentes. A pesar de que se diseñaron nuevos modelos de aviones y tanques, tecnológicamente muy avanzados, Alemania era incapaz de producir, equipar y repostar los suficientes para contrarrestar la enorme capacidad industrial de los Estados unidos y de la Unión Soviética.
La gran confianza que Hitler tenía en Guderian fue determinante para que este le pusiera, el 4 de agosto de 1944, a cargo del Tribunal de Honor del Ejército, junto con Gerd von Rundstedt y Wilhelm Keitel, los generales der infanterie Walter Schroth y Karl Kriebel también formaban parte de este tribunal; el general der infanterie Wilhelm Burgdorf y el Generalmajor Ernst Maisel asistieron a las deliberaciones como observadores de Hitler. La función de dicho tribunal consistía, básicamente, en expulsar de la Wehrmacht a los sospechosos de participar en el complot de las fuerzas armadas, para luego ser entregados al Volksgerichtshof (Tribunal del Pueblo) a cargo del infame juez Roland Freisler creado con el fin de enjuiciar a los presuntos conspiradores. Los acusados fueron torturados por la Gestapo y ejecutados en la horca. Algunos conspiradores fueron colgados de una cuerda delgada de cáñamo por orden directa de Hitler. Guderian y el resto de miembros del tribunal expulsaron a un primer grupo de veintidós oficiales, sin audiencias ni revisión de la evidencia;únicamente basaron su decisión en una breve declaración de Ernst Kaltenbrunner, Jefe de la Oficina Central de Seguridad del Reich (RSHA) y en las actas de los interrogatorios realizados por la Gestapo. En total más de cincuenta oficiales fueron expulsados de la Wehrmacht durante los meses de agosto y septiembre. También intentó sin éxito expulsar del ejército a von Kluge, quien se suicidaría semanas más tarde. El propio Guderian negó estar involucrado en el complot; sin embargo, se había retirado inesperadamente a su finca el día del intento de asesinato.
Después de la guerra afirmó que había intentado escapar de este «deber» y que había encontrado las sesiones del tribunal «repulsivas». En realidad se había aplicado a la tarea con el vigor de un ferviente partidario nacionalsocialista, que quizás se debió al deseo de apartar la atención de sí mismo. A este respecto el historiador estadounidense Russell Hart escribió en su libro Guderian: Panzer Pioneer or Mythmaker? que luchó para salvar al jefe del Estado Mayor de Rommel, Hans Speidel, porque este podría haberle implicado en la trama.
Como jefe del OKH se enfrentó a los problemas urgentes de que el trabajo del personal se viera afectado por los arrestos, que entre el personal del OKH y sus familias finalmente llegaron a varios cientos. tuvo que llenar importantes vacíos, como el creado por el suicidio del general Eduard Wagner, el intendente general, en julio. Incluso después de completar todas las vacantes, seguía existiendo un problema clave: demasiados miembros del personal eran nuevos en sus funciones y carecían de conocimientos institucionales, incluido el propio Guderian. Este confiaba mucho en el coronel Johann von Kielmansegg, quien era el oficial de estado mayor con más experiencia en el OKH, pero fue arrestado en agosto. La situación no mejoró por el enfrentamiento que mantenía con el Estado Mayor, al que culpó por haberse opuesto a sus intentos de introducir la doctrina blindada moderna en el ejército en la década de 1930. Los últimos meses de 1944 estuvieron marcados por la lucha cada vez mayor entre el OKH y el OKW (Oberkommando der Wehrmacht) mientras las dos organizaciones competían por los cada vez menores recursos, especialmente en el período previo a la batalla de las Ardenas. Después de la guerra culpó a Hitler de malgastar las últimas reservas alemanas en la operación; no obstante la situación estratégica de Alemania era tal que ni siquiera veinte o treinta divisiones más hubieran significado ninguna diferencia.
Después del fallido atentado contra Hitler Guderian completó la nazificación total del estado mayor del ejército con una orden del 29 de julio que exigía que todos los oficiales de la Wehrmacht se unieran al NSDAP (Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán). Exigió la dimisión de cualquier oficial alemán que no apoyara plenamente los ideales del NSDAP e hizo obligatorio el saludo nazi en todas las fuerzas armadas. Apoyó la politización de los militares, a pesar de todas estas medidas de hondo calado político, no comprendía por qué los otros oficiales lo consideraban un nazi. Como jefe del Estado Mayor del OKH, no se opuso a las órdenes que Hitler y Himmler emitieron durante la brutal represión del alzamiento de Varsovia ni a las atrocidades cometidas contra la población civil de la ciudad. Por si hubiera alguna duda sobre su evidente alineamiento con el nazismo, en noviembre de 1944, en un discurso pronunciado en una manifestación del Volkssturm, dijo que había «95 millones de nacionalsocialistas que respaldan a Adolf Hitler».
Cuando Guderian se disponía a abandonar la reunión Hitler le señalóː «El frente oriental nunca ha contado con una reserva tan poderosa como en estos momentos, y eso ha sido obra suya. Se lo agradezco». «El Frente Oriental ―repuso Guderian― es como un castillo de naipesː basta con romperlo por un punto para que se venga abajo en su totalidad.» Curiosamente Goebbels había empleado el mismo símil en 1941 en vísperas de la invasión alemana de la Unión Soviética para referirse al Ejército Rojo.
Después de la guerra afirmó que sus acciones en los últimos meses de la guerra como jefe del OKH fueron impulsadas por la búsqueda de una solución a las perspectivas cada vez más sombrías de Alemania. Supuestamente, esa era la razón fundamental detrás de los planes de Guderian de convertir los principales centros urbanos a lo largo del Frente Oriental en las llamadas ciudades fortaleza («Feste Plätze»). Este fantástico plan no tenía esperanzas algunas de tener éxito contra las operaciones móviles del Ejército Rojo. En vista de su enorme superioridad material y de efectivos, el Ejército Rojo podía permitirse continuar su avance y dejar atrás los correspondientes contingentes de tropas de infantería, para posteriormente destruir las «fortalezas» de Guderian. Este sabía que dichas fortalezas estaban condenadas al fracaso, puesto que la falta de combustible y de aviones de que adolecía la Luftwaffe hacía imposible su abastecimiento por aire, además su política privó a la debilitada Wehrmacht de un gran número de tropas con experiencia.
En marzo de 1945 después de la ofensiva del Vístula-Óder, el avance soviético hacia Berlín se había detenido a lo largo del río Óder. Sin embargo el Primer Frente Ucraniano del mariscal Gueorgui Zhúkov había ocupado dos cabezas de puente alrededor de Küstrin (el 5.° Ejército de Choque de Nikolái Berzarin al norte y el 8.º Ejército de Guardias de Vasili Chuikov al sur) unos ochenta kilómetros al este de Berlín. Por lo que Hitler ordenó lanzar una contraofensiva contra la bolsa sur de Chuikov, para así socorrer a la guarnición alemana cercada en la ciudad.
El 27 de marzo el 9.º Ejército alemán lanzó el proyectado contraataque, con cuatro divisiones desde Fráncfort del Óder, contra el flanco sur del 8.º Ejército de Guardias de Chuikov la ofensiva sorprendió a los soviéticos y alcanzó los arrabales de Küstrin. Sin embargo Chuikov se recuperó rápidamente de la sorpresa inicial y los alemanes fueron diezmados en campo abierto, principalmente por la artillería y la aviación soviética, viéndose obligados a retirarse a sus posiciones iniciales tras sufrir fuertes bajas. Guderian defendió ante Hitler la actuación de los comandantes involucrados en la fallida operación, los generales Theodor Buse y Gotthard Heinrici. El 28 de marzo se le concedió un permiso «por mala salud» y fue reemplazado por el General der Infanterie Hans Krebs, quien a la postre sería el último jefe de Estado Mayor General del Ejército.
Guderian cultivó estrechas relaciones personales con las personas más poderosas del régimen. Tuvo una cena exclusiva con Himmler el día de Navidad de 1944. El 6 de marzo de 1945, poco antes del final de la guerra, participó en una transmisión de propaganda que negaba el Holocausto; a pesar de que el Ejército Rojo en su avance acababa de liberar varios campos de exterminio. A pesar de las posteriores afirmaciones del general de ser antinazi, Hitler probablemente encontró que los valores de Guderian estaban estrechamente alineado con la ideología nazi, razón por la cual lo sacó de su retiro en 1943 y agradeció especialmente las órdenes que emitió después del fallido complot.
Fue liberado del cautiverio sin juicio en 1948, aunque muchos de sus compañeros no tuvieron tanta suerte, así por ejemplo Erich von Manstein fue condenado a dieciocho años y Albert Kesselring a cadena perpetua. Las razones para este trato tan suave son sencillasː había informado sobre sus excolegas y cooperado con los Aliados, lo que le había ayudado a evadir el enjuiciamiento. Después de su liberación se retiró a Schwangau cerca de Füssen en el sur de Baviera y comenzó a escribir sus memorias, su libro más exitoso fue su autobiografía Recuerdos de un soldado (en alemán: Erinnerungen eines Soldaten) publicada en 1950. Finalmente murió el 14 de mayo de 1954 a la edad de 65 años y fue enterrado en Friedhof Hildesheimer Straße en Goslar.