Soldados soviéticos de la 13ª División de Fusileros de la Guardia durante una pausa en los combates. Stalingrado, diciembre de 1942
En Stalingrado se desarrolló el combate urbano más importante de la Segunda Guerra Mundial, aunque no fue el primero, ni sería el último, éste fue sin duda el más salvaje e intenso de toda la guerra. Los soldados alemanes llamaron a la batalla “la guerra de las ratas” (Rattenkrieg). Durante la batalla se desarrollaron nuevas tácticas de combate urbano a corta distancia.
Las líneas estaban a treinta o cuarenta metros. A esa distancia, las granadas de mano, las afiladas palas cortas de infantería y los subfusiles eran las armas más letales, en un feroz cuerpo a cuerpo sostenido durante meses.
A menudo se combatía en los mismos edificios en ruinas, ocupando los alemanes los pisos inferiores y los soviéticos los superiores o viceversa.
No hay adjetivos que puedan hacer justicia a la magnitud de los combates de Stalingrado.
Salvo en Varsovia en 1939, hasta la invasión de la URSS, los combates urbanos habían tenido una escala reducida en todas la campañas de la Wehrmacht.
Sin embargo, en la "Universidad del Combate Callejero", como denominaron los soldados alemanes a las ruinas de Stalingrado, las tácticas de combate y asalto combinado, que tan exitosamente habían probado las tropas del Reich durante los victoriosos años de la Blitzkrieg, tuvieron que replantearse ante la respuesta de unas fuerzas soviéticas que, sorprendentemente, fueron capaces de actuar con mucha mayor flexibilidad en este tipo de lucha, la Rattenkrieg, la guerra de ratas, desarrollando nuevas tácticas para contrarrestar la superioridad maniobrera alemana.
¿Nuevas tácticas?. Por un lado, el «abrazo», consistente en desplegar las tropas propias «pegadas» a las enemigas para contrarrestar la superioridad aérea de la Luftwaffe y de la artillería alemana. Manteniéndose «unidos» a las fuerzas enemigas, los soviéticos conseguían disminuir la eficacia de los bombarderos aéreos y artilleros germanos, ante la posibilidad de alcanzar por error a las propias fuerzas.
Por otro lado, la táctica de «diques» o «rompeolas», edificios convertidos en fortificaciones que encauzaban los movimientos de
las tropas atacantes hacia zonas de denso fuego y emboscada, en las cuales los carros de combate o la superioridad material y maniobrera germana carecían de eficacia.
Junto a ello, el uso cada vez más destacado en ambos bandos de francotiradores activos todo el tiempo en busca de "presas" o las permanentes incursiones nocturnas. "Ni un momento de descanso para los invasores" proclamaban los mandos y la propaganda soviética.
Así, el combate nocturno se convirtió en norma, con continuos golpes de mano de pequeñas unidades que realizaban permanentes contraataques locales y excepcionalmente ataques masivos a mayor escala.
Ambos contendientes se adaptaron rápidamente al nuevo tipo de batalla, las fuerzas soviéticas se mostraron más flexibles también en cuanto al mando. Las formaciones clásicas de compañías o batallones como unidades de combate, no tenían viabilidad en una lucha tan fragmentada como la que estaba teniendo lugar en Stalingrado, donde se combatía edificio a edificio y hasta planta a planta, en medio de la destrucción total causada por los bombardeos de la Luftwaffe y la artillería alemana.
La tropas del VI Ejército germano adaptaron pronto a este tipo de batalla y fueron capaces de imponer su calidad y destreza en combate, ayudadas por un excelente apoyo aéreo (cuando era posible) y por su probada flexibilidad táctica.
Eso sí, a costa de una continua sangría de bajas, al igual que su oponente soviético, convirtiendo Stalingrado en un gran sumidero que se tragaba reemplazos, refuerzos y pertrechos imprescindibles en otros frentes…
Mientras la escasa población que quedaba en la ciudad vivió en condiciones atroces, que en nada se diferenciaban de las de los soldados de uno y otro bando, que en medio de lo más crudo del invierno se vieron forzados a una cruel lucha por la supervivencia. Un sacrificio por y para dos regímenes tiránicos y dos líderes para los que la vida de sus soldados importaba bien poco…
Soldados soviéticos con una ametralladora ligera DP-27, en una posición de disparo entre los escombros de un edificio destruido. Stalingrado /Noviembre de 1942. Fotografo: Antón Zenin (FGF Colourised)
FUENTES:
https://www.facebook.com/photo/?fbid=687713433379835&set=pb.100064235526662.-2207520000
Historia de la Segunda Guerra Mundial
Stalingrado: La ciudad que derrotó al Tercer Reich de Jochen Hellbeck (Autor), Alejandro Pradera Sánchez (Traductor) 2018
Crónicas desde el frente de batalla (Vasili Grossman)2018
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Pedro Pablo Romero Soriano PS