En la isla de Luzón, cerca de la capital filipina de Manila, vio el enfrentamiento entre el comandante japonés Tomoyuki Yamashita y el general Douglas MacArthur entre el 4 de junio y el 26 de agosto de 1945.
“El ataque aéreo a los campos de aviación de la isla principal de Filipinas, la de Luzón, nos cogió a todos por sorpresa y fueron numerosísimos los cazas ‘P-40’ destruidos en el suelo el primer día, sin poder despegar” así relata un joven soldado del ejército estadounidense reclutado en Manila, Román Arruza Asorena Siendo un niño, la familia se trasladó a Durango (Bizkaia), pero el inicio de la sublevación militar de España de 1936 les empujó al exilio, primero a Francia, y de nuevo a Filipinas.
Tras el ataque sorpresa a Pearl Harbor, unas pocas horas antes del de Filipinas, los japoneses llevaron a cabo una campaña de múltiples y exitosos ataques a posesiones estadounidenses, británicas y holandesas. Durante los meses que duro la Batalla de Filipinas, Japón invadió Guam, Birmania, Borneo Británico, Hong Kong, Isla Wake, Islas Orientales Holandesas, Borneo Holandés, Java, Singapur, Sumatra, etc., etc.… habiendo que esperar hasta el inicio de junio de 1942 para encontrar el primer gran revés a las ambiciones japonesas de la mano de Estados Unidos (EEUU) con la victoria en la Batalla de Midway.
Ante la invasión japonesa a Filipinas, la prioridad fue desviar los convoyes de transporte de suministros y aviones hacia Australia, mientras se evacuaba a los pilotos y a todo el personal de valor militar, que se encontraban en suelo filipino.
Como consecuencia de la destrucción de las bases aéreas de EEUU en Clark (Pampanga) e Iba (Zambales) en Luzón central, la flota americana, sin cobertura aérea, y para su propia salvaguarda fue a su vez evacuada a Java el 12 de diciembre, aunque los sucesivos combates contra la armada imperial japonesa provocaron la pérdida de gran parte de los barcos americanos para febrero de 1942.
Los bombardeos aéreos japoneses fueron seguidos por el desembarco de tropas en el norte y sur de Manila. La situación del general Douglas MacArthur, comandante de las fuerzas armadas estadounidenses y filipinas, era precaria: sin aeronaves, sin fuerza naval y sin refuerzos a la vista ni suministros para una larga resistencia. Las fuerzas defensoras se replegaron a la Península de Bataán, al oeste de la Bahía de Manila, y a la Isla de Corregidor, en la parte suroeste de Luzón, con el objetivo de defender la entrada a la bahía. A pesar de la declaración de Manila como ciudad abierta, del 26 de diciembre de 1941, para evitar su destrucción, la lucha continuó en Bataan, Corregidor y Leyte, en las Bisayas, hasta su rendición final. El 24 de diciembre, el presidente de la Commonwealth filipina, Manuel Luis Quezón y su vicepresidente Sergio Osmeña habían sido trasladados de Manila a Corregidor.
“Lo de Bataán y Corregidor fue in infierno de fuego y metralla. Cuando no era la artillería, venían los aviones a lanzarnos más y más bombas”, recordaba Arruza. “Cuando los japoneses ocuparon casi todo Luzón fue cuando nos machacaron de firme con su artillería”
Bataán cayó el 9 de abril de 1942 y Corregidor el 6 de mayo.
Tras la rendición de las tropas estadounidenses y filipinas en la Península de Bataán y Corregidor, éstos fueron capturados y hechos prisioneros, entre los que se encontraba Indart. Los prisioneros de guerra —aproximadamente 64.000 filipinos y unos 12.000 americanos- iniciaron una marcha a pie de entre 90 a 112 kilómetros desde el sur de la península hacia Camp O´Donnell —una base militar que se utilizó como campo de concentración japonés temporal- en Capas, Tarlac, en la propia isla de Luzón.
Se estima que entre 5.600 y 18.000 filipinos y entre 500 y 650 americanos murieron a consecuencia de ejecuciones sumarias, asesinatos, malnutrición, enfermedades y la crueldad de sus guardianes durante la larga marcha, la cual sería bautizada posteriormente como la “Marcha de la Muerte de Bataán”
El general MacArthur a su llegada a Australia, en la pequeña estación de tren de Terowie, ante los periodistas y la multitud congregada, envió un mensaje rotundo y premonitorio a los invasores japoneses. “Regresaré”.
“El ataque aéreo a los campos de aviación de la isla principal de Filipinas, la de Luzón, nos cogió a todos por sorpresa y fueron numerosísimos los cazas ‘P-40’ destruidos en el suelo el primer día, sin poder despegar” así relata un joven soldado del ejército estadounidense reclutado en Manila, Román Arruza Asorena Siendo un niño, la familia se trasladó a Durango (Bizkaia), pero el inicio de la sublevación militar de España de 1936 les empujó al exilio, primero a Francia, y de nuevo a Filipinas.
Tras el ataque sorpresa a Pearl Harbor, unas pocas horas antes del de Filipinas, los japoneses llevaron a cabo una campaña de múltiples y exitosos ataques a posesiones estadounidenses, británicas y holandesas. Durante los meses que duro la Batalla de Filipinas, Japón invadió Guam, Birmania, Borneo Británico, Hong Kong, Isla Wake, Islas Orientales Holandesas, Borneo Holandés, Java, Singapur, Sumatra, etc., etc.… habiendo que esperar hasta el inicio de junio de 1942 para encontrar el primer gran revés a las ambiciones japonesas de la mano de Estados Unidos (EEUU) con la victoria en la Batalla de Midway.
Ante la invasión japonesa a Filipinas, la prioridad fue desviar los convoyes de transporte de suministros y aviones hacia Australia, mientras se evacuaba a los pilotos y a todo el personal de valor militar, que se encontraban en suelo filipino.
Como consecuencia de la destrucción de las bases aéreas de EEUU en Clark (Pampanga) e Iba (Zambales) en Luzón central, la flota americana, sin cobertura aérea, y para su propia salvaguarda fue a su vez evacuada a Java el 12 de diciembre, aunque los sucesivos combates contra la armada imperial japonesa provocaron la pérdida de gran parte de los barcos americanos para febrero de 1942.
Los bombardeos aéreos japoneses fueron seguidos por el desembarco de tropas en el norte y sur de Manila. La situación del general Douglas MacArthur, comandante de las fuerzas armadas estadounidenses y filipinas, era precaria: sin aeronaves, sin fuerza naval y sin refuerzos a la vista ni suministros para una larga resistencia. Las fuerzas defensoras se replegaron a la Península de Bataán, al oeste de la Bahía de Manila, y a la Isla de Corregidor, en la parte suroeste de Luzón, con el objetivo de defender la entrada a la bahía. A pesar de la declaración de Manila como ciudad abierta, del 26 de diciembre de 1941, para evitar su destrucción, la lucha continuó en Bataan, Corregidor y Leyte, en las Bisayas, hasta su rendición final. El 24 de diciembre, el presidente de la Commonwealth filipina, Manuel Luis Quezón y su vicepresidente Sergio Osmeña habían sido trasladados de Manila a Corregidor.
“Lo de Bataán y Corregidor fue in infierno de fuego y metralla. Cuando no era la artillería, venían los aviones a lanzarnos más y más bombas”, recordaba Arruza. “Cuando los japoneses ocuparon casi todo Luzón fue cuando nos machacaron de firme con su artillería”
Bataán cayó el 9 de abril de 1942 y Corregidor el 6 de mayo.
Tras la rendición de las tropas estadounidenses y filipinas en la Península de Bataán y Corregidor, éstos fueron capturados y hechos prisioneros, entre los que se encontraba Indart. Los prisioneros de guerra —aproximadamente 64.000 filipinos y unos 12.000 americanos- iniciaron una marcha a pie de entre 90 a 112 kilómetros desde el sur de la península hacia Camp O´Donnell —una base militar que se utilizó como campo de concentración japonés temporal- en Capas, Tarlac, en la propia isla de Luzón.
Se estima que entre 5.600 y 18.000 filipinos y entre 500 y 650 americanos murieron a consecuencia de ejecuciones sumarias, asesinatos, malnutrición, enfermedades y la crueldad de sus guardianes durante la larga marcha, la cual sería bautizada posteriormente como la “Marcha de la Muerte de Bataán”
El general MacArthur a su llegada a Australia, en la pequeña estación de tren de Terowie, ante los periodistas y la multitud congregada, envió un mensaje rotundo y premonitorio a los invasores japoneses. “Regresaré”.
FUENTES:
https://www.facebook.com/photo?fbid=352908156841351&set=a.131347705664065
Vientos de Guerra: Segunda Guerra Mundial
Pedro Pablo Romero Soriano PS