Los restos de un Junkers Ju 52 que se estrelló en el aeródromo de Maleme con la tumba de Fallschirmjäger
OPERACIÓN MERKUR
(Del 20 de mayo al 1ero de junio de 1941).
Como corolario de la exitosa campaña alemana de Grecia (Operación Marita) se vio la necesidad de desactivar la isla de Creta desde la que se podían lanzar ataques de bombardeo sobre Grecia, el Sur de Italia y lo más importante los vitales pozos petroleros de Ploesti (a apenas 1.500 km de distancia) en Rumania, la isla en si misma era estratégicamente muy importante dado su valor para controlar todo el Mediterráneo Oriental ya que sus puertos y aeropuertos brindaban a los británicos excelentes bases de ataque y fue hacia allí donde se dirigieron el Rey de Grecia Jorge II y su gobierno junto a las tropas de la Commonwealth evacuadas de Grecia en abril-mayo de ese año que aunque faltas en buena parte de su equipo pesado y vehículos abandonados en el continente se pusieron a fortificar la isla.
La operación fue diseñada por el general Alexander Lohr comandante de la 4ta flotilla de la Luftwaffe, ya que el OKW preparando la campaña Barbarossa no tenía ningun interés en aumentar aún más su compromiso Mediterráneo, siendo aprobada en realidad por el comandante en Jefe del Estado Mayor de la Luftwaffe General Student, quien colaboro en su elaboración y vendió la idea de conquistar preventivamente la isla a Hitler el 15 de abril, dado que Goering centrado en la enormidad de la futura campaña del Este no mostro ningún interés en ella. Firmándose el día 25 de abril la directiva Nro. 28 que lacónicamente decía: “Como base para las operaciones aéreas contra Gran Bretaña en el Mediterráneo Oriental tenemos que prepararnos para ocupar la isla de Creta (Operación Mercurio)…”. En pocas palabras el objetivo era una isla donde se guarnicionaban unos 43.000 (desmoralizados) soldados de la Commonwealth más regulares griegos y partisanos armados por los británicos que disponían de 2 aeródromos en Máleme y Retinon, geográficamente ubicada a 112 kilómetros del Continente, de tamaño considerable con 8.380 km2 y de complejidad creciente dado que poseía solo dos carreteras o caminos importantes que corrían de Este a Oeste y de Norte a Sur siendo además una zona muy montañosa y como corolario el ataque debía darse en aguas dominadas por la Royal Navy mientras el mando británico que conocía el plan alemán estableció sus defensas en consecuencia.
Dado que no existía la posibilidad de emplear unidades de tierra sin afectar el calendario de Barbarossa se planeó el uso de una fuerza de 10.000 cazadores paracaidistas, 5.000 cazadores de montaña aerotransportados más 7.000 soldados de infantería naval (que en realidad nunca llegaron a la isla sufriendo fuertes bajas en el intento) y se concentró una fuerza de transporte con alrededor de 530 Ju52 (capacidad 17 tropas) y 80 planeadores DFS-230 (capacidad 10 tropas) apoyados por los 650 aviones de combate de la VIII flotilla aérea.
Como para el éxito de la operación la clave de la campaña era la superioridad aérea desde el 14 de mayo se realizaron operaciones aéreas sobre la isla con la finalidad de acabar con la resistencia en el aire que para el 18 habían dado a los alemanes el completo control de los cielos de Creta, iniciándose el asalto aéreo en la mañana del 20 de mayo con una preparación de bombardeo aéreo sincronizado para que terminara con el comienzo del salto de los 3 regimientos de paracaidistas (por oleadas ya que no había suficientes transportes) sobre tres frentes de desembarco que a grandes rasgos comprendían las localidades de Retémo, Heráklion, Máleme y Canéa logrando avanzar lentamente en sus objetivos no como unidades organizadas sino en realidad como grupos de combatientes dispersos solo gracias a la alta calidad y agresividad de estas tropas de elite (que debido al tipo de paracaídas usado por los alemanes muchas veces combatieron con pistolas hasta llegar a los contenedores que tenían las armas largas y de apoyo) pero al coste de fuertes pérdidas.
La situación cambio a partir del día 21 al lograrse capturar el aeródromo de Máleme (en las mismas narices de la principal unidad británica la II división Neozelandesa) a través del cual comenzó a descender un muy necesario goteo de refuerzos y suministros aún bajo fuego enemigo ya que a pesar de las fuertes pérdidas la Royal Navy logro abortar la llegada de cualquier fuerza de apoyo que intento llegar por mar. Mientras pasaban los días y arreciaban los combates para el 28 de mayo el comandante británico general Bernard Cyril Freyberg (el 23 de mayo el rey Jorge II y su gabinete huyeron a Egipto) que desconocía la crítica situación de los paracaidistas alemanes, las altas perdidas en aviones de transporte y obedeciendo las directivas de el Cairo ordeno una retirada de las fuerzas imperiales (cubiertos por las tropas y guerrillas griegas) hacia el puerto de Sfakia al Sur por donde comenzaron la evacuación, escapando miles de tropas bajo las bombas alemanas también por Heráklion.
Fueron las duras pérdidas sufridas a manos de la Luftwaffe y la Regia Aeronáutica (2 cruceros y 4 destructores hundidos más daños de entidad en 1 portaaviones, 4 cruceros, 3 acorazados y 1 destructor) las que convencieron al General Wavell en Egipto (con aprobación de Churchill) de la necesidad de dar la orden a Freyberg de retirar las tropas en tierra antes de que quedaran aisladas y sin suministros lo que se logró para el 1ero de junio evacuando 16.500 soldados del Imperio y 2.000 griegos no sin perder en las operaciones otro crucero y 2 destructores mientras 3 cruceros y 3 destructores fueron dañados.
Al final fue un gran triunfo para las fuerzas aerotransportadas alemanas, que eliminaron unos 4.000 enemigos y capturaron más de 17.000, aunque muy costoso porque de los 10.000 paracaidistas 4.500 cayeron en combate y más de la mitad de los aviones de transporte fueron destruidos o dañados principalmente durante las operaciones en Máleme.
Doctrinalmente los dos bandos sacaron resultados diametralmente opuestos: los alemanes consideraron que las dadas las perdidas las tropas aerotransportadas tenían severas limitaciones que de enfrentar defensores decididos habrían llevado a estas al desastre lo que hizo al General Student llamar a Creta “la tumba de las unidades paracaidistas”, mientras que los aliados consideraron que una pequeña fuerza de tropas muy entrenadas podía atacar y vencer a unidades mayores, fortificadas y con armamento pesado siempre y cuando poseyeran la superioridad aérea comenzando a desarrollar apresuradamente sus propias unidades aerotransportadas, más adelante la operación de Market Garden demostró quien estaba en la razón. Finalmente la isla de Creta que ofrecía tantas posibilidades estratégicas para los alemanes nunca se utilizó dada la necesidad de concentrar sus recursos en el Este.
GALERÍA FOTOGRÁFICA
FUENTES:
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Vientos de Guerra: Segunda Guerra Mundial™
Marcelo Ramon García Albornoz
Fuentes
Libro “Luftwaffe” de Alfred Price
Trabajo del General de brigada de Ejercito Español Carlos Javier Frías Sánchez para Global Strategy. Org “Toma de Creta operación Merkur”
Pedro Pablo Romero Soriano PS