30 de enero de 1943.
Hermann Göring saluda después de pronunciar un discurso elogiando al 6º Ejército en el Ministerio de la Luftwaffe en Berlín, Alemania. Tan sólo tres días después, el 6.º se rindió en Stalingrado
Es de común conocimiento como recuerdan los rusos "La Gran Guerra Patria". En cada ciudad importante donde se libraron batallas hay monumentos y ni hablemos de la antigua Stalingrado, hoy Volgogrado. En la ciudad hay 250 objetos conmemorativos (placas, estatuas, obeliscos, tanques, etc.) y este número no incluye las docenas de calles urbanas que llevan el nombre de generales, soldados y divisiones que lucharon en la batalla. Y no hablemos de la gigantesca Plaza del héroe con la "Madre Patria" llamando desde la colina Mamaev Kurgan. O de los miles de visitantes que acuden cada 2 de febrero o 9 de mayo.
Algo bien distinto sucede en Alemania. Más con la batalla de Stalingrado. Hay pocos lugares por casi decir ninguno en donde se conmemora la memoria de sus caídos.
No es el caso de Limdburg. Esta ciudad está ubicada a 70 km de Frankfurt. En ella hay una gran piedra de granito (en alusión a la dureza del 6° Ejército) con la inscripción "Stalingrado 1943". Encima de él descansa una gran placa de bronce, elegida para indicar la gran cantidad de víctimas. Oculto debajo del plato hay un santuario de cristal que contiene tierra empapada de sangre de Stalingrado.
Los sobrevivientes del 6º Ejército formaron la "Unión de antiguos combatientes de Stalingrado" y una vez al año se reunían en esta ciudad, lo que se empezó a llamar el Volkstrauertag "Día Nacional del Luto". Los primeros años cada sobreviviente se sentaba en tablones separados por regimientos. En las reuniones se recordaban anécdotas, se cantaba y bebía; y se visitaba el cementerio en donde se rodeaba la piedra con los estandarte de las 22 divisiones aniquiladas en Stalingrado.
Para 2009 sólo 20 veteranos quedaban y en 2010 fue la última vez que se juntaron.
Utilizando los fondos proporcionados por el ahora extinto grupo de veteranos, la ciudad de Limburgo se ha comprometido a poner una corona de flores en la roca de Stalingrado y a encender su plato en cada futuro Día Nacional de Luto.
A diferencia de otras naciones, en Alemania no hay un día específico para honrar a los militares caídos y veteranos.
En la Segunda Guerra Mundial murieron alrededor de 4.000.000 de militares alemanes, pero en Alemania curiosamente tampoco hay pomposos monumentos erigidos en su memoria, sino que encontrarás algunas modestas placas recordatorias en pueblos y ciudades y algún que otro monumento como el de la foto.
Hay uno más o menos importante en Hamburgo pero, paradójicamente, quizás el memorial más imponente se encuentra en Berlín, y es en honor al soldado soviético.
¿A qué se debe eso? Bueno, sabemos que como ya se había establecido en Postdam, a partir del 8 de mayo de 1945 comenzaría de inmediato la ‘desnazificación’ de Alemania y la instauración por parte de los Aliados de una idea de ‘culpa colectiva’ en la sociedad germana en el sostenimiento del régimen nacional socialista.
Merced a esa política o a una profunda reflexión del pueblo alemán, la realidad es que hoy la enorme mayoría de los germanos sostiene que el nazismo y la guerra le arruinaron la vida a tres generaciones y sienten una enorme vergüenza por las atrocidades que cometieron durante la Segunda Guerra Mundial.
Ellos no las niegan, son plenamente conscientes del desastre que ocasionaron y quieren a toda costa eliminar esa parte de su historia, que consideran la más oscura de su país.
No quieren ni que se hable ni se debata sobre el tema; por eso no aceptan y condenan hasta con prisión el “revisionismo” sobre asuntos que para ellos están cerrados desde hace años.
Algo muy similar ocurre en Italia con el fascismo, pero en el ámbito militar la Batalla de El-Alamein es conmemorada todos los años con mucho orgullo, y además, existe un día del veterano: el 4 de noviembre.
Si bien en Japón no hay un día del veterano, existe el el Santuario Yasukuni, que en su Libro de las Ánimas contiene un listado de los nombres de 2.466.532 soldados japoneses y coloniales (27.863 coreanos y 21.181 taiwaneses) caídos en conflictos bélicos, incluyendo el de catorce criminales de guerra de primer orden.
Hacia el final de la guerra, Alemania tenía una tasa de conscripción cercana al 100% para hombres de entre 16 y 60 años y las mujeres trabajaron en la industria y en las baterías antiaéreas durante la guerra.
Hasta el propio Papa Emérito Benedicto XVI fue uno de los niños reclutados. Cada hombre que podía sostener una pistola fue enviado al este o al oeste para luchar por una causa perdida.
En definitiva, se puede decir entonces y sin temor a equivocarse, que TODOS LOS ALEMANES, hombres, mujeres, ancianos y niños, fueron veteranos de la Segunda Guerra Mundial.
Después de la guerra, el país sufrió de estrés postraumático colectivo y el pueblo realmente la pasó muy pero muy mal por años: ocupación, hambre, desplazamientos, enfermedades y violaciones, por mencionar sólo algunos de sus padecimientos.
En distintos foros de discusión he leído comentarios de alemanes como el siguiente: “Fuimos un pueblo roto, derrotado y extinguido en 1945. 60 millones de seres humanos sufren de trastorno de estrés postraumático. Y sabiendo que no solo perdiste la guerra, sino que también estabas del lado equivocado.
En el lado equivocado de la moralidad, de la humanidad, de la historia. Nosotros éramos los malos. No hubo orgullo sólo el conocimiento de que estábamos en el fondo, y con razón.”
“Llegaron los años 60 y la pregunta:
¿Qué hiciste durante la guerra?' se convirtió en el eje central de la relación entre dos generaciones. Y donde las respuestas fueron insatisfactorias, la relación se rompió.” “Una generación joven estaba horrorizada y enojada porque una generación de asesinos aún detentaba el poder en la joven Bundesrepublik.”
Se considera grosero preguntarles a los veteranos sobre la guerra, ya que la mayoría tiene recuerdos horribles, no solo de la guerra en sí, sino también del estado de cosas en Alemania después de que pudieron regresar.
La mayoría siente una gran vergüenza por haber servido a tales señores supremos, incluso si no pudieron hacer mucho en su contra en ese momento.
En público, muy raramente verás a un veterano luciendo sus medallas ni luciendo ningún signo de su servicio.”
Entonces, para superar ese estrés postraumático pandémico y ese sentimiento de incomodidad, fue necesario desprenderse de todo lo que tenga que ver con la Segunda Guerra Mundial.
Y es que la guerra no la padecieron solamente los soldados, sino, como se dijo, todo el pueblo alemán.
El bombardeado en Colonia, el incinerado en Dresde y las cientos de miles de mujeres violadas en Berlín, sufrieron igual, o más, que el soldado que peleó en el desierto, en el terrible Frente Oriental o en la geografía imposible de Italia. Entonces: ¿por qué vamos a homenajear a los soldados, si todos fuimos "veteranos"?.
Conclusión: la idea de un veterano de la Segunda Guerra Mundial es algo superflua para los alemanes, porque si eras alemán durante la Segunda Guerra Mundial, alguien en algún lugar, te estaba disparando o arrojándote bombas, independientemente de si eras soldado o no, hombre, mujer, niño o anciano.
Esta es la razón por la que, al parecer, en Alemania existe el Volkstrauertag, un día de luto y de memoria colectiva, no un día del veterano de guerra.
FUENTES:
https://www.facebook.com/La2daGuerraMundial2/posts/132867234972374
Foto crédito: Deutsches Heer
https://www.facebook.com/liderfortis/photos/a.320961681809716/560174451221770/?type=3&theater
Pedro Pablo Romero Soriano PS
